En menos de un año de estar en el cargo como entrenador de la Selección de Costa Rica, Luis Fernando Suárez tomó las riendas de un equipo y lo condujo hacia una clasificación a la Copa del Mundo de Qatar 2022 en la que nadie creía.
El estratega de nacionalidad colombiana llegó como un ‘apagaincendios’ a trabajar con la Federación Costarricense de Fútbol (Fedefútbol) cuando todo parecía perdido, los ticos venían de estar detenidos un año por motivos de la pandemia y en la Nations League no tuvieron el rendimiento esperado, lo que provocó que los dirigentes del ente que rige el fútbol tico dieran un cambio de timón y escogieran al hombre que estuvo en las citas de Alemania 2006 con Ecuador y en 2014 en Honduras.
Desde su primer día dejó en claro que desde que vivió la sensación de ser mundialista no podía pensar otra cosa que volver, incluso se le convirtió en una obsesión, así el mismo entrenador lo reconoció en múltiples entrevistas desde que tomó el cargo hasta días antes de cumplir la meta.
“Es claro que hay un objetivo definido y por el cual ya empezamos a hacer el trabajo necesario, las conversaciones que hemos tenido con la Comisión Técnica, el Comité Ejecutivo y el presidente, el objetivo es estar nuevamente en el Mundial y esta vez en Qatar en 2022. Tenemos talento para poderlo conseguir, hay la suficiente capacidad en el jugador costarricense para aceptar este reto y ganarlo”, fueron las primeras palabras que dijo el estratega.
“Es un sueño volver a un Mundial, quería volver a tener este episodio que te estresa demasiado, pero cuando se consigue después no lo puedes comparar con nada”, agregó en ese momento Luis Fernando Suárez.
La tarea no era sencilla, Costa Rica no había realizado a tiempo un cambio generacional que le urgía, mientras que una Copa Oro estaba a la vuelta de la esquina y Suárez apostó por los jugadores de trayectoria, a quienes les alcanzó para llegar a cuartos de final hasta que chocaron con Canadá. Las sensaciones no eran positivas y la eliminatoria estaba a tres meses de empezar.
El inicio no fue alentador, La Sele de Suárez solo cosechó seis puntos en siete presentaciones y la clasificación se veía más lejana que nunca, en eso el estratega abogó por tener más espacio para trabajar con los jugadores del ámbito local, se saltó una generación y empezó a mirar futbolistas menores de 22 años como Anthony Contreras, Brandon Aguilera, Carlos Martínez y Jewison Bennette, quienes se fueron conjuntando con los de experiencia para poder ir despegando a la escuadra nacional que firmó una segunda vuelta que rayó en la perfección sacando 19 de 21 puntos que le terminaron sirviendo para competir en el repechaje ante Nueva Zelanda, el cual terminó ganando 1-0.
Suárez, quien era dos veces mundialista fue uno de los artífices del cambio que tuvo Costa Rica en la eliminatoria, no tuvo miedos para incluir a jóvenes que alzaban la mano por tener minutos y logró ensamblar una máquina que conocía de sus limitaciones, pero que conocía mucho mejor sus fortalezas para explotarlas al máximo y minimizar las posibilidades de los oponentes.
Con un portero casi imbatible como lo es Keylor Navas, un trabajo impecable en defensa y aunque con poco ataque, Luis Fernando Suárez logró entender que los ticos no contaban con volumen ofensivo, por eso se enfocó en hacer que cada golpe contara, por lo que Costa Rica se volvió un equipo que si bien no creaba mucho peligro, fuera contundente en las pocas que creara.
“Para clasificar a un Mundial no necesita solamente de talento, clasificar a un Mundial se necesita tener credibilidad, sentido de pertenencia, trabajar en equipo, ser solidario, cuando se logra eso, antes que el talento, se llegará a cosas grandes”, fue otras de las palabras que dijo Suárez en junio de 2021 que terminó teniendo la razón.
Con tres Mundiales en su espalda, Luis Fernando Suárez igualará a entrenadores que también alcanzaron dicha marca como Guus Hiddink, Mario Zagallo, Luis Filipe Scolari, Joaquim Low, José Pékerman y Hernán Darío Gómez.