BASILEA -- Brian Baker ya no tiene la mitad del cuerpo envuelta con bolsas de plástico para sostener los trozos de hielo que calmen los dolores, como en aquellos encuentros con ESPNTenis en Niza, la ciudad en la que escribió la historia del mes, una de las mejores que se conocieron este año en el circuito masculino.
Un ayuda-memoria: seis años de inactividad por lesiones y operaciones, regreso al estudio en la universidad de Belmont y, en el campus de la misma, un puesto como asistente de entrenador del representativo de la universidad. Nunca se sintió retirado y decidió probar nuevamente en 2011. Reapareció en el ranking el 18 de julio de ese año como el número 752. En enero de 2012 se ubicaba 456º y hoy, 399 puestos más adelante. A la sorpresiva final de Niza le agregó los octavos de final en Wimbledon.
Hoy no tiene hielos y bolsas alrededor pero está consumido por la temporada extensa, situación a la que se había desacostumbrado. Su último torneo del 2012 (dice que no tiene muchas ganas de ir a la qualy de París) termina con una buena nota: Baker levantó dos quiebres de desventaja, venció a Radek Stepanek por 2-6, 7-6 (7-5) y 6-3, y será rival de un sudamericano, Juan Martín del Potro o Alejandro Falla, en Basilea.
En mayo, durante el comienzo de Roland Garros, los colegas estadounidenses abrazaron el regreso de Baker a los 27 años, en un contexto inusualmente pobre del tenis masculino norteamericano, con entrevistas exclusivas y pobladas ruedas de prensa. Un jugador que regresa tras seis años de inactividad: su historia fue contada por medios de todo el mundo, no sólo estadounidenses. Cuatro meses después, tras las malas giras por Estados Unidos (récord de 2-6) y Asia (0-3, aunque pasó dos clasificaciones), la atención sobre sus resultados no es la misma, lo cual es lógico.
"Fue lindo salir en los medios, recibir un poco de atención. Tuve un camino difícil para regresar, hubo que tener paciencia y pelear demasiado, pero no soy una persona a la que le encante estar frente a la cámara, así que no tengo problemas con eso", dice Baker, que completó un álbum inusual: este año ganó partidos a nivel future, challenger, torneo ATP 250, 500, Masters 1000 y Grand Slam. Todas las categorías. Le faltaba el casillero de los 500, que consiguió este martes con su victoria sobre Stepanek en el Swiss Indoors. Fue, además, su primer partido disputado bajo techo desde 2004, en Memphis.
Su caso es un ejemplo: primero revelación, luego uno más del montón. Cuando ya lo conocen, llegan las nuevas presiones y los problemas; la curva ya no es ascendente. "Las expectativas cambian. Si sos 170º y a las cinco semanas estás 70º, querés ser 50, 40, 30... Esas expectativas hirieron mi juego, me ponía mucha presión para mantener ese nivel".
"Es la expectativa mía y la de afuera", corrige. "A veces, se piensa en cosas que no son importantes para jugar un partido, como 'qué es lo que dirán si pierdo' o 'debería ganar sí o sí'. Igual, para esto jugamos al deporte, para tener las presiones y mejorar. Probé que puedo ganarles a buenos jugadores, pero soy muy competitivo, como todos. En mi caso, disfruto las victorias menos de lo que odio perder, soy muy duro conmigo mismo", es su autocrítica en diálogo con ESPNTenis.
"Tuve un gran verano europeo y no fui consistente después. No hay una razón que pueda señalar con el dedo. Es cierto que el cuerpo se rompe a finales de año. No jugué tanto tiempo seguido en los últimos siete años", recuerda. Por las operaciones, su foco está puesto "en el cuerpo antes que en pegarle a la bola", específicamente en la prevención y recuperación. "Mi cuerpo nunca estará perfecto y necesita más descanso que otros. Me llevan muchos años de ventaja mis rivales en eso. Siempre deberé lidiar con algo; si puedo alejarme de lesiones importantes, será genial".
De todas formas, para el estadounidense, uno de los personajes de 2012, no hay por qué quejarse: "No sabía si iba a poder jugar al tenis en forma competitiva por seis meses, cinco años, y llegué a este ranking. Si en enero alguien me decía de firmar el 57, preguntaba dónde estaba mi nombre en la hoja".
La próxima pretemporada servirá para arreglar lo que quedó desarmado por los nuevos desafíos. "Tuve grandes resultados sin entrenador, pero este año también sirve como aprendizaje: en Asia, en Europa, necesito a alguien que me guíe. Y un preparador físico full time. Hay que aprender cómo manejarse con los viajes, no es sencillo. Con la experiencia, sabré cómo manejarme mejor cada semana".
Los nuevos objetivos para 2013 "no serán imposibles, pero tendrán la dificultad del desafío mayor que antes". Por lo pronto, su gran verano europeo le sirvió para (re)hacerse un nombre, conseguir un agente (Octagon), aunque aún no cerró el asunto indumentaria oficial. "No sé por qué está tan difícil ese tema", sonríe. Cuestiones de tenista con ranking de dos dígitos, a las que se debe acostumbrar.