El técnico Néstor Lorenzo le dio a James Rodríguez la capitanía de la Selección Colombia para la Eliminatoria. Su compromiso y nivel en la cancha avalan esa decisión.
En cuatro partidos trajo de vuelta esa época del James de la gente. Del ídolo. Del símbolo. Se esforzó por lograrlo. Cruzó con más humildad un camino de trampas entre el desconento de los hinchas que lo apuntaron como el responsable de todos los males.
Se acercó con su fichaje a Sao Paulo. Se preparó de cero. Volver a empezar después de cuatro meses sin jugar hizo todo más difícil. Fue un mensaje que puso a prueba su voluntad. Paso a paso recuperó minutos, la titular y la credibilidad para ser convocado con Colombia.
Aceptó ser suplente ante Venezuela y Chile. Trabajó con perfil bajo por su continuidad en el fútbol brasileño y la recompensa fue mayor en la fecha de Eliminatorias de octubre. La triciolor lo recibió para ser inicialista con la cinta de capitán.
Frente a Uruguay hizo un golazo, repartió fútbol y se reconcilió con Barranquilla. Marcelo Bielsa advirtió sobre su resurrección. "Hoy pudo destacarse, lo que no es una sorpresa por su jerarquía como futbolista, pero sí sorprende de algún modo al estar retomando la posibilidad de jugar con regularidad y eso es indispensable para adquirir un estado de forma para mostrar sus virtudes"
Ante Ecuador en Quito aguantó en la altura los 90 minutos, otra señal que confirmó su buen estado físico. A Brasil lo enfrentó con más compromiso mientras encontró su juego para desequlibrar. La asistencia para el segundo gol de Luis Díaz, el del triunfo histórico, es de manual. “Este es ídolo de ídolos, lo respeto y admiro mucho”, le dijo el guajiro, abrazo mediante.
Lorenzo le encontró su lugar en la cancha. De mediapunta, rodeado de compañeros que le dan la pelota y lo respaldan cuando hay que recuperarla. Kevin Castaño, John Arias y Jefferson Lerma combinaron con él para las secuencias de pases con las que controló el compromiso ante los paraguayos.
"Cuando juegas con futbolistas muy buenos y un cuerpo técnico, te ayuda a potenciar mucho. Quiero sumar y hacer las cosas bien y aportar lo que he aprendido dentro y fuera del campo. Estoy pasando por un buen momento, sé que puedo dar más. Yo vengo acá a sumar y a hacer las cosas bien”, dijo el 10.
A los 32 años es el líder en la cancha y de un vestuario renovado que lo respeta. Confía en él.
“Estos años dan experiencia para ayudar a los muchachos dentro y fuera del campo. Con casi 33 años ya uno está en una edad en la que hay que ayudar más que nunca. El respeto es mutuo entre todos los muchachos, yo vengo acá a sumar”.
Lo firma el capitán.