La de Diego Maradona y Napoli es una historia de amor a primera vista. Un encuentro que iba a cambiar el destino del jugador y de la ciudad. Una pasión interminable que sigue y seguirá por el resto de los días.
Maradona cambió a Nápoles, a la ciudad, a la gente. Y por supuesto al club. Luego del paso del 10 ya nada iba a ser igual. Hasta la llegada de Diego los napolitanos veían desde lejos los lujos que podían darse los poderosos del norte. Grandes contrataciones, un presupuesto difícil de igualar y sobre todo, los títulos que parecían inalcanzables. A la cabeza estaban Juventus, Milan, Inter…
Napoli se fundó en 1926 como Associazione Calcio Napoli y salvo algunas excepciones siempre estuvo lejos de la gloria. Hasta mediados de los ochenta, el club había ganado sólo las Copa Italia de las ediciones de 1961/1962 y 1975/1976. Entre su fundación y su primer título nacional, descendió cuatro veces, dos de las cuales fueron en los sesenta. Además, casi siempre deambuló por la mitad de la tabla, sin pretensiones superiores frente a los rivales del norte rico.
En 1969 asumió como presidente Corrado Ferlaino. No sería un presidente más: en 1984 fue el responsable de que Maradona llegara al club del sur de Italia. De la mano de Ferlaino el Napoli se convirtió en un club más protagonista. En 1975 consiguió el segundo puesto detrás de Juventus, y ese mismo año conquistó la segunda Copa de Italia. A comienzos de los ochenta también peleó en los puestos de arriba.
Pero con Maradona todo empezaría a cambiar. El astro argentino llegó desde Barcelona por casi 8 millones de dólares. Y Napoli además de pelear entre los mejores, comenzó a ganar. Llegaron los Scudettos de 1987 y 1990, los primeros de la historia del club, más la Copa Italia 1986/87, la Copa de la UEFA 1988/89 (el primer torneo internacional) y la Supercopa 1990.
Maradona se convirtió en Dios. Esa idolatría fue más allá de lo futbolístico: con el 10, Napoli se puso a la altura de los poderosos del norte italiano, ese norte que siempre despreció a los humildes trabajadores del sur.
Tanto amor por Maradona hizo que en el Mundial de 1990, cuando la Argentina enfrentó a Italia en semifinales en el San Paolo (hoy Diego Armando Maradona), algunos napolitanos se animaran a alentar a la celeste y blanca. Diego fue más que fútbol: puso en alto la bandera del Napoli y así, dividió un país.
El propio Maradona explicó una vez por qué se dio esa comunión tan especial con el público: “Nápoles tenía mucho que ver conmigo. Cuando di una de las primeras conferencias de prensa les dije que quería convertirme en el ídolo de los chicos pobres de Nápoles, porque eran como yo cuando vivía en Buenos Aires”.
Fabio Cannavaro, un referente surgido de las Inferiores de Napoli, aclaró cómo cambió el club desde el arribo de Pelusa: “En 80 años de historia sufrimos descensos, malas campañas. Pero cuando Diego llegó nos hizo ganadores. Vivir esos años con Maradona fue increíble”.
Así, Maradona y Napoli quedaron unidos para siempre. Su presencia fue un quiebre en la historia de la ciudad y del club. Nadie mejor para definirlo que Maradona: “Que me haya ido bien en Nápoles tuvo que ver con que les traje cosas que ellos no tenían. Les traje fútbol pero sobre todo, orgullo”.