En México 1970, Uruguay llegó a semifinales por cuarta vez en su historia (aunque en 1950, técnicamente, no tuvo que disputarlas para llegar a la final), y por primera vez desde 1954.
La selección de esa generación tenía nombres que los jóvenes de hoy repiten como leyendas, pero que se perdieron de ver jugar: el histórico Ladislao Mazurkiewicz en el arco, pilares defensivos como Atilio Ancheta, Roberto Matosas, Luis “Peta” Ubiña, Juan Mugica o Julio Montero Castillo; la destreza de Pedro Rocha e Ildo Maneiro, el aporte invaluable de Julio César “Pocho” Cortés y Víctor Espárrago; y atacantes de la talla de Luis Cubilla o Julio César “Cascarilla” Morales. Todos ellos dirigidos por otro referente: Juan Eduardo Hohberg.
El grupo de Uruguay lo integraron Israel, Italia y Suecia y los partidos se jugaron en el estadio Cuauhtémoc de Puebla. El debut fue contra Israel que era, en la previa, el rival más accesible. La Celeste venció 2 a 0 y formó con Mazurkiewicz, Ancheta, Matosas, Ubiña, Montero Castillo, Mugica, Cubilla, Rocha, Espárrago, Maneiro y Julio Losada. El primero lo hizo Maneiro de cabeza, y el segundo lo marcó Mugica con un fuerte remate cruzado desde la izquierda tras un rebote del arquero. La nota negativa: se lesionó Pedro Rocha, una baja tremendamente importante que marcaría el andar de la selección en el resto de la copa.
En la segunda etapa, la Celeste empató sin goles contra Italia en el mismo escenario. La formación fue la misma salvo por Cortés, que reemplazó a Rocha, y Ruben Bareño que tomó el lugar de Losada. En esa Azzurra, que venía de ser campeona de Europa y que a la postre cayó en la final contra la espléndida selección brasileña, participaron ante Uruguay leyendas como Giacinto Facchetti, Sandro Mazzola, Roberto Boninsegna o Luigi Riva; mientras que no jugó Gianni Rivera.
La participación en la serie se cerró con el juego ante Suecia que significó la primera derrota para Uruguay en el certamen, por 1 a 0 con gol en la hora de Grahn. Losada volvió a ser titular en ese juego en lugar de Bareño, y Óscar Zubía ocupó el lugar de Cubilla. Cerrada su participación en el grupo, Uruguay clasificó en la segunda posición detrás de Italia.
En los octavos de final, la Celeste de Hohberg enfrentó a la Unión Soviética, que contaba con un veterano Lev Yashin en el plantel (39 años), pero que no tuvo minutos en el torneo. La URSS venía de ser semifinalista del Mundial anterior; además de haber cosechado grandes participaciones en la Eurocopa: semifinalista en 1968 (quedando afuera de la final por sorteo), subcampeona en 1964 y campeona en 1960.
El mítico Estadio Azteca de Ciudad de México recibió a los equipos, que empataron en el tiempo reglamentario y hubo que ir al alargue. Apenas empezado el tiempo extra, a la URSS le anularon un gol que hubiera sido letal para la Celeste. A falta de tres minutos para el cierre, Cubilla peleó una pelota que se iba sobre la línea de fondo y centró para Espárrago, que abrió el marcador de cabeza. Los soviéticos protestaron que el balón había salido, pero el juez validó el gol y Uruguay se metió en semifinales. La polémica sobre si esa pelota salió o no sigue viva hasta hoy. Tuvieron que pasar 44 años después de este partido para que la Celeste volviera a vencer a un rival europeo en Copas del Mundo, racha que se rompió contra Inglaterra en Brasil.
La semifinal encontraría a Uruguay contra los futuros campeones, el Brasil de Pelé, Rivelino, Tostao, Jairzinho y Gerson. El partido se debía jugar en Ciudad de México, lo que favorecía a Uruguay que no tendría que moverse. Sin embargo, los norteños lograron cambiar la sede (Joao Havelange, futuro presidente de la FIFA, presidía la Federación Brasileña) y el partido se disputó en Guadalajara, donde Brasil estaba alojado, donde había jugado la primera fase y donde tenía al público a su favor.
Con los mismos 11 que contra la URSS y con muy pocas horas de descanso, Uruguay cayó ante Brasil por 3 a 1. Cubilla abrió el marcador, pero Clodoaldo, Jairzinho y Rivelino sellaron el pase a la final de la canarinha. Fue una auténtica guerra y los brasileños siguen diciendo que fue el partido más duro que les tocó jugar por la vehemencia de los uruguayos; aunque la verdeamarelha no se quedó atrás y hasta Pelé dio un contundente codazo en la cara de un rival.
El partido del tercer y cuarto puesto fue tres días después, ya de nuevo en Ciudad de México, contra Alemania Federal. Por tercer juego consecutivo se repitió la alineación, pero durante el encuentro entró desde el banco Rodolfo Sandoval, que no había jugado en el torneo. En los alemanes no jugaron figuras como el arquero Sepp Maier o el icónico Franz Beckenbauer, luego de la agotadora semifinal ante Italia, apodada “El partido del siglo”.
El partido por la medalla de bronce se recuerda por la mala suerte uruguaya, ya que tuvo dos tiros en los palos y una pelota sacada en el último instante sobre la línea de gol. La Celeste no pudo marcar y cayó 1 a 0 ante los teutones, que se adelantaron con remate cruzado de Wolfgang Overath. Así se cerró la participación uruguaya en México 70: se escapó la posibilidad de quedarse en propiedad con el trofeo Jules Rimet, fue la última vez que llegó a semifinales en el siglo XX y fue, además, otra muestra de que el bronce en Mundiales es históricamente esquivo para la Celeste.