Ya sólo faltan seis juegos, y se acabaron las semanas de descanso. Tuvimos once semanas de aprendizaje y supervivencia, y los equipos mejores preparados tienen la mira puesta en la postemporada. Como siempre, habrá varios impostores calificando a la ronda de comodines. Sólo falta dar un vistazo a unos de la AFC y a algunos de los que estarían calificados en este momento: Kansas City, líder de su división, ha perdido cuatro de los últimos cinco, Tennessee demostró su nivel ante Pittsburgh el jueves pasado y Baltimore aprovechó partidos contra Miami y Green Bay para ganar por blanqueada, algo que tiene mucho mérito, pero perdieron tres de cinco contra Chicago, Minnesota y Tennessee. Los tres que siguen son Buffalo, Miami y Jets. Ninguno de estos se puede decir que esté cerrando fuerte. Ojo con los Cargadores. Fueron mi caballo negro desde agosto y no me sorprendería que terminaran ganando una división en las que todos sus rivales están dando lástima en este momento.
Empezando por la AFC Oeste, ¿qué onda con Kansas City? ¿No eran el equipo más completo de la NFL después de cinco semanas? La defensiva no ha sido buena todo el año. Han sido oportunistas en ocasiones, pero no siempre se puede contar con robos de balón para ganar partidos. Lo sorprendente ha sido como se ha desmoronado su ofensiva. Tuvieron varias lesiones en la línea ofensiva, pero dos de tres de sus lesionados regresaron y jugaron contra los Gigantes.
La responsabilidad de este bache tiene que recaer sobre Andy Reid. Los planes ofensivos de los últimos partidos me han sorprendido. La producción de Kareem Hunt ha venido a menos en las últimas seis semanas, pero no necesariamente por su culpa. Fue neutralizado por Pittsburgh y Denver, pero contra Dallas y los Gigantes superó las 4 yardas por acarreo. En ambos partidos el plan ofensivo fue lanzar en lugar de seguir atacando por tierra, estrategia dudosa, en particular en New York cuando las ráfagas de aire superaban los 40 kilómetros por hora.
Intentaron también dos pases en jugadas truco que fueron interceptados. Reid es un excelente entrenador, pero me pregunto si no es la reencarnación de Chuck Knox, un entrenador que llegaba seguido a postemporada, pero cuyos equipos nunca llegaron al Super Bowl. Reid llevó a Philadelphia al Super Bowl después de la temporada 2004, pero tuvo otras oportunidades. Perdió cuatro finales de conferencia. Quizás Alex Smith no es quarterback de climas fríos, o quizás Reid se empecina tanto en lanzar que desaprovecha las facultades de sus corredores. La realidad es que Reid tiene que hacer borrón y cuenta nueva o podrían quedar eliminados.
Antes de dejar esta división, irónico el despido de Mike McCoy como coordinador ofensivo de Denver. De acuerdo a reportes, fue el primer asistente que contrató Vance Joseph. En su primer gestado como coordinador de los Broncos tuvo excelentes resultados que le valieron el puesto de entrenador en jefe de San Diego. Su último quarterback antes de dejar a los Broncos fue Peyton Manning. Ningún pasador en el roster ha mostrado ser competitivo. Paxton Lynch tendrá su turno próximamente. McCoy es un claro chivo expiatorio y deja claro que Joseph está bajo la influencia de John Elway. Me pregunto si regresa Joseph la próxima temporada y si Elway aceptará que cometió un error al contratarlo.
La situación en Buffalo es extraña. Sean McDermott decidió alinear al novato Nathan Peterman, selección de quinta ronda en el draft de esta temporada, en lugar de Tyrod Taylor quien sólo había lanzado tres intercepciones en nueve partidos. Peterman procedió a lanzar cinco intercepciones en la primera mitad del partido. Algunas no fueron su culpa, pero al final nadie pone un asterisco con explicaciones. Buffalo enfrentaba a un equipo con la peor defensiva terrestre, pero con los dos jugadores que más capturas combinadas tenían. Joey Bosa llegó a este partido con 9.5 capturas y Melvin Ingram con 8.5. Aun así, decidieron lanzar seguido.
McDermott declaró que no se arrepentía de la decisión, pero sí del resultado. ¿Cómo? Este es el tipo de decisiones que puede fracturar un vestidor y el tipo de comentario que lo puede derrumbar. Nada dice más del carácter de una persona que aceptar sus errores. Nadie se lo echaría en cara porque la ofensiva no había jugado bien con Taylor recientemente, pero ¿decir que no se arrepiente? Hoy declaró que un juego no define a un jugador y es cierto, pero en este momento, con la posibilidad de clasificar latente, Taylor le da a Buffalo la mejor oportunidad de ganar.
La situación en la NFC es más complicada. Hay ocho equipos en la disputa que tienen marca ganadora, Seattle y Detroit con 6-4.
Seattle, como algunos que me leen saben, fue mi candidato a ganar el Super Bowl. Abrieron la temporada con un mejor plantel que 2016, año en que vencieron a los dos participantes en el Super Bowl LI. Mi pronóstico fue en agosto, antes de que quedaran fuera por lesión su tackle izquierdo titular, su mejor corredor y dos de los tres que conforman la “Legion del Boom”. Cuando dominaban la NFC, Seattle se daba el lujo de ganar con decisiones arriesgadas de Pete Carroll, cuyo apodo no puedo mencionar en este espacio sin ser víctima de la censura, y cometiendo castigos a granel. Nunca perdían en casa, en donde llevan ya dos derrotas consecutivas en partidos que pudieron ganar.
