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Cien historias rumbo a Qatar 2022: El duelo Messi-Lewandowski, entre la dialéctica y el juego

Lio y Bobek se enfrentarán por primera vez luciendo sus colores nacionales en Qatar 2022 ESPN.com

Elogios condescendientes, sonrisas hipócritas, admiración mezclada con envidia, respeto ante la envergadura del otro. La relación de Robert Lewandowski con Lionel Messi es confusa. O al menos eso dicen los ojos del polaco (y algunas de sus palabras).

Lio y Bobek se vuelven a encontrar en Qatar después de un cruce dialéctico que dio la vuelta al mundo, en el marco del merecimiento de un Balón de Oro que no se entregó por la pandemia y que en su siguiente edición generó controversias. Aquel trofeo dejó expuestas algunas vanidades del polaco y forzó a la prensa a comparar a un extraordinario delantero pura sangre con uno de los mejores jugadores de todos los tiempos. Batalla perdida por siempre y para siempre para cualquier contemporáneo que se atreva a medir con La Pulga.

El contexto fue más o menos así: Lewandowski había tenido una temporada espectacular y ya había mandado el traje a la tintorería para subir al escenario en la gala del Ballon d’Or 2020. Confiado en que lo merecía más que nadie, lo deseaba y ya lo estaba saboreando. Pero la emergencia sanitaria suspendió el evento y canceló la entrega. "Después de un análisis cuidadoso, no se cumplen todas las condiciones. Creemos que un año tan singular no puede, y no debe, ser tratado como un año ordinario", explicó Pascal Ferré, editor en jefe de France Football, quien otorga el prestigioso premio.

Excepcional por donde se lo mire, en ese 2020 Robert había facturado 40 goles y se coronó junto a Bayern Munich en la Bundesliga, la Copa alemana, la UEFA Champions League y el Mundial de clubes. Un escándalo para un candidato que nunca había recibido el reconocimiento de la revista francesa y que yace a la sombra de Lionel Messi (al igual que muchos jugadores que aman y odian haber coincidido en tiempo y espacio con semejante leyenda).

Por entonces Leo ya tenía seis de esos trofeos. Humilde como siempre, nunca los ostentó demasiado, ni siquiera cuando relegó cuatro veces a Cristiano Ronaldo al segundo puesto, que lo aplaudía a regañadientes desde la butaca. En 2021 llegó una nueva candidatura del argentino y la expectativa estaba puesta en quién le ofrecería resistencia: Robert Lewandowski, por fin en el podio (por delante de Jorginho Frello, tercer puesto cantado).

La foto final es simplemente un déjà vu: Messi con el galardón redondo y dorado en sus manos, hablando tímidamente detrás de micrófonos y flashes. Lo colorido de esa imagen fue ver a sus tres hijos vestidos exactamente igual que él con un traje de alta costura resplandeciente, como si no le sobrara brillo propio.

En la trasmisión, las cámaras ponchaban constantemente la sonrisa de Lewandowski, más falsa que el oro del interior del trofeo. “Este premio es por lo que hicimos en la Copa América”, aclaraba La Pulga en su discurso. “Es la primera vez que me toca ganarlo viviendo en esta ciudad, seguramente lo iremos a celebrar”, proseguía marcando la excepción que ahora era jugador de PSG y no de Barcelona, como en las otras seis oportunidades.

A continuación, La Pulga pronunció unas generosas palabras: “Quiero decirle a Robert que es un honor para mí pelear con él, creo que te merecés tu el Balón de Oro. El año pasado todo el mundo estaba de acuerdo en que fuiste el ganador. France Football debería darte tu Balón de Oro y tenerlo como te mereciste el año pasado. Ojalá puedan otorgártelo y tenerlo en tu casa, porque fuiste justo ganador”. Lewandowski suspendió las expresiones de derrota digna y activó la cara de póker.

Cuando se esperaba que el polaco fuera políticamente correcto, aceptando secundar al astro con humildad y algún elogio, Robert no se molestó en ser diplomático: “Me gustaría que su declaración sea honesta, no palabras vacías”. Y también disparó: “Hubo tristeza, no tengo nada que esconder. No puedo decir que esté satisfecho, sino todo lo contrario. Estoy insatisfecho”.

