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Frank, el amante del boxeo

BUENOS AIRES -- Hijo de boxeador, heredó de su padre un espíritu combativo y el amor por el “Noble Arte”. Sinatra nació un 12 de diciembre de 1915 en Hoboken, New Jersey. Cuentan que se inició como periodista deportivo cubriendo algunas peleas. Y se sabe que fue un habitué de las noches del Garden, de esas en que el humo de los cigarrillos se agregaba a la coreografía de los peleadores frente a frente.

De hecho, hasta fue contratado por Life para que obtuviera fotos de la primera pelea entre Alì y Frazier, efectuada en el Madison. La legendaria revista se dio el lujo, además, de contratar a Norman Mailer como cronista. Debe haber sido la primera y única vez que a un fotógrafo le sacaron tantas fotos como a los protagonistas.

Alguna vez, un viejo hombre del boxeo, Marvin Goldberg, nos contó que Frank llegó a estar interesado en comprar el contrato de un joven peleador de apellido italiano, un tal Oscar Natalio Bonavena. Lástima… ¡Que conjunción hubiera sido! Frank contrató a Rocky Graziano para trabajar en “Tony Rome” (1967), película en la que también produjo una breve participación de otra leyenda, Beau Jack, aunque éste no aparece en los créditos…

Ese mismo año rodó “The Detective” en Nueva York, con la participación del legendario Ray Sugar Robinson, con uniforme de policía. De hecho, allá por 1974 volvió a cantar en público y lo hizo en el Madison en donde otra leyenda, el anunciador y relator de televisión Howard Cosell –el mismo de las grandes y divertidas entrevistas a Muhammad Ali-, lo presentó como al “Campeón de todos los pesos”. Y en la tapa del álbum, Frank posó con los brazos en alto, uniendo las manos, como festejando un triunfo en el ring…

Fue uno de los “inventores” de la Ciudad del Pecado, Las Vegas, cuando junto a sus amigos comenzó a actuar todas las noches en el Sands. Y ayudó y mucho al gran Joe Louis, quien durante muchos años, fue un “anfitrión de lujo” del Caesars Palace.

Sí: le gustaba el boxeo y hasta posó con los guantes puestos. Y llegó a estar frente a frente –para la foto, se entiende- con otro gran ítalo americano como Rocky Marciano.

Frank, el de los Ojos Azules, el Chairman of the Board, el del sombrerito y el impermeable sobre los hombros, el de las canciones melancólicas cantadas al borde de una barra, con su Jack Daniel’s de siempre y un cigarrillo entre los labios, lleva un siglo con nosotros, pues su voz sigue tan brillante y tierna como siempre.

Una leyenda jamás comprobada dice que siendo joven, hasta tuvo un fugaz encuentro con Carlitos Gardel, quien por esos años brillaba en Nueva York. Y que el Morocho del Abasto –gran amigo de Justo Suárez y Luis Angel Firpo, habitué del “Púgil Club”, que estaba en Rivadavia y Rincón, en Buenos Aires- le dio como consejo que utilizara más el micrófono para lucir su voz.

Leyendas urbanas, momentos y situaciones.

Frank seguirá junto a los amantes de su música. Sigue aún, cantando “New York”: su voz se escucha cuando uno ingresa al Madison –no podía ser de otra manera. Amó al boxeo y, cuando subió al escenario del Luna Park de Buenos Aires, lo hizo en la plataforma en donde hubiera estado el ring.

Frank nació hace cien años y los que estamos en el boxeo lo tomamos como a un igual. Otro de la cofradía de las noches de ring side, de la emoción de palpitar una pelea, de la excitación de un nocaut.

Un amante del boxeo que supo vivir a su manera...