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Blog Rafa Ramos: Maquiavélico, Jardine aplaza la ceremonia del Tricampeonato

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Jardine: 'Tuvimos 6,7 oportunidades de gol, pudimos haber ampliado la ventaja' (2:23)

El técnico del América no se va muy contento de la ida por falta de contundiencia (2:23)

Maquiavélico, André Jardine aplaza la ceremonia del Tricampeonato del América sobre Monterrey.


LOS ÁNGELES -- El pecado de la piedad. América pudo sentenciar la Final y empezar a ceñirse los laureles del Tricampeonato. 2-1 sobre Rayados. La puerta está entreabierta, pero Monterrey pierde a Lucas Ocampos para la vuelta y tal vez a Sergio Canales.

América fue progresivo en su dominio. Supo aprovechar la lesión de Ocampos y después las quejas de Canales por dolores en una pantorrilla. Encima, en un acto de desesperación de Martín Demichelis, arruina a su equipo: entra el oxidadísimo Tecatito Corona; Brandon Vázquez llega a una zona donde ya no llegaban balones, y Sebastián Vegas por Héctor Moreno.

Ahí, al minuto 66, cuando a Demichelis se le descerebra la lógica, Monterrey había acostado su reina en el tablero. Pero América se dedicó a sobrellevar el control del juego, peloteando, cascareando, desperdiciando con remates frontales de Borja, Fidalgo y Valdés.

Los minutos finales se jugaron en un absoluto desorden. Las conexiones estaban rotas. Era un cascareo de aventuras personales con el evidente dominio del América, y esfuerzos aislados, como actos estertóreos, más que como ideas propias de dos finalistas.

Bien puede concederse la artimaña maquiavélica a André Jardine. En la Vuelta, el domingo por la noche, calibrando un once titular distinto, y la solidez emocional del marcador, aprovechar además que el pentagrama musical de la sinfonía rayada está roto, ante las ausencias clave de los hombres que fueron fundamentales para que Monterrey irrumpa en la Final.

Si la decisión de Jardine de no aniquilar a Rayados fue por piedad, puede ser contraproducente. Si la decisión de Jardine de retomar aguas tranquilas entre la tempestad que le espera en Monterrey, parece ser insanamente genial.

Este jueves en Puebla, sin embargo, en los minutos finales, cuando Rayados intentaba, estrictamente, reaccionar con el motor histérico de la desesperación, volvió a aparecer el América indeseado e indeseable en defensa, el mismo que permitió que Cruz Azul le hiciera tres goles en 18 minutos. Jardine sigue abriendo los partidos como si fuera el gran maestro ajedrecista Gary Kasparov pero los cierra como si fuera daltónico con un Cubo de Rubik.

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Sin embargo, para la Vuelta, Jardine, entre Maquiavelo y Ghandi, tendrá a su plantel completo, incluyendo el regreso del ex-rayado Rodrigo Aguirre, tras pagar la suspensión por doble amarilla ante Cruz Azul.

Mientras tanto, Demichelis tendrá un rompecabezas con dos piezas rotas y sin un líder evidente en la cancha, porque en Puebla quedó demostrado que Óliver Torres, Germán Berterame y el Corchito Rodríguez son sólo excelentes domésticos de sus majestades en terapia intensiva ya, Ocampos y Canales.

América fue siempre superior. Dicho ya, se hizo más evidente ese dominio con la lesión de Ocampos, y más aún cuando Sergio Canales suplicó por su cambio, y quien había sido el autor de un golazo de media distancia a la derecha de Malagón.

Las estadísticas, que sólo cuentan un lado de la verdad, replican que Monterrey tuvo un 54% de posesión por 46% del América. La realidad la explican mejor los seis disparos al arco que hicieron las Águilas, convirtiendo al portero Mochis Cárdenas, en el mejor hombre de Rayados, que sólo hizo un disparo al arco, ese obús de Canales que significó el 1-0.

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En la solidez colectiva del americanismo, nuevamente la figura, menospreciada generalmente, fue Alejandro Zendejas. Marca el gol de la victoria, pero en el primero de El Nido, es él mismo quien inicia la transición ofensiva desde su propia cancha, pega una carrera de 50 metros para aparecer en el área, se enreda en el remate, pero la pelota, accidentalmente, llega al mejor Kevin Álvarez en su fase americanista. Irónico –pero meritorio-- que siendo fortuita la acción de Zendejas, se le terminara asignando la asistencia de esa anotación.

Con la nefasta memoria águila en torno a César Arturo Ramos Palazuelos, el América parece tener el escenario complaciente para coronarse en tierra ajena, precisamente en el estadio de Rayados, en el que los regios han vivido más pasajes de pena que de gloria.

Si ocurre así, habrá que reconocerle desde la tozudez, hasta la osadía y la sabiduría a André Jardine, de maquiavélicamente tener piedad y calma la noche de jueves en Puebla.