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Bartomeu frena otra renuncia en el Barcelona

BARCELONA -- A diez días de comenzar la pretemporada, la quinta de su mandato como presidente, Josep María Bartomeu sufre tercera gran crisis desde que se convirtió en presidente del Barcelona en sustitución de Sandro Rosell, a quien el caso Neymar, al que estudia recuperar ahora el club, se lo llevó por delante.

A Bartomeu le sorprendió el miércoles la renuncia de su vicepresidente deportivo Jordi Mestre y este jueves tuvo que lidiar con otra salida que habría sido tan aplaudida por muchos como terrible para él: la del manager Pep Segura, a quien la salida del vicepresidente dejó sin apoyos en los despachos ejecutivos y le planteó, directamente a Bartomeu su dimisión.

Segura, de momento, sigue en su cargo. A fuerza de crisis Bartomeu se ha convertido en un especialista capaz de sortear estos malos momentos con una agilidad digna de mención. El manager general a quien fichó en 2015 y ascendió en 2017 sigue en su puesto y aunque la tormenta no amaine, se diría que incluso aumenta, el presidente mantiene la intención de no dar un paso en falso.

El Barça, eso sí, sufre una tormenta de gran consideración desde que se conoció la dimisión de Mestre. Fuentes autorizadas advirtieron a ESPN Digital que, más allá de que Bartomeu asumirá el cargo de vicepresidente deportivo, no nombrando a ningún otro directivo, no había ninguna decisión tomada respecto al futuro de Pep Segura, cuyo puesto, en caso de no continuar en los próximos días, no sería tampoco sustituido y quedaría en manos de sus dos ayudantes, Eric Abidal y Ramón Planes.

Pocas horas después de conocerse oficialmente la dimisión del vicepresidente, el manager conversó con Bartomeu, quien había mantenido siempre confianza en su gestión, haciéndole saber su intención de dejar el cargo, cansado de las fuertes críticas que a todos los niveles ha recibido en los últimos meses, disconforme con las discusiones que se han trasladado al interior del club y convencido de que sus ideas y su forma de trabajar han perdido cualquier ascendente entre la directiva.

Tras una primera charla en la que las cartas parecían marcadas y la salida de Segura un hecho consumado, ambos mantuvieron un encuentro en el que acordaron la continuidad, momentánea, del manager, a la espera de que el presidente, en los próximos días, evalúe la situación deportiva del club y, a partir de ahí, ratifique públicamente su confianza en un ejecutivo que se entiende de su máxima confianza o, por el contrario, determine esa salida tan anunciada y, por otro lado, esperada por muchos estamentos en el club y su entorno.

Durante la reunión, a la que siguió un encuentro de Bartomeu con los ayudantes del manager Ramón Planes y Eric Abidal, Pep Segura le trasladó a Bartomeu que, a pesar de ese desgaste personal, estaría en disposición de seguir en el cargo si se cumplieran una serie de condicionantes, el primero de ellos sentirse reforzado públicamente y mantener total independencia para seguir con su trabajo en pleno mercado de fichajes.

Bartomeu no quiso, o no pudo, ofrecer total seguridad al manager pero se acordó abrir un periodo de tiempo de reflexión antes de tomar ninguna decisión, consciente como es el presidente de que la salida del manager, apenas 24 horas después de la dimisión de Mestre, sería un golpe muy duro para su imagen.

Pep Segura, a quien fichó personalmente Bartomeu para el Barça en julio de 2015, tras ganar las elecciones, se incorporó como secretario técnico del fútbol formativo profesional, convirtiéndose en el verano de 2017 en el manager general del fútbol del club, pasando a dominar toda el área deportiva, por encima de Robert Fernández y siendo sustituido en su cargo anterior por los ex futbolistas de la entidad Guillermo Amor y José Mari Bakero.

En pleno mercado de fichajes e inmerso el presidente en una profunda renovación dentro del club, con La Masia en el plano y sin decidir quienes serán los máximos responsables a partir de la próxima temporada, la salida con cajas destempladas de Segura habría supuesto un problema añadido para Bartomeu, quien, a pesar de moverse con agilidad en momentos de crisis, pretende, intenta, cerrar esta última con la mayor destreza posible.

Pep Segura sigue. De momento. La tormenta no amaina y el Barça la atraviesa como buenamente puede.