¿Cuántas veces en la vida planificamos cómo comportarnos en un momento clave? ¿Cuántas veces buscamos las palabras justas para el instante adecuado? ¿Cuántas veces analizamos con lujo de detalles los escenarios y elaboramos una estrategia para que todo resulte tal como queremos? Seguramente miles de veces. Sin embargo, lo más probable es que fracasemos en la gran mayoría.
Cuando llega la hora señalada, el corazón puede vencer a la razón, los nervios se apoderan de la situación y las horas de preparación resultan inútiles. Terminaremos machacándonos por lo que pudo haber sido y no fue. Por una reacción intempestiva. Por esa respuesta que surgió a destiempo.
Aquellos capaces de sortear los obstáculos, controlar las emociones y concretar el plan inicial son elegidos. Tocados por la varita mágica. Uno de ellos se llama Andrés Iniesta. No por nada lo apodan "Cerebro". Talento, visión, inteligencia, compañerismo, serenidad. Virtudes que mostró a lo largo de toda su carrera, incluso aquel 11 de julio de 2010 en la mismísima final del Mundial de Sudáfrica.
Minuto 116 de una cerrada definición frente a Holanda en el estadio Soccer City. Corrida frenética de Jesús Navas por derecha, la pelota queda suelta e Iniesta la cede de taco en mitad de cancha antes de encarar una optimista incursión al área. La jugada se ensucia y Fernando Torres cambia de frente. Después de un despeje, Cesc Fábregas encuentra al crack de Barcelona, que amortigua el balón y espera el pique antes de meter un derechazo cruzado, imposible para Stekelenburg.
En la corrida rumbo al corner, antes de ser cubierto por una marea humana, Iniesta se levantó la camiseta para mostrar una remera con la leyenda "Dani Jarque, siempre con nosotros", en tributo a su amigo fallecido 11 meses atrás. Un gesto distinto de un distinto.
La historia de una amistad
Antes del calentamiento le pidió al recuperador Hugo Camarero que escriba el mensaje en una remera, que se colocó debajo de la camiseta antes del partido. "Fue el destino o Dios que quiso que en ese momento tan feliz él también fuera recordado. La imagen del gol es cuando me quito la camiseta", contó el nacido en Fuentealbilla en el documental Marcats pel 21 de TV3.
Crecieron juntos, uno en Barcelona y el otro en Espanyol. Coincidían en las citaciones de la Selección Española y Dani, un año mayor que Andrés, lo acercaba siempre en auto adonde tenía que ir. Si bien no hablaban ni se veían tan seguido, se sentían incondicionales.
El 8 de mayo de 2009, Dani Jarque murió producto de un ataque al corazón en la habitación del hotel de Florencia, donde el Espanyol dirigido por Mauricio Pochettino llevaba a cabo su pretemporada. Tenía 26 años y esperaba el nacimiento de su primera hija en septiembre.
La trágica muerte de su amigo fue un golpe durísimo para Iniesta. En su autobiografía "La jugada de mi vida" confesó la profunda depresión que sufrió durante meses, acentuada por el vacío que le quedó tras el inolvidable gol ante Chelsea en Stamford Bridge y la obtención del triplete con Barcelona. No podía finalizar los entrenamientos, en su casa sentía que algo podía sucederle en cualquier momento y hasta tenía que irse antes del cine junto a su novia y hoy esposa Anna. Había perdido los sentimientos y la pasión.
En el documental "El héroe inesperado" de Rakuten TV, su madre María Luján reveló que advirtió que su hijo no estaba bien cuando una medianoche le pidió dormir a su lado. Su padre José Antonio se comunicó de inmediato con el hermano de Pep Guardiola y el club rápidamente lo contactó con la psicóloga Imma Puig. Era tal el interés de Iniesta por recuperarse, que llegaba 15 minutos antes a cada sesión.
El tiempo y la ayuda terapéutica lograron curar las heridas. Y en la fría noche de Johannesburgo, cumplió con el objetivo de homenajear a su amigo. La intención inicial era mostrarla en caso de que se concrete la victoria, pero el gol anticipó los planes. "El subconsciente no entiende de razón. No lo pensé, salió solo y fue mágico", le respondió a Jorge Valdano en una entrevista en Bein Sports.
En noviembre de aquel 2010, el "6" de la Roja le entregó la remera que ya pasó a la eternidad a Espanyol, para que quede expuesta en la puerta 21 del estadio, donde se encuentra el santuario de Jarque. A cambio recibió la insignia de oro y brillantes del club.
Un mes después, el conjunto blanquiazul perdía 5-1 ante Barcelona, en la goleada más abultada que sufrió de local ante su clásico rival en toda su historia. Minuto 85: Seydou Keita espera para ingresar. El que se retira es Andrés Iniesta. Los aficionados en el Cornellá-El Prat se ponen de pie para aplaudirlo. Sí, al rival. El Cerebro nunca jugó con la camiseta azul y blanca. La ovación no fue en retribución al gol que le dio la primera Copa del Mundo de España, sino al gesto que tuvo después de esa conquista.
"Recuerdo aquel 11 de Julio de 2010, en el que todavía no sé por qué algo me impulsó a sentarme frente a un televisor que hacía meses no miraba. Todavía forzándome en sacar adelante la situación a la que un día la vida me empujó, presentía que algo bonito estaba por llegar. Alejada del fútbol y del mundo en general, conseguí meterme en el partido y finalmente emocionarme y llorar con tu dedicatoria. No sabría decirte por qué... son esas cosas inexplicables, pero segundos antes del gol presentía lo que iba a suceder. Cubrí mis ojos con mi manos y empecé a llorar antes de que llegara el gol y posteriormente tu dedicatoria... Sentimientos a flor de piel que solo personas con una sensibilidad especial como tú, son capaces de conseguir". Es un fragmento de la carta que escribió Jessica Álvarez, la viuda de Dani Jarque, junto a su hija Martina en 2014.
Andrés Iniesta. Apodado Cerebro, pero con un corazón enorme. Un héroe de carne y hueso, capaz de ejecutar su plan en el momento de mayor adrenalina. El único que salió dos veces campeón del mundo el mismo día.