Los propios entrenadores hemos caído en el disparate de “casarnos” con una única fórmula o receta
MÉXICO -- A los seres humanos se nos da muy bien eso de etiquetar. Poner a personas, personas situaciones, estilos (cualquier cosa) dentro de una determinada categoría para así, según nosotros, poder comprenderla mejor. Te pongo nombre, te mete en el cajón de las cosas con ese nombre o parecido, y a partir de ahí, emito un juicio u opinión. Algunas veces clasificamos hacia fuera, y en muchas otras encasillamos experiencias propias y aspectos personales. Nos sentimos cómodos etiquetando/nos, lo hacemos de forma inconsciente, pero no por normal quiere decir que sea funcional. Etiquetar/nos limita.
En el mundo del futbol y las infinitas respuestas, todas correctas, que existen para la misma pregunta, se ha caído en el error de etiquetar a los entrenadores y sus filosofías/estilos. Aclaro, NO me refiero a la equivocación en la etiqueta asignada sino al simple hecho de querer clasificar algo vivo que debería de estar en continua evolución. Pero aún peor, los propios entrenadores hemos caído en el disparate de “casarnos” con una única fórmula o receta que pensamos es capaz de solucionarlo todo y que si intentamos algo distinto o le agregamos algún ingrediente fuera de los establecidos perderíamos credibilidad y nuestro prestigio/imagen podría derrumbarse.
“¿Cómo un entrenador que intentó los primeros 30 minutos jugar desde atrás los últimos 15 optó por el juego directo?” “¿Dónde quedó la presión alta de este equipo que ahora se repliega en su medio campo?” “Al principio del partido no querían saber nada del balón, y ahora se les pide que toquen-toquen con paciencia”. Son algunos ejemplos que los torneos y las circunstancias propias de cada partido están constantemente cambiando, y las herramientas que te sirvieron en las primeras tres jornadas o durante el primer tiempo, hoy están obsoletas. Si el entorno y sus demandas cambian, lo coherente sería adaptar los recursos y estrategias con las que se le hace frente.
En su libro 'Los 11 poderes del líder', Jorge Valdano menciona que el estilo es uno de estos 11 poderes, cito textual: “puedes perder todo menos el estilo”. Hace tiempo que lo leí me convenció esa frase, pero hoy dudo un poco de ella. Yo creo que lo que no puedes perder jamás es la coherencia, que lo que pienses, sientas, quieras conseguir y recursos estén en la misma línea.
Cuando nos autodefinimos o autoetiquetamos con una filosofía la duda desaparece, y dejar de dudar está relacionado con dejar de crecer. Si estás totalmente convencido de que algo debe de ser como lo piensas y que no puede existir otra solución te estas limitando, y en mundo tan competido como el del fútbol profesional dejar de evolucionar es involución. Hablando de dudas y de la acción de dudar todo está en la cantidad y frecuencia. Dudar o cuestionarte de vez en cuando y sobre algunos tópicos es beneficioso; constantemente dudar y cuestionarte sobre tus valores y principios (de todo tipo) puede ser letal.
Toni Nadal, quien fue por mucho tiempo entrenador de Rafa Nadal, escribe: “Somos una sociedad débil y no admitimos la duda. ¿Quién es el que no duda? El tonto o el fanático”. Cuánta verdad en esa frase, es confrontante y hasta incómoda de leer. Invita a la reflexión y a realizar el ejercicio de recordar cuándo fue la última vez que dudamos de algún método o estrategia. Al parecer nos da mayor comodidad clasificarnos como “x” o “y” y a partir de ahí no moverle mucho, o si no le movemos nada mejor.
Valentía y equilibrio. Tener el coraje para dudar y al mismo tiempo el equilibrio para no perdernos en el intento.