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Desde un vértigo que de a poco se convierte en marca registrada, River fue demasiado para Independiente

River Plate volvió a exhibir un fútbol vertiginoso e intenso para vencer 2-0 a Independiente en el Monumental, sumar su octavo triunfo consecutivo en el Torneo de la Liga y mantener los seis puntos de ventaja sobre su escolta San Lorenzo tras la fecha 13.

El equipo de Martín Demichelis se afirma y crece desde una búsqueda muy clara: la del arco rival. Y desde una manera de hacerlo: rápido y con absoluta verticalidad. Ataca sin perder ni un segundo. Sin lateralizar. Sin escalas.

Esa potencia ofensiva fue demasiado para un Independiente en proceso de renovación. El equipo de Ricardo Zielinski intentó ocupar bien los espacios en defensa, pero las asociaciones de River, tanto internas como externas, desactivaron el plan muy rápido.

Esta vez, Demichelis decició jugar con cinco mediocampistas, aunque la movilidad a veces los convierten en cuatro delanteros. Nicolás De la Cruz es uno de los principales responsables del juego veloz y preciso hacia adelante. Y Nacho Fernández lo acompaña.

En un equipo muy parejo, Esequiel Barco volvió a destacarse. Para jugar como quiere hacerlo River, es obligatorio ser preciso y también saber cuándo gambetear. El jugador surgido de Independiente está en su mejor momento desde que llegó al club porque en River toca una música que él conoce.

Marcó un golazo en el primer tiempo y así abrió un partido que podría habérsele complicado al local por el simple hecho de que cuando se hacen los méritos pero el gol no llega aparecen los apuros. Y esta forma de jugar es propensa a esto.

El único problema que se le presentó al local en la noche del domingo fue la poca contundencia. Lucas Beltrán no tuvo una buena actuación de cara al arco y Rodrigo Rey se destacó. Remató 17 veces, de las cuales 8 fueron al arco. La buena noticia es que lo liquidó gracias a una gran definición de Miguel Borja, quien volvió al gol.

Además de esa voracidad ofensiva, River llegó a ocho partidos sin recibir goles en contra. El dato es elocuente. El equipo entero atraviesa un gran presente y la estructura defensiva no solo funciona para mantener la valla en cero, sino también es parte central de la idea.

Los centrales juegan mano a mano y los laterales suben al mismo tiempo. La coordinación para que esto no genere riesgos mayores es la clave de la racha invicta. Como también lo es el trabajo de Rodrigo Aliendro y del líder futbolístico y espiritual, Enzo Pérez. La presión y la inteligencia para anticipar sostienen al sistema ofensivo.

Las victorias ayudan a consolidar las virtudes y a corregir los defectos. River se acostumbró a ganar y, mientras tanto, encontró una identidad. Lo más difícil ya lo hizo, ahora queda sostenerlo.