BARCELONA -- El Barcelona de Xavi ya tiene su primer título, 435 días después de la presentación del entrenador catalán y sentenciando al Real Madrid con una exhibición. No se podría pedir más aunque fuera, es, un trofeo menor. Un trofeo menor conquistado con una grandeza inesperada después del sufrimiento en la semifinal contra el Betis y de las dudas que despertó el equipo tras el Mundial. Un golpe mayúsculo sobre la mesa.
Al Madrid el partido le vino grande, enorme, inalcanzable, desde prácticamente el primer minuto. Si Modric ha vuelto de Qatar cansado, la baja de Tchouaméni se demostró capital para un equipo en el que Valverde nunca pudo ganarle la partida a un Alejandro Balde soberbio y que apenas no puso a prueba a Ter Stegen hasta bien entrada la segunda parte, cuando el 0-3 ya se entendía un resultado imposible de remontar. Ni de soñarlo.
Para cuando Ter Stegen voló a un remate desde fuera del área el partido estaba sentenciado y se temía más por un cuarto gol azulgrana que por un despertar merengue, que pasó por un auténtico calvario en la primera mitad ya desde que a los seis minutos Araújo no llegó por milímetros a un centro cruzado al área del desesperado Courtois.
Reforzando el centro de campo con cuatro piezas, juntando a Busquets y De Jong, Xavi le ganó la partida a Ancelotti sin ninguna discusión. A los doce minutos llegó el primer aviso serio con un obús raso y lejano de Lewandowski que se estrelló en el palo tras desviarlo Courtois y cada vez que, ahora con parsimonia ahora con velocidad, el Barça conducía el balón más allá del círculo central el Madrid entraba en pánico.
A todo ello la presión. El otro argumento para comprender el éxito azulgrana. Busquets robó cerca del área y marcó Gavi poco después de la media hora; De Jong recuperó en el centro del campo y marcó Lewandowski cerca del descanso. Gavi, estupendo en la asistencia del 0-2, redondeó una primera mitad sobresaliente y siguió, como si nada, en la continuación. Es difícil de encontrarle un pero a este jovenzuelo que se desempeña como un veterano.
Tan veterano como Pedri, ya con todos los galones, y por delante de un De Jong al que le encanta sentirse protagonista, alejado del olvido en la banda. El Madrid no supo nunca descifrar el plan del Barça y cayó sin ninguna excusa, durante muchos minutos barrido y casi siempre por debajo de la prestancia de un rival que mostró el hambre que le exigió el entrenador.
Y que supo la manera de corresponderle. Después de 435 días Xavi ya conoce el sabor de un título como entrenador del Barça. Falta por ver si este éxito significa un paso adelante.