Luis Díaz tachó los días. Fueron 190. Eso da casi siete meses. Se lesionó el pasado octubre en Londres contra Arsenal, minutos después de hacer una asistencia. Dejó la cancha abatido, consolado por Jurgen Klopp y como reconoció en sus redes sociales, se internó en un viaje tremendo.
Su fuerza de voluntad perdió contra la realidad, mientras Liverpool completaba una mini pretemporada en Dubai para volver a la competencia tras el Mundial. La lesión en la rodilla resultó más delicada. Tuvo recaída y el diagnóstico confirmó la sospecha de operación obligada.
Pasó por cirugía de ligamento colateral de su rodilla derecha a fin de año. La recuperación se hizo sin prisa, aunque lo consumiera la ansiedad por volver a jugar. Creció en paciencia. Padeció sin poder ayudar la crisis de Liverpool en mitad de tabla en la Premier League y eliminado de UEFA Champions League con paliza de Real Madrid.
Hizo gimnasio, entrenó aparte, volvió a los entrenamientos colectivos y el 17 de abril el DT alemán lo incluyó en la convocatoria para visitar a Leeds. Lo acercaron con prudencia. Nueve minutos en Ellan Road, otros nueve contra Notthingam Forest, 30 frente a West Ham. ¡Al fin titular para recibir a Tottenham!
La reaparición como inicialista fue ideal. Anfield completo, el equipo en ascenso. Armonía perfecta para volver a sonreír. A los cinco minutos conectó con un centro atrás de Cody Gakpo y con pierna derecha marcó el segundo gol de la victoria que confirma a los reds en zona de UEFA Europa League. Lo festejó a rabiar. Todos lo aplaudieron.
“Con el trabajo, con el sacrificio que siempre me he mantenido, creo que se logró poder volver a marcar en este gran y bonito estadio. Muy contento, muy feliz por aportarle al equipo, por sacar los tres puntos que era lo más importante”, resumió Luis Díaz.
Volvió en el mejor momento. El fútbol lo esperaba. El viaje fue tremendo, pero premia a los elegidos. Es la recompensa a la convicción.