LOS ÁNGELES -- ¿Ha embaucado Tomás Boy? O: ¿Sigue embaucando todo el Cruz Azul? Ya, 19 años sin festejo en Liga. Un ayuno demasiado grande para alguien que reclama grandeza. Los menesterosos no sangran azul.
¿El villano absoluto es Tomás Boy? ¿O lo es Billy Álvarez Cuevas? ¿O lo es Carlos Hurtado? ¿Y la complacencia timorata, pasiva, cómplice de los cooperativistas?
Tomás Boy llegó saleroso con su apodo de El Jefe. Y el entorno le creyó. Había salvado de la inopia y había rescatado protagonismo para Morelia y Atlas.
El ¿Jefe? ostentaba mano dura y muñeca templada. Su sello. Su imagen. Estratégicamente sufre, pero al futbolista logra -o lograba- enfocarlo en los deberes de ser competitivo y responsable.
Pero en Cruz Azul, el Jefe fracasó. Le llamó "fracasazo" para no evocar el fracasotototote de Manuel Lapuente.
Cierto, por momentos tuvo desplantes de capataz, en un vestuario ya envenenado, enconado, porque a muchos de sus jugadores, los había confrontado en aquel zafarrancho de Liguilla entre su Morelia y La Máquina. Los enemigos no se vuelven amigos... ni ante el ¿Jefe?
Es innegable que Boy carga con el ataúd que empezó a fabricar cuando llegó a La Noria. Es una historia patibularia de 19 años. Hay demasiadas cruces en su propio cementerio. Fracasos momificados.
Hay un rumor persistente desde hace semanas. Los esclavos, los infiltrados del promotor Carlos Hurtado en el vestidor, obedecen órdenes... y han entregado las armas envueltas en los vestigios de dignidad que les quedan.
Un vestidor partido, una alineación partida, un equipo partido, y un entrenador entregado crudamente como carroña a los carroñeros.
Insisto, Boy transpira agrio de nervios cuando debe improvisar en un partido, para cambiar estrategia o jugadores. Lo suyo es el trabajo de la semana, y sobre todo, la arenga, el intercambio de voluntades, la consumación de compromisos.
Los tres últimos partidos se lamentó de la testosterona de sus jugadores. Este sábado, ante Puebla, termina siendo sentenciado, con el sello suicida de la casa, con un gol recibido en el último segundo, con esa cantaleta de: "Y Cruz Azul, la cruzazulea".
Y también, las versiones son que en los tres últimos encuentros, ya Boy había perdido esa fogosidad, ese frenesí, esa capacidad mímica y verbal para incendiar y encender a sus jugadores.
Dicen que eran las cenizas hablándole a las cenizas. Un Boy ya en retirada con jugadores que llevan torneos reculando.
¿Y ahora? ¿Más de lo mismo? ¿Gustavo Matosas? ¿Rubén Omar Romano? ¿Sergio Markarián? ¿Pedro Caixinha?
Y continuará el desfalco mayúsculo en Cruz Azul. Cada seis meses las altas y las bajas de Cruz Azul son un catálogo de torpezas o de chapuzas al contratar futbolistas.
El fracaso es en todas las plataformas. Hay una sensación de proclividad al fraude o al autoengaño. ¿Quién ha sido la última gran contratación en La Noria? ¿Quién ha sido el futbolista emblema de cantera en los últimos años? Nichos vacíos, con 19 tumbas con esqueletos de fracasos.
Por eso, insisto: ¿Ha mentido Tomás Boy? O: ¿Sigue mintiendo todo el Cruz Azul?