BARCELONA -- Lionel Messi cumplió el sábado 800 partidos en el Barcelona con una mueca de disgusto. El disgusto que le acompaña desde hace ya muchos meses, tantos que cuando en agosto presentó un escrito al club solicitando su salida inmediata hubo más nervios que sorpresa. Hoy, al cabo de tres meses de aquel episodio y cuando le restan siete de contrato, su figura empieza a provocar división de opiniones alrededor del Camp Nou donde, por inaudito que parezca, ha perdido su aura de ídolo intocable.
No parece ocurrir, sin embargo, entre los aspirantes a la presidencia del club azulgrana, que si bien mantuvieron un sospechoso silencio en agosto, dejando a Bartomeu solo ante el peligro y sin apoyar públicamente su continuidad innegociable en el Barça, ahora, a dos meses de las elecciones, se apresuran a proclamar su fe inquebrantable en Leo y su intención, unánime, de "sentarse a hablar cara a cara" con el argentino para, presentándole un proyecto deportivo de su gusto, asegurarse la firma de su renovación.
El discurso favorable a la continuidad del 10 lo ha expresado Víctor Font, principal favorito en las encuestas (y que quiere a Xavi como DT), y a su vera lo han hecho también Jordi Farré, Toni Freixa, Agustí Benedito, Xavi Vilajoana, Pere Riera y Lluís Fernández Alà, los aspirantes confirmados a la espera de la entrada en escena de Joan Laporta, de quien se da por supuesto que apostará, igualmente, por mantener al capitán en el club.
Pero... ¿Cuál es la intención de Messi? ¿Con qué puede convencerle el futuro presidente? Eso, a la espera de saber hasta donde esté dispuesto el mandatario surgido de las urnas a ofrecerle un cheque en blanco, a todos los niveles, al argentino porque esa es otra clave del asunto.
Si Freixa fue el único, de momento, en atreverse a decir públicamente que Leo deberá rebajar ostensiblemente su salario, en el ámbito privado más de uno y de dos precandidatos expresaron a ESPN Deportes que deseando su continuidad no pondrían su figura por delante de lo que consideran intereses del club.
NEGOCIACIÓN
Leo, que está pendiente de cobrar antes de acabar la temporada 39 millones de dólares especificados en un bono de fidelidad que acordó con el club en su último contrato de renovación, firmado en noviembre de 2017, está igualmente al tanto de las negociaciones para la adecuación salarial que afecta a toda la plantilla, y que en su caso supone un especial significado puesto que no tiene, de entrada, temporadas por delante para aplazar los pagos de su salario.
Negociar esos pagos se adivina uno de los puntos clave en las conversaciones que deba mantener el nuevo presidente con el jugador. Tan importante como un posible nuevo contrato... Y, de momento, para nada asegurado, al margen de no entenderse como el principal.
"A Messi hay que convencerle por medio de un proyecto deportivo, hacerle ver su importancia deportiva en el club. Eso debe pasar por delante de un asunto económico", reveló a ESPN Deportes el integrante de una de las precandidaturas, una postura generalizada entre los aspirantes.
Un proyecto deportivo creíble, apoyado en la confianza en la cantera, en fichajes de jugadores indispensables e indiscutibles para no repetir los errores del pasado reciente y un liderazgo, el suyo, indiscutible a todos los niveles. "Messi debe retirarse en el Barça. Y hacerlo cuando él quiera". Sin dudas. ¿O las hay?
DESCONFIANZA
Pero esa negociación, esa conversación con vistas al futuro, podría quedar abortada incluso antes de comenzar. Messi sabe que desde el 1 de enero será libre para negociar y acordar su fichaje por cualquier club y entendiendo que su valor económico reduce los aspirantes a un grupo de elegidos, la posibilidad de incorporarle sin necesidad de pagar ningún traspaso le convierte en un jugador de máximo interés.
Siempre con el Manchester City en el primer plano del escenario, llegado el momento de su fichaje sin coste aparecería tanto el PSG como un lista reducida de clubes entre los que podría encontrarse también el Inter de Milán, que nunca ha ocultado su deseo de hacerse con el argentino. Todo eso se sabe en las oficinas del Barça. Nadie es ajeno a que hoy por hoy, el club no tiene ninguna carta ganadora y que es Messi el único con poder de decisión.
Leo no ha roto, nunca, su compromiso con el Barcelona pero el paso de los años y la acumulación de decepciones sí le han hecho replantear su futuro, tal como escenificó en agosto y se sigue sospechando en noviembre, intuyéndose que el paso de los meses no le ha hecho cambiar de opinión y que llegado el momento, ya sea en enero o durante la recta final de la temporada, sentencie su salida del club.
"Lo peor que le puede pasar al Barça es soportar la incertidumbre durante meses. Messi es libre de hacer lo que quiera, por supuesto, pero que mantuviera el silencio y en abril o mayo dijera que se va, sería un golpe duro", sostiene uno de los precandidatos, mientras otro sospecha que el argentino puede esperar a ver cómo se desarrollan los primeros meses del nuevo presidente y cual es el rendimiento del equipo "antes de decidir".
¿Está preparado el Barcelona para enfrentarse a tal incertidumbre? Lo esté o no, la realidad es que no tiene más remedio que mantenerse a la expectativa de Messi. Nunca como ahora el argentino tuvo tan en vilo al club. Y por eso los aspirantes a la presidencia mantienen una cautela máxima. Ninguno quiere decir nada inadecuado porque todos saben el peso monumental de Messi en el club. A todos los niveles y por más que desde algunos sectores haya quien intente borrar su imagen inmaculada.