Contra Washington cometieron 18 castigos y fallaron tres goles de campo. Contra Atlanta, cometieron dos entregas en el primer cuarto que terminaron en 14 puntos de los Halcones. Se la jugaron infantilmente en cuarta y 1 faltando siete segundos para que finalizara el primer tiempo, y cuando necesitaban un gol de campo para empatar y no tenían tiempos fuera, cometieron otro castigo en el regreso de despeje que les costó 10 yardas. Al final, perdieron por tres puntos fallando un gol de campo que quedó corto 2 yardas.
A pesar de todas las bajas, y de que claramente Earl Thomas no está cerca de su nivel, Seattle sigue siendo un equipo peligroso. La única manera de clasificar será ganando su división, pero no tienen margen de error. Es imprescindible reducir los castigos, limitar por lo menos las entregas, y que tomen mejores decisiones. De no hacerlo, quedarán eliminados por primera vez desde 2012.
En este momento hay tres de cuatro equipos calificados que juegan en la NFC Sur, New Orleans, Carolina y Atlanta. El cierre de temporada será no apto para cardíacos porque a cada uno les quedan por lo menos tres juegos de división, cinco a Atlanta, cuatro a New Orleans y tres a Carolina.
Atlanta parece haber entrado en ritmo ofensivamente. Steve Sarkisian tomó el lugar de Kyle Shanahan como coordinador ofensivo. Matt Ryan pidió que no se cambiara el esquema, lo cual creó una situación complicada para Sarkisian quien tuvo que aprender un sistema diferente y acoplarse y entender el tipo de jugadas que le son favorables a Ryan. Las dos últimas semanas hemos visto resultados positivos, tanto en yardas como en puntos anotados.
Contra Seattle tuvieron sólo ocho series ofensivas, no contando aquellas en que se arrodillaron al final de cada mitad. Anotaron en cinco de ellas y sólo en la última tuvieron un tres y fuera, y fue cuando trataban de descontar el tiempo que quedaba en el partido. La defensiva está jugando mejor. El calendario restante incluye a los tres rivales de división y a Minnesota por lo que tendrán que seguir mejorando.
Quizás el equipo más peligroso en este momento en la NFC es Carolina. La defensiva, junto con la de Minnesota y los Angeles, es de las mejores de la conferencia. Ofensivamente están recuperando su identidad usando más el juego por tierra con Cam Newton y Christian McCaffrey. Greg Olsen regresa esta semana a los entrenamientos y podría ser activado próximamente, al igual que Ryan Kalil. No los descarten.
El viernes en “NFL Live” comenté que los próximos cuatro partidos revelarían el verdadero nivel de la defensiva de New Orleans. Los rivales serían Washington, Carneros de LA, Carolina y Atlanta. Contra Washington permitieron 456 yardas y 24 puntos. Washington tuvo 156 yardas por tierra y 300 por pase. Un dicho entre gente de la NFL dice que cada 100 yardas deben redituar siete puntos. Asumiendo que fuera cierto este dicho Washington debería haber anotado 28.5 puntos, los suficientes para ganar. En realidad dieron muy buen partido y fue una derrota dolorosa, pero no hay que restarle mérito a los Santos porque hicieron las jugadas en los momentos clave.
Las 156 yardas por tierra son señal de alerta para New Orleans, y de no corregir esta deficiencia podría haber consecuencias en el cierre de temporada. En el juego de pase, extrañaron a Marshon Lattimore quien es candidato a ser el Novato Defensivo del Año y que salió por lesión, aunque no grave. El que sí quedó fuera por el resto de la temporada es Alex Okafor, ala defensiva quien estaba teniendo una buena campaña. Aunque cedieron yardas, se sacaron la espina en las dos últimas series ofensivas del tiempo reglamentario cuando pararon a Samaje Perine en segunda y 4, y tercera y 1, en la penúltima, y cuando forzaron a Kirk Cousins a un pase encallado y lo capturaron en la última. Buenas defensivas hacen este tipo de jugadas en momentos cruciales. Gracias a eso rescataron este partido.
Finalmente, sobrevalué el nivel de Brett Hundley. En su defensa, jugó contra una buena defensiva de Baltimore sin contar con sus corredores titulares. Aaron Jones y Ty Montgomery fueron desactivados contra los Cuervos. Hundley sufrió seis capturas y lanzó tres intercepciones. Del lado positivo, conectó ocho pases para 125 yardas con Davante Adams. Del lado negativo, no ha podido entrar en ritmo con Jordy Nelson. Hundley era, o es, el proyecto de Mike McCarthy. No han contratado a nadie más desde la lesión de Aaron Rodgers porque el sistema es muy difícil de asimilar. Con marca de 5-5, todavía tienen posibilidades, pero habría que arropar mejor a Hundley porque claramente no tiene el nivel para ganar partidos por sí solo, al estilo Aaron Rodgers.
Sin más por el momento, ¡rumbo a Minnesota!