Frente a la vertiginosa e incisiva reacción de los medios, Lewandowski se vio forzado a tamizar un poco sus dichos y explicó la supuesta mala interpretación. “Nunca quise decir que las palabras de Lionel Messi no fueran serias o sinceras. Al contrario. Me conmovió y alegró mucho el discurso en el acto de París, en el que expresó que, en su opinión, yo merecía el Balón de Oro 2020. Sólo quería expresar que, por supuesto, me alegraría mucho que las palabras de Messi fueran escuchadas. Respeto y aprecio a Lionel Messi y lo felicito una vez más por haber ganado el Balón de Oro 2021".

El polaco pareció reflexionar sobre el impacto de su reacción visceral y volvió sobre sus dichos con flores para Leo: "Si perdés contra Messi siendo segundo, también podés verte como ganador. Si me comparan con él significa que tuve una gran temporada".

Desde ya, la prensa no perdió la oportunidad de avivar el fuego y le consultaron al capitán argentino sobre las declaraciones del polaco, que no se quiso poner a la altura: “Cada uno dice lo que quiere y obviamente él puede expresarse, no comparto lo que dijo pero tampoco le di mayor importancia”. Y cerró: “Que diga lo que quiera, no me interesa”. Corta la bocha.

Leo aclaró que sus palabras “fueron de corazón” porque Robert fue el mejor en 2020. No así en 2021, que fue cuando lo galardonaron a él.

En los primeros días de 2022 se entregó el reconocimiento FIFA The Best y Lewandowski le recriminó al astro argentino que declaró que lo votaría entre los mejores y no lo hizo. La Pulga eligió a Neymar, Mbappé y Benzema, en ese orden. Ni un punto para el polaco, que le tiró otra daga: “Yo sí lo voté porque aprecio lo que hizo. Messi decía que me votaría, ¿su punto de vista cambió más tarde? No lo sé. No tengo quejas, él tomó su decisión y ya está. De todos modos, gané el premio".

Pareciera que Bobek realmente hace méritos para que su nombre se enrede con actitudes ególatras, que destellan envidia y resentimiento, ¿o será un problema pragmático? Tal vez no logra traducir de manera eficiente lo que piensa en polaco y dice en inglés.

Lo cierto es que fue a la carga por más y salió a marcar que The Best (el galardón que sí ganó) era mucho más valioso que el trofeo que le dejó la sangre en el ojo. La explicación, en sus palabras: "Llegué a la conclusión de que el premio de la FIFA es más importante. En el Balón de Oro sólo votan periodistas. En cambio, profesionales del fútbol y prensa votan en el de la FIFA. Los capitanes y entrenadores de cada selección nacional pueden evaluar de una forma más realista y objetiva nuestras actuaciones. Tal vez en el ránking de prestigio, el Balón de Oro esté mejor posicionado, pero el reconocimiento que recibí al ganar The Best me enorgullece".

BOBEK SE SIENTA POR UN RATO EN EL TRONO DEL REY CULÉ
Seis meses después del culebrón de los trofeos, Robert Lewandowski desembarcó en Barcelona, el hogar de Leo, el mismo que le cerró las puertas a su mesías por desavenencias económicas y lo dejó marcharse llorando rumbo a los lujos parisinos.

"Lo di todo por este club, desde el primer día que llegué hasta el último. Nunca imaginé tener que despedirme. Hice todo lo que pude para quedarme y no fue posible", dijo La Pulga muy angustiado en su conferencia de salida. “Si lo hubiera imaginado, hubiera sido con el Camp Nou lleno y pudiendo despedirme como es debido. No así”, reflexionaba en voz alta intentando explicar la injusta pesadilla que le estaba tocando protagonizar.

Esa conferencia de prensa paró el mundo por unos instantes. Todo el planeta estaba viendo cómo algún villano tenía la osadía de quebrar al gran capitán, que se puso a llorar como un niño que no entiende por qué la vida puede ser tan decepcionante a veces.

En ese discurso hizo referencia a la crisis económica del club, remarcando que estuvo dispuesto a reducir drásticamente su sueldo, y admitió que dejaba “su casa” después de 21 años con “hijos argentinos catalanes”, enfatizando en su gran sentido de pertenencia. A continuación, la imagen desoladora que fue portada: Antonela, su esposa, alcanzándole un pañuelito para secarse las lágrimas, ante la atenta y sentenciante mirada de Thiago, Mateo y Ciro, que estaban en primera fila viendo a su papá desgarrarse.

