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Hoy hace 23 años que Bakero dejó al Barça y se volvió 'tiburón'

BARCELONA -- José Mari Bakero eterno y legendario. El héroe de una noche terrible que probablemente evitó la muerte del Dream Team. El cabezazo del barcelonismo militante un 6 de noviembre de 1991 en Kaiserslautern que en el minuto 90 evitó la eliminación del Barça en la Copa de Europa que acabaría conquistando seis meses después en Wembley. Este 18 de noviembre se cumplen 23 años de su despedida. Del adiós del gran capitán en 1996.

Marcó un gol e inmediatamente Roger García, ahora segundo entrenador del Celta y entonces joven canterano con una zurda de oro, se acercó a la banda escuchando los consejos de José Mourinho mientras el delegado Carles Naval pedía su sustitución. Y Bakero, intentando mantener la serenidad, abandonó por última vez el Camp Nou como futbolista del Barça y escuchando una ovación de aquellas que no se olvidan. 18 de noviembre de 1996. El adiós del gran capitán del Dream Team.

El héroe de Kaiserslautern, el futbolista que encajaba en aquel engranaje magnífico que iluminó Johan Cruyff y que sobrevivió al final del Dream Team porque Johan le consideró ideal en la renovación del equipo, no perdió nunca el cariño de la hinchada azulgrana pero en el verano de 1996 comenzó a entender que su final estaba cerca. “Robson fue muy honesto conmigo desde el primer día. Me dijo que yo seguiría siendo el capitán de la plantilla pero que probablemente no jugaría tanto” recuerda en conversación con ESPN Digital al cabo de los años, sin un ápice de resquemor hacia el entrenador inglés, quien, de hecho, acabaría por convencerle de su salida del Barça.

De jugar 46 partidos, 41 de ellos como titular, en la temporada 1995-96 Bakero pasó a ser invisible en la siguiente, la de la gran revolución que significó el cambio de Cruyff por Robson, con los fichajes de Ronaldo y de Giovanni, de Blanc, Luis Enrique, Couto, Baía y Pizzi. Un Barça que cambió de dibujo, de personalidad futbolística y que se llevó por delante a un jugador que apenas si sumó 33 minutos en los primeros 18 partidos del nuevo curso, repartidos en 5 presencias como suplente y haciéndole entender la necesidad de abandonar, muy a su pesar, el club.

“Un jugador no entiende que de un año a otro pase de jugar 50 partidos a ser prescindible. Es difícil de aceptar, pero me di cuenta que eso sucedía… Tenía cerca de 34 años, el equipo había cambiado y ya era el momento normal para mi” rememora Bakero al cabo de 23 años que no han borrado ni un segundo de aquella noche, de las semanas anteriores ni, tampoco, de las posteriores con su fichaje por el Veracruz de México.

“Tuve opciones para seguir en España, pero tenía claro que nunca iba a jugar contra el Barça y de pronto me vinieron a ver del Veracruz… Y me convencieron” recuerda a la vez que devuelve al plano aquella noche, gélida de temperatura pero cálida como no pudo ni imaginar al llegar al club ocho años antes desde la Real Sociedad.

Entre el verano de 1988 y aquel 18 de noviembre de 1996 Bakero disputó 347 partidos con el Barcelona. De la columna vertebral del Dream Team solo Amor (421), Zubizarreta (410) y Guardiola (384) sumaron más partidos que él, por lo que se entendió lógica la despedida que le tributó una hinchada que sigue, tantos años después, dispensándole un cariño especial.

“El campo estaba prácticamente lleno, marqué un gol… Y estuve hasta la madrugada recibiendo regalos de muchas peñas que se querían despedir de mi. Fue un gran colofón a mi carrera aquí” incide el hoy secretario técnico del Barcelona B y responsable de scouting del primer equipo y, también, del filial.

LA AVENTURA MEXICANA

“Irme a México no era irme a una aventura desconocida. Allí coincidí con Schuster, que estaba en Pumas, o Michel y Butragueño en Celaya. Me gustó el proyecto que me presentaron en Veracruz… Pero una vez allí sufrí muchísimo” admite ahora Bakero, quien recuerda aquel sufrimiento “deportivo” por un cambio inesperado.

“Había escuchado el significado de jugar en altura, la dificultad que hay… Pero no lo podía imaginar hasta estar allí. Fue bestial, físicamente sufrí muchísimo y lo acusé” reconoce, proclamando e incidiendo de manera especial que a nivel personal “la experiencia fue espectacular. La ciudad, la gente, el cariño, el cuidado para que todo fuera bien… Acababa de nacer mi hijo y nos trataron, a toda la familia, con una cercanía que siempre agradeceré”.

En México acabó su carrera futbolística y empezó la técnica al mando del Puebla antes de regresar brevemente al Barcelona y dirigir a diversos clubs, como primero o ayudando a Koeman en el Valencia, antes de volver al Camp Nou para formar tándem con Guillermo Amor como responsable del fútbol formativo.

Pero hablar de Bakero traslada, por fuerza, el recuerdo a Kaiserslautern y rememora su figura como lo hace con Iniesta por el obús de Stamford Bridge años después. Goles para la leyenda que siguen, y seguirán, formando parte del imaginario de un barcelonismo que nunca olvida a sus leyendas.