<
>

Cartas desde Barcelona: Laporta, presidente a pesar de todo

BARCELONA -- Joan Laporta se convierte este miércoles en presidente del Barcelona después de pasar, muy a pesar de sus sonrisas cómplices y aspecto entre tranquilo y desenfadado, los diez días más intensos que recuerda. "No he sufrido por el aval”, engañó a los periodistas que le esperaban a la salida de la notaria en la que se cerró el asunto, bien entrada la madrugada y después de cantar a pleno pulmón con sus compañeros de directiva el himno del Barça en un ambiente festivo y de evidente alivio.

José Elías, empresario desconocido para el gran público pero de probado éxito, y Jaume Roures, administrador único de Mediapro y de relación personal a través de Johan Cruyff, acudieron al rescate de Laporta cuando la consecución de los casi 125 millones de euros del aval necesarios para acceder oficialmente al cargo eran ya una pesadilla.

Tras la fuga intempestiva de Jaume Giró, llamado a ser el vicepresidente económico y que debía conducir la consecución de dicho aval, el patrimonio conjunto del presidente electo y el resto de sus compañeros de aventura apenas superaba los 50 millones y la búsqueda de los casi 75 restantes se convirtió en una carrera contra el reloj que provocó toda clase de especulaciones, acusaciones de improvisación y desplantes entre ese famoso entorno de un club condenado, por siempre, a la guerra civil.

Más que preguntarse por qué Giró se bajó del barco y dejó temblando todo el proyecto, menos aún mostrar la mínima empatía y solidaridad en una situación de tanta gravedad, a Laporta se le bombardeó por tierra, mar y aire poniendo en duda su capacidad y de relieve la improvisación de su candidatura durante los cinco días transcurridos desde que se conoció la deserción y hasta que, este mismo miércoles por la mañana, LaLiga validó toda la documentación aportada.

Joan Laporta se convierte en presidente del Barça a pesar de todo y de muchos, resistiendo un acoso indisimulado y que sirve de presentación para lo que le viene en adelante. Los famosos cien días de gracia que se proclama históricamente merece cualquier nuevo gobierno no existirán para la directiva entrante del Barcelona, que ya ha sufrido antes de tomar posesión una presión nunca vista en el club azulgrana.

Empieza una nueva era... Pero quien piense que habrá estabilidad ya puede sacárselo de la cabeza.