Messi dejaba Barcelona por la puerta de atrás, después de darle 35 títulos (entre ellos 10 Ligas y cuatro UEFA Champions League), 672 goles y varios millones de euros entre marketing y otros menesteres. Ni siquiera pudo saludar a los hinchas, que no lo aplaudían en los estadios desde hacía casi un año y medio por la pandemia.

París se vistió de gala para recibir a la máxima estrella del fútbol mundial y la revolución en La Ciudad de las Luces fue total. A menos de 24 horas de confirmar que su doselera sería el número 30, PSG ya había ganado más de 30 millones de euros solamente en venta de camisetas. En Barcelona, en cambio, no había algarabío ni espejismos de aquellos buenos viejos tiempos.

El público culé todavía estaba haciendo el duelo y digiriendo su repudio a la dirigencia que apuñaló a traición a su máximo ídolo. Y en ese contexto, llegó un nuevo mercader de ilusiones, con una parva de goles en los bolsillos para ofertar.

Cataluña necesitaba recuperar sus sueños, ponerle un nombre y una cara a la ilusión. Nadie podía (ni podrá) reemplazar a Leo, pero hacía falta un golpe de efecto para volver a creer. Entonces le abrieron las compuertas a un Lewandowski que dejaba Bayern Múnich ofuscado, en busca de nuevas aventuras.

“El camino al Balón de Oro es más corto desde el Barça que desde el Bayern”, declaró el polaco después de algunos partidos y varios goles con la camiseta culé. Se ocupó de remarcar: “Estar en este club es como tener juguetes nuevos en mis manos y jugar con ellos. Desde los primeros días sentí que estaba en el lugar correcto y en el momento correcto. ¿La afición? No esperaba que empezaran a cantarme canciones en el Camp Nou”.

Leo fue el monarca de LaLiga por más de una década, al igual que Robert supo serlo en la Bundesliga, primero con Borussia Dortmund y luego en Bayern Múnich, donde lo ganó todo y también se fue por la ventana. Otra vez, dos jugadores de magnitudes incomparables pero contrastables vuelven a revelar un punto en común en su biografía.

La historia de amor entre La Pulga y Barcelona es tan inalcanzable como la vitrina de Balones de Oro que le lleva Leo a Robert. No se pueden equiparar, más que para nimios datos estadísticos de rendimiento. Ya no hay tiempo para achicar esas distancias abismales que los separan. Pero sí despierta cierto morbo volver a verlos de frente con algo muy valioso en juego. Así será este año, en el cierre de la Fase de Grupos de la Copa del Mundo más importante para Messi, posiblemente la última y la única que le falta.

VOLVER A PISAR EL MISMO CÉSPED
Leo y Bobek nunca compartieron cancha con la misma camiseta. Como ya fue mencionado, ambos estuvieron la mayor parte de su carrera asentados en clubes y ligas diferentes.

Sin embargo, se cruzaron en partidos internacionales un puñado de veces. Las primeras dos oportunidades fueron en las semifinales de la UEFA Champions League 14/15. En la ida, los culés golearon 3-0 en el Camp Nou con dos anotaciones de Messi y en la vuelta, ganaron los bávaros 3-2 con un tanto de Lewandowski.

La tercera y última vez que se encontraron en un campo de juego, el equipo alemán le dio un cachetazo histórico al Barça. Por la pandemia, se jugó a partido único en el estadio de Benfica y Bayern aplastó 8-2 a Barcelona, con solo un gol del polaco.

Con la camiseta de sus selecciones todavía no se cruzaron. El último amistoso que jugaron Argentina y Polonia fue el 5 de junio de 2011 y, aunque RL9 fue titular, Leo no estuvo entre los convocados.

El cierre del grupo C de Qatar 2022 es la gran cita para que el capitán de la Albiceleste y el de las Águilas vuelvan a ponerse frente a frente. El mundo los estará mirando. Y ese partido puede ser el que separe el destino de los que pueden seguir soñando con levantar la Copa y los que se volverán temprano al hotel para hacer las valijas.

Robert se juega su historia con la camiseta blanca y roja, su única actuación en un Mundial fue decepcionante. Y Leo, disparará (posiblemente) su última bala para intentar cazar el único trofeo que le falta, el más lindo, el más importante, el que lo tiene obsesionado desde toda la vida. Los dos referentes volverán a verse cara a cara, después de toda el agua que pasó por debajo del enorme puente que todavía los separa.