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Pobres Tigres... Tan lejos de Catar y tan cerca de Lilliput y de Cruz Azul

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Juan Reynoso: Los 3 puntos son importantes siempre (0:59)

El DT de La Máquina habló sobre la victoria de su equipo frente a Tigres. (0:59)

LOS ÁNGELES -- El tal Gulliver no ha vuelto de Catar. Su espectral versión fue sometida por Cruz Azul: 2-0. Luis Romo y Pol Fernández asaltaron el Volcán apagado de Lilliput.

Ricardo Ferretti no sudó calenturas ajenas por sus Tigres. No culpó al jet lag. Ni al cansancio. Ni a descompensación alguna. Ni a sus propios errores. Ni fue autocrítico. El Tuca dijo que sus jugadores estaban enteros, después de hacerlos pedazos La Máquina.

Debió ser doloroso para Tigres. Después de morirse de nada ante el Gulliver europeo, el Bayern Múnich, el Gulliver mexicano lamenta morirse de nada ante quien no ha ganado nada en 23 años. Al menos así lo manifestó Carlos Salcedo según el portal mediotiempo.com.

“Qué vergüenza que un equipo así (Cruz Azul) nos gane 'traveeeezzz'. Y más con 23 años de pesadilla”, habría reaccionado el apodado Titán ante las puyas en Instagram. La Máquina eliminó en la Liguilla del Guard1anes 2020 a Tigres en Cuartos de Final.

Aplastados por la locomotora alemana, que ni siquiera encendió turbinas, ahora fueron sentenciados por el trenecito de Jilotepec, que parece dispuesto, como desde hace 23 años, a la reivindicación.

Erick Miranda Galindo tuvo más compasión de Tigres que Cruz Azul. Piadoso, perdona a los felinos un penalti del Chaka Rodríguez y una tarjeta roja a Jesús Dueñas. ¿Y el VAR? Saboteando a su supuesto colega en la cancha o como diría Miguel Herrera, “tragando tortas”.

En Cruz Azul no se enteraron de que tenían enfrente al subcampeón del mundo. Lo trataron como a cualquier liliputiense, como a cualquier chiquitito, como a cualquier “chiquititigres”, como obscena e insanamente les llama la otra mitad de Monterrey.

La chamba que no tuvo en el Mundial de Clubes, sí la tuvo Nahuel Guzmán esta noche de miércoles en el Volcán. Al minuto 2, el Patón congela remates de Cabecita Rodríguez y Luis Romo.

Sin embargo, al minuto 5, entre Luis Romo y Orbelín Pineda organizan una pared que remata el primero con certero cabezazo. ¿Carlos Salcedo? Se acurruca, se agacha, se enconcha, más por temor al impacto con Romo que por aspirar al balón, mientras Guido Pizarro, como casi toda la noche, llega tarde a las citas importantes.

Poco a poco, Cruz Azul se desentendía del partido. Dejaba la iniciativa a Tigres y se dedicaba a fraguar un contragolpe, que fuera la alcayata sobre la tumba felina. La Máquina no tenía prisa porque entendió la deserción interna y espiritual de su adversario.

Tigres tuvo dos oportunidades claras. Una de Gignac, en una media vuelta en el área, pero José de Jesús Corona ataja como si no hubiera cumplido recién los 40 años. La otra fue de Carlos González, solo ante el arquero. Su yerro sólo palidece ante el berrinche de frustración y rabia de Gignac.


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Minuto 94 y Tigres quería salir ya de la secuela de una pesadilla que comenzó ante el Bayern. Aparece el desaparecido Pol Fernández, de reciente regreso a La Noria. De nuevo la complicidad de Salcedo. Se entrega en la jugada y deja sin marca al argentino, quien encuentra, tiempo, espacio, holganza, para meter un disparo cruzado a la derecha de Nahuel, quien seguramente en pleno bostezo vio tarde el balón.

Y sí, como le ocurrió con la locomotora alemana, le pasó con La Máquina de Jilotepec: Tigres volvió a ser una víctima rendida antes de la sentencia. Hubo jugadores esforzados, pero también hubo deserciones absolutas, o impulsos aislados, como ataques de patatús.

Y de nuevo, Ricardo Ferretti también pareció resignado. Apostó en los cambios por el Diente López, a quien le falta colmillo para poder morder. Y Raymundo Fulgencio no podía solucionar nada. Pero se guardó tres modificaciones, como le enseñó bien su mentor Miguel Mejía Barón, aquel aciago mediodía en el Mundial de Estados Unidos ante Bulgaria.

¿Leo Fernández? Ya se sabe, cuando alguien no acepta ser esclavizado por la ira, los insultos, los caprichos, y las exigencias tácticas del Tuca, por muy bueno que sea, por muy caro que hay sido y por mucho que cobre, se la pasará en la banca, y el técnico brasileño seguirá desperdiciando, como este miércoles por la noche, hasta esos tres cambios posibles, pero el uruguayo primero deberá hincarse para después poder jugar. Y entre las mulas, ya se sabe, sólo las patadas se oyen.

Que no olvide el Tuca Ferretti que en tres meses se vence su contrato. Y si no hay Liguilla directa, no habrá renovación. Aunque, lo sabe, siempre habrá otro Lilliput que lo naturalice.