RÍO DE JANEIRO (Enviada especial) -- Darío Benedetto volvió a trabajar junto al grupo a tan solo dos días de la final de la CONMEBOL Libertadores 2023 y el sueño de jugar sus minutos sagrados ante Fluminense resurgió con fuerza.
Después de una infancia difícil y un divorcio casi forzado del fútbol, Pipa logró forjar una gran carrera y hacer historia junto al club de sus amores, con el que ahora está ante su segunda oportunidad en la máxima competencia continental. En su segunda etapa en el Xeneize fue disminuyendo su continuidad en el campo de juego y la falta de efectividad llevó a que algunos hinchas lo cuestionen.
La final perdida contra River en Madrid es un puñal que aún tiene clavado y una herida que espera cicatrizar aportando para conseguir la Séptima en el Maracaná. No será sencillo: con la llegada de Edinson Cavani y el buen momento de Miguel Merentiel su rol es secundario y, encima, su estado físico pende de un hilo.
Entre la pelota, los ladrillos y la cumbia para curar el corazón
En Berazategui nació un pibe que encontró su inspiración para jugar al fútbol en su madre. Alicia, según le contaron, tenía una gran pegada y se divertía compartiendo su talento en un equipo exclusivo para mujeres de El Pato.
Matute tenía muchas condiciones y así llegó al fútbol infantil de Independiente. A ese adolescente lo apodaron así porque su referente era Ángel Matute Morales, pero en realidad su nombre era Darío Benedetto.
Mientras jugaba una final en los Juegos Evita, su madre se desplomó y los intentos por reanimarla no hicieron efecto. En ese instante el Pipa perdió a su mamá y se divorció del fútbol. Su abuela se transformó en su segunda madre y su papá tuvo que doblegar su esfuerzo para encarrilar a una familia destrozada. Pero el daño era muy profundo y costó sobrellevarlo.
Benedetto pasó a ser un joven que se proyectaba triunfando en el fútbol profesional a intensificar sus problemas de conducta, reprobar todo en la escuela y terminar trabajando como albañil junto a su padre. En sus tiempos libres, se divertía haciendo música y con sus amigos del barrio formó una banda de cumbia (Los del Pato), que llegó a tocar algunas veces en el programa más popular de la movida tropical.
Un día, un amigo de la familia le insistió para que no limite sus virtudes futbolísticas al potrero y lo incitó a probarse en Arsenal. Allí cambió todo.
Del equipo de Sarandí fue a Defensa y Justicia, luego pasó por Gimnasia de Jujuy y retornó a Sarandí, hasta que llegó su primer fichaje internacional. Xolos de Tijuana de México, América y, por fin, llegó a vestir la camiseta del amor de su vida: Boca Juniors.
En el Xeneize jugó tres buenas temporadas, que lo llevaron a despertar el interés de Olympique de Marsella, que se lo llevó. Después de jugar en la Ligue 1 tuvo un breve paso por Elche, donde fue socio accionista, hasta que volvió a Argentina para ponerse la camiseta de Boca otra vez.
De goleador implacable a tercer delantero
Benedetto hizo un despelote con las redes del fútbol argentino. En retrospectiva, en una entrevista de este año, admitió que había “malacostumbrado” a los hinchas de Boca, porque hacía de a tres goles por partido. Pero, según él mismo cuenta, la racha goleadora se fue apaciguando y algunos comenzaron a cuestionarlo.
Cuando sufrió la rotura de ligamentos, muchos fanáticos xeneizes le acercaron su apoyo y cuando se fue a Europa, realmente sufrieron su partida. Pero el Pipa volvió y la tribuna estaba ilusionada. “Nunca me consideré ni me consideraré ídolo de Boca. Sí me siento muy querido, me ha dado más el hincha de Boca que lo que yo les he dado. Estoy en deuda”, dijo para explicar su vínculo con la gente. Pero también aclaró: “Muchos me mataron, pero son muchos más los que me mandaron mensaje de aliento”.
Penales errados, roces con compañeros, tumultos dentro de la cancha, problemas en el vestuario. Las noticias sobre Benedetto dejaron de ser los goles y el delantero cedió terreno.
En 2023, a la falta de efectividad, se sumó la llegada estelar de Edinson Cavani y, con Miguel Merentiel afilado, el Pipa no solo perdió la titularidad, sino que disminuyeron drásticamente sus minutos y la consideración del DT.
De la pesadilla de Madrid a una lesión que pone en duda sus minutos sagrados en el Maracaná
La última definición de la CONMEBOL Libertadores que Boca disputó fue posiblemente la más dolorosa de la historia reciente para todos los xeneizes, pero especialmente se transformó en una puñalada para Benedetto, que pasó de héroe a meme en tan solo unos minutos.
En la edición 2018 de la final, el Pipa marcó en la ida en La Bombonera y volvió a hacerlo en el Bernabéu, cuando muchos interpretaron que mofó a Montiel sacándole la lengua. El desenlace es conocido: River lo dio vuelta, se quedó con la Copa y se burla de Benedetto hasta hoy.
En 2023, después de dejar en el camino a Palmeiras en semis, parecía que habría una especie de revancha para cerrar esa herida y por fin sumar “la Séptima” a la vitrina, el sueño que persigue y por el que resignó otras propuestas del mercado.
En el clásico con Racing, Pipa arrancó de titular y la intención era que sume estímulo para ganarse unos minutos en el duelo ante Fluminense. Pero el destino es caprichoso, el 9 sintió una molestia y tuvo que salir pasados los 5 minutos.
Pipa llega al Maracaná del peor modo posible: con racha goleadora desactivada, sin rodaje y lesionado. ¿Aún así es posible que juegue o que entre para hacerse cargo de un penal? Por supuesto. Ni en el escenario más adverso Benedetto tiene pensado darse por vencido el hombre que lleva impreso en la piel un tatuaje que reza “Esto es Boca”.
La final de la CONMEBOL Libertadores 2023 entre Boca y Fluminense será el sábado 4 de noviembre desde las 17:00 (ARG/URU/CHI/BRA) y 15:00 (COL/ECU/PER), con transmisión de ESPN en Star+ (sólo para Sudamérica).