El Barça tiembla. Sabe de donde viene pero ha perdido el rumbo y no sabe hacia donde va. O, peor aún, si lo sabe no tiene idea de cómo ir. El Levante, un equipo que en toda la temporada solo había logrado dejar su portería a cero en un partido, le resistió 76 minutos el empate. ¿Gracias al acierto de Aitor? Seguro... Pero también gracias a su propia inoperancia, falta de recursos, ausencia de frescura y nulo de oficio.
Si le costó horrores marcar, le costó casi más defenderse en 17 minutos finales terribles, con Koeman sumando a Umtiti como si su equipo fuera un cualquiera, sacando balones de cualquier manera, Alba despistado, Dest perdido y apelotonados todos en el área sin más.
El Barça, que perdió en Cádiz y fue arrasado por la Juventus, sigue enfermo después de jugar frente a un Levante que se bastó primero con el orden y después con la rabia. Y cuya imagen global acabó por ser tan buena, o menos mala, que la de un equipo que debería pensar en escalar posiciones hacia el liderato.
Salvó el resultado pero no evitó que la decepción se confirme alrededor de un Camp Nou tan vacío de público como de fútbol. Suerte tiene este equipo de jugar a puerta cerrada porque se entiende que la paciencia de la afición estaría a estas alturas cerca de acabarse. ¿Con quien? Con todo el mundo porque si a Koeman se le puede reprochar que no sabe encontrar la tecla necesaria con sus sistemas, sus ideas o sus cambios, a los jugadores se les acaban las excusas.
El "hemos hecho un gran partido" con el que contestó a un periodista Jordi Alba al acabar el duelo se pudo interpretar casi como una burla al sentido común de cualquier aficionado que no entiende el nivel paupérrimo de su equipo, al que se le demanda más agilidad, rapidez, agresividad y movilidad.
Koeman volvió a dejar en el cajón del olvido en una decisión que dejó patente la poca confianza del entrenador en el canterano a pesar de su buen hacer en los minutos que tuvo ante la Juventus. Y que aumenta la polémica después de desvelar una información del diario El País que la relación entre ambos es, más que tirante, mala. Directamente.
Tan mala puede ser esa relación como malos, pésimos, son los síntomas que ofrece un Barcelona que únicamente se agarra al resultado. Demasiado poco para un equipo que necesita tanto para volver a sonreir. Y de la depresión a la enfermedad hay un paso... Que ya se ha dado.