Nadie quiso faltar a la cita en el Camp Nou. Un total de 92 mil 605 espectadores asistieron a la despedida de Gerard Piqué, el gran protagonista de la noche y que provocó la mejor entrada en el estadio azulgrana desde el 18 de diciembre de 2019, cuando 93 mil 426 hinchas asistieron a un Clásico frente al Real Madrid.
Piqué jugó aquel partido, que acabó con empate sin goles, y disfrutó de este frente al Almería, un rival con ganas pero tan falto de contundencia como de la calidad que marca las diferencias. No es extraño que haya sido el peor equipo a domicilio en este primer tercio de campeonato y que sustente sus opciones de salvación gracias al buen rendimiento como local.
Como local disfrutó de una despedida idílica el veterano central, que no pudo, sin embargo, redondear la noche con un gol que buscó y no pocas veces, más en la primera parte que en la segunda. Clamó el Camp Nou para que lanzase el penalti de Kaiky, validado por el VAR, y que acabó fallando Lewandowski antes de que subiera siempre que tuvo ocasión a rematar cualquier lanzamiento de corner.
Lo hizo dos veces, ambas fuera, pero siempre con el tesón y la frialdad que le acompañaron en su carrera. Si Bakero, hace 26 años, un mes de noviembre de 1996, se despidió con un gol y una ovación enorme en un partido frente al Valladolid, esta vez la ovación no fue menor. Ni cuando se anunció su nombre por megafonía en el equipo titular ni cuando en la parte final del partido Xavi le sustituyó por Christensen.
Para entonces ya vencía por 2-0 el Barça, con un golazo del imprevisible Dembélé y otro de Frenkie de Jong. El Almería avisó una vez en la primera parte y nada más, salvada su ocasión por Ter Stegen.
Ganó por 2-0 el Barcelona un partido cómodo y que, en buena lógica, debió hacerlo por más goles. Ágil en el juego colectivo, fallón en el remate pero dominador absoluto, el equipo azulgrana se acostó como líder y ofreciéndole a Gerard Piqué una despedida a su altura.
616 partidos, 30 títulos y una historia descomunal.