Amílcar Vidal es la nueva gran esperanza del boxeo uruguayo, que jamás pudo tener a un campeón mundial.
Si hay dos campeonas en la rama femenina: Chris Namús y Cecilia Comunales obtuvieron los cinturones que a sus pares hombres se les vienen negando. Detrás hay toda una historia de boxeadores aguerridos, de estilo y convocatoria, pero de poca fortuna a nivel internacional.
Casi a principios del Siglo XX, en 1918, Angel “Angelito” Rodríguez fue campeón sudamericano de los pesados y se anotó una victoria por KO en el primer round ante Luis Angel Firpo, quien debutaba como profesional y que, obviamente, aún no era “El Toro Salvaje de Las Pampas”.
El 12 de septiembre de 1953, a los años 24, Dogomar Martínez –un símbolo histórico del boxeo Oriental-, realizó una tremenda pelea ante uno de los más grandes noqueadores de la historia, el gran Archie Moore (36) en el Luna Park. Su derrota, por puntos, quedó como un símbolo de su coraje y dignidad.
En los años 60, se sumaron nombres como Júpiter Mansilla, Jorge “Coco” Peralta, Washington Rodríguez, Santos Pereyra y Pedro Votta, entre otros tantos, entraron en la nómina de grandes boxeadores uruguayos.
Nacionalizado español, Alfredo Evangelista nació en Montevideo y llegó a enfrentar a Muhammad Alí y Larry Holmes en los años 70.
Conducido por el promotor Sampson Lewkowicz, titular de “Sampson Boxing”, aparece la imagen de este peso mediano que el sábado venció en dos rounds al norteamericano Edward Ortiz, quien venía invicto con una marca de 11 triunfos, dos empates y 4 nocauts a su favor. Fue la pelea estelar llevada a cabo en el Staples Center de Los Angeles, y transmitida por ESPN KnockOut.
“Mi sueño es darle a mi país un campeón mundial. Y aunque sé que no será fácil, creo que Amilcar es una figura llena de condiciones y talento como para no sea un sueño más, sino una esperanza para hacer realidad”, afirma Sampson, creador del lema del “Nuevo amanecer del boxeo uruguayo”.
Invicto en 12 peleas de las cuales definió 11 antes del límite, conducido por su padre, que también fue boxeador, lleva el boxeo en la sangre: tiene pegada, carisma y conducta. Comenzó a los cinco años, inspirado en sus hermanos Richard –quien fue campeón uruguayo- y Alejandro y debutó a los 16 años. Todo queda en familia.
La tarea no será fácil, pero para llegar a un campeonato mundial todavía hay mucho tiempo y mucho aprendizaje.
Frente a Ortiz comenzó una pelea cautelosa, hasta que conectó una derecha cruzada a la sien que conmocionó a su rival y, desde ese momento, todo fue para el “Pety”, quien descargó una tremenda seguidilla de golpes obligando al árbitro Edward Hernández –de excelente criterio- a detener el combate, cuando iban un minuto 58 segundos del segundo asalto.
Inapelable y espectacular victoria. Vidal ya venció en línea a otros dos invictos, Zach Prieto y Leopoldo Reyna, que cayeron en la primera vuelta.
Tiene 24 años. A los 20, estando en México, superó un tremendo accidente automovilístico que puso en riesgo su carrera. Fue justamente en México donde entrenó un tiempo, participando activamente, gracias a la mediación de Sampson y de Mauricio Sulaimán, presidente del WBC. Fue campeón amateur del WBC y obtuvo el título Latino de la misma entidad como profesional en la división de peso mediano.
Oriundo del barrio La Unión de Montevideo, en donde nació el 26 de febrero de 1996, hincha de Peñarol y con una muy buena altura de 1,83m, sus compatriotas referentes son Caril “Ratón” Herrera y Noé González.
“Tengo mucho por aprender, y mi sueño es ser campeón del mundo, pero soy consciente de que hay que tener paciencia y trabajar mucho”, afirma Amílcar, hoy radicado en Coachella, California.
“Mi familia es de boxeadores; creo que Sampson es la persona más indicada para aconsejarme en mi futuro profesional, así que ahora como siempre, debo poner lo mío, humildad, trabajo y esfuerzo. Y eso es lo que seguiré haciendo, para darle un campeonato mundial a mi querido Uruguay. Haré todo lo posible para que así sea”.
Y, efectivamente, el sueño está en marcha. Un sueño celeste…