Pumas está en una encrucijada, está en un momento de decisiones pensando en el corto y mediano plazo; pero también es cierto, que su margen de error en esta toma de decisiones es corto, no se puede permitir fallar. Desde el nombramiento del Ingeniero Leopoldo Silva a la Presidencia del Club, se marcó la pauta de cuál sería el plan a seguir, un plan de austeridad; tal como los que había presidido en otros proyectos durante sus más de 40 años de trabajo en la máxima casa de estudios.
A partir de ahí, una gran cantidad de jugadores han dejado la institución, tal vez, con el objetivo de adelgazar la nómina, a eso le agregamos que los que llegaron han sido a través de la vía del préstamo. En días pasados, se dio a conocer la baja de tres futbolistas más de Pumas: Pablo Barrera, Ignacio Malcorra y David Cabrera; todos arriba de los 30 años. No podemos dejar de lado la arista de rejuvenecer el plantel, el único que queda dentro de la linea del los treinta años es Alfredo Saldívar y de ahí, para abajo.
Hablamos entonces de más de una docena de jugadores que han abandonado el Club por el motivo o razón que sea, líneas arriba establecí que Pumas tenía poco margen de error en su toma actual de decisiones, pues al final lo que su afición quiere es ver a su equipo de regreso en una Liguilla y, sobre todo, verlo campeón. En el Apertura 2019 perdieron esa posibilidad en los dos últimos partidos del torneo; el Clausura 2020 pasa a la historia por la cancelación y no son campeones desde el 2011, son nueve años de la ausencia de un título de liga que, para un Club de la importancia de Pumas, es mucho tiempo.
Ante la salida de tantos jugadores, por lo menos la impresión que queda es que el Club se ha debilitado, es cierto han llegado algunos pero han sido más los que se han ido que los que han arribado. Si los auriazules no consiguen objetivos en la cancha, mínimo la Liguilla, (ojo, Liguilla no repechaje, pues repechaje no es Liguilla, a la Liguilla entran ocho no 12, digo para no confundir) se empezarán a buscar culpables, ¿quién? Leopoldo Silva, el Presidente del Patronato, por su plan de austeridad; Jesús Ramírez, Presidente Deportivo, por buscar una reestructuración de rejuvenecer el plantel y ser parte responsable de la partida de muchos jugadores o Michel González, el DT por no sacarle el máximo provecho al plantel que tendría (le dieron) o permitió (le dejaron), pues también tiene su "responsabilidad" de quiénes se van, quiénes se quedan y quiénes llegan.
La afición puma y los medios serán los primeros en alzar la voz si las cosas no salen y, ante esto, quien quedará como carne de cañón, a primera instancia, será el técnico español y, no sólo para afición y medios, sino también para la directiva, que se podría lavar las manos y cortar el hilo por lo más delgado, pues sería otro torneo sin Liguilla; pero ojo no sería el único culpable.
Entiendo que los tiempos en lo económico son complicados, pero para que un equipo tenga posibilidades de competir, debe tener una buena base de jugadores titulares, respaldados por elementos que le den una buena profundidad al plantel desde la banca. Lo primero, lo veo a medias y, lo segundo, será un talón de Aquiles para los universitarios y lo digo porque de todos los que se fueron, alguno que otro pudo quedarse, como Kevin Escamilla, Idekel Domínguez, David Cabrera y, probablemente, Pablo Barrera.
Pumas se esta acostumbrando a que hablen de ellos por su historia y títulos que le han dado grandeza, pero también se está acostumbrando a vivir en el límite de la zona del ser o no ser protagonista. Los Pumas no pueden permitirse eso, deben recuperar los tiempos de favoritos, de candidatos, de protagonistas constantes; no pueden navegar en la medianía, la mediocridad, el conformismo parte de esa responsabilidad, también la tendrán que asumir los jugadores en el campo, como lo son Carlos González, Andrés Iniestra, Alan Mozo (si sigue), Juan Pablo Vigón, Luis Quintana, Ignacio Dinneno; se lo exige su afición, se lo exige el fútbol mexicano.
Si esto no pasa, alguien tendrá que pagar.