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Enzo Fernández, el hombre del suceso inmediato

Enzo Fernández, figura del partido contra México, volvió a demostrar que está hecho para las grandes citas Getty Images

DOHA -- El concepto de "adaptación" está muy valorado y analizado en el mundo moderno. Las ciencias sociales comprenden que cada nueva incorporación a un ámbito o cada cambio en un grupo requiere algún tipo de proceso o tiempo para generar el efecto deseado. La furiosa actualidad obliga a reflexionar sobre esto para evitar que las urgencias impacten de forma negativa en el hecho en cuestión. Pero ¿qué sucede cuando se produce una anomalía positiva, en la que el individuo ejerce un impacto inmediato, sin ningún tipo de adaptación? Bueno, entre otras cosas, se ganan partidos de fútbol trascendentales.

Personalidad. Eso es lo que le sobra Enzo Fernández. Es un futbolista de gran categoría, inteligencia táctica, potencia física y clase, pero antes que nada tiene un carácter y un temperamento que lo convierten en una pieza casi revolucionaria en cualquier equipo. En el partido contra México, ingresó en el segundo tiempo y desestructuró un conjunto que no había podido soltarse. Él fue el hecho maldito que cambió al seleccionado.

En su cuarto partido internacional, marcó su primer gol y lo hizo en un partido muy caliente de una Copa del Mundo. En ninguno de esos cuatro encuentros fue titular pero en todos ejerció una autoridad llamativa para alguien de 21 años. O no tan llamativa, porque es lo mismo que hizo en Defensa y Justicia, River Plate y Benfica. Con cada camiseta dejó una huella apenas pisó la cancha.

El mediocampista nacido en la localidad de San Martín, zona populosa del oeste del Gran Buenos Aires, camina por la zona mixta del estadio de Lusail con una tranquilidad que contrasta con la furia que exhibió minutos antes en el campo de juego. Habla poco y pausado, no eleva la voz ni ahonda demasiado en las declaraciones. Ofrece palabras de rigor: valora como algo "único" su primer gol en el seleccionado, afirma que merecieron la victoria, agrega que ya piensan en Polonia y agradece a sus compañeros. Una y otra vez.

Quizás, sus compañeros también le hayan agradecido a él. Es que su aparición estelar contra México terminó de despertar a Argentina y quizás sea una bisagra para el resto del campeonato después de un comienzo repleto de dudas y nervios. Enzo Fernández juega al fútbol sin ataduras, con rebeldía y desfachatez. Eso es justo lo que necesitaba la Albiceleste para romper una monotonía preocupante.

Tras jugar solo un partido en River, Enzo pasó a préstamo a Defensa y Justicia. Tenía solo 19 años y aunque era valorado como una de las promesas más importantes de la cantera, en Florencio Varela iba a tener oportunidades de sumar minutos. Apenas arribó, Hernán Crespo le dio confianza y lo convirtió en el eje de su equipo. Por supuesto, no necesitó adaptación. Enseguida comprendió su rol y, como doble cinco, fue figura en el título en la CONMEBOL Sudamericana 2020. Allí mostró sus primeras señales de "jugador copero".

Las copas se juegan de otro modo, dice el lugar común. El mano a mano, la tensión constante, la espada de Damocles. Se necesita un carácter especial para destacarse en ese contexto. Y a Fernández le sobra. En su carrera, tiene más partidos jugados en copas nacionales e internacionales que en ligas. Quizás no sea más que un capricho del calendario, pero también es una especie de símbolo. Él está hecho para los juegos calientes, en los que si al talento se le suma valentía, las posibilidades de ganar se multiplican.

Su gran nivel en Defensa hizo que Marcelo Gallardo buscara repescarlo en junio de 2021. En River, el club de toda su vida, volvió a ganarse un lugar muy rápido. Su aparición potenció al equipo, como de costumbre. Se paró al lado de Enzo Pérez y se transformó en "Enzito" para los hinchas. A su trajinar y su dinámica le sumó gol, ya que convirtió 10 en 28 partidos, una suma extraordinaria para un mediocampista.

El llamado, o en realidad el grito desde Europa no tardó en llegar. Fue Benfica quien se quedó con su pase y allí, donde mejor se juega, terminó de demostrar su destino de crack. Fue titular desde los partidos amistosos y llegó al Mundial como la figura de un equipo que dejó a Paris Saint-Germain en el segundo lugar de su grupo de Champions League. No solo marcó goles, sino que además lideró las estadísticas en robos y pases completados. En Europa dio el último paso para convertirse en un jugador total. Y su arribo a la Premier League es inminente. Allí su impacto también será inmediato.

Como lo fue en la Selección. Se ganó el puesto en la lista mundialista por peso propio. Europa comenzó a hablar de él apenas lo vio romper líneas con la decisión y la inteligencia de un veterano pero la energía y la velocidad de un joven de 21 años. Si algo le faltaba para completar el círculo de apariciones fulgurantes, era brillar en una Copa del Mundo. Lo hizo en el partido más caliente y dejó una certeza: su carácter, talento y espíritu revolucionario futbolero merecen muchos minutos de juego en las canchas de Qatar.