Los 25 años de SportsCenter dialogan con la carrera de Manu Ginóbili como si ambos hubieran crecido juntos. Mientras el programa se convertía en un faro del deporte latinoamericano, Manu, drafteado 57° en 1999 por San Antonio Spurs, comenzaba un camino improbable que lo transformaría en cuatro veces campeón de la NBA, miembro del Hall of Fame 2022 y pieza esencial de uno de los tríos más influyentes en la historia del básquetbol: Tim Duncan, Tony Parker y él.
En San Antonio, donde recibió a ESPN para esta entrevista, Ginóbili volvió a ese primer día, a las incertidumbres, a las obsesiones, a las derrotas que duelen para siempre y a los títulos que lo hicieron eterno.
1999, el draft improbable de Manu Ginóbili y el vértigo de lo desconocido
Manu recuerda exactamente dónde estaba cuando se enteró de que los Spurs lo habían elegido en el puesto 57: en Brasil, "en medio de la selva". Fue una noticia que no terminó de comprender en ese momento:
"No me imaginaba en 1999, cuando me dijeron que me había drafteado San Antonio; yo siempre fui muy cauto. Decía: ser drafteado en el puesto 57: bueno, qué pasa, algo vieron en mí".
Pero la incertidumbre era total, potenciada por un mundo sin la información instantánea de hoy: "Buscaba en Google, pero no era el de hoy... tenía mucha incertidumbre, dudas, sobre los Spurs, pero el tiempo después las fue despejando".
El debut de Manu Ginóbili, nada menos que ante... Kobe Bryant
En una nota con SportsCenter, la leyenda del básquet argentino recordó su primer partido con San Antonio Spurs.
Llegar a la NBA no trajo alivio. Trajo más dudas. "Yo estaba c... hasta las patas. No sabía si era mi lugar o no. Creía en mis capacidades, pero sabía que estaba en un equipo complicado".
San Antonio le abrió la puerta a un mundo nuevo. Su debut fue cinematográfico: Lakers, Kobe Bryant, ceremonia de anillo, todo junto. "Había un montón alrededor mío… no estaba del todo sano, pero con entusiasmo y felicidad de decir wow".
El eterno romance entre los argentinos y Manu
En diálogo con SportsCenter, el bahiense lamentó no haber podido conectar más con Diego.
Ginóbili nunca ignoró lo que significaba para quienes lo seguían desde Argentina. "Valoro mucho que la gente se quedaba hasta tarde para verme. Los partidos terminaban a las 2 o 3 de la mañana… y al otro día tenían que arrancar temprano a trabajar".
Con los años, ese vínculo se profundizó. Especialmente cuando el país atravesaba momentos difíciles: "Venían a verme, con camisetas y carteles, para alentarme. Fue un momento muy lindo… sentía la obligación de agradecerles, invirtieron mucho en mí para estar acá".
Competitividad, obsesión y evolución: Manu Ginóbili y su paso del esfuerzo a la libertad
Ginóbili siempre fue un animal competitivo. Pero recién lo entendió hacia el final de su carrera. "Mi cabeza, de bestia competitiva, obsesiva, dijo ‘vamos a disfrutar el camino un poco’. Yo la pasé mejor en el final de mi carrera".
Manu llenó de elogios a la estrella de la NBA fallecida y habló del respeto mutuo que se tenían como competidores.
La presión, admite, lo consumía: "Cuando ganaba me sentía bien y cuando no, me sentía miserable".
El Manu del período 2003-2007 -según él mismo- era perfecto para Popovich, no tanto para su bienestar: "Si yo fuera el entrenador quiero el de 2003 a 2007. Estaba loco, hacía cualquier cosa por ganar".
Pero para su familia, el mejor fue el de los últimos años: "Si era yo, mi mujer, mis hijos, prefiero el del final".
Ese equilibrio le llegó tarde, pero le llegó.
La noche más dura: la final perdida de 2013 contra Miami Heat
La caída en el Juego 6 de 2013 es, quizás, la herida que más profundo dejó marca. "Me criticaba duro... pasar por mi cabeza en 2013 luego de perder contra Miami. Dormí poco y lloré como un nene".
Popovich no permitió que el equipo se rompiera: "Terminó el sexto partido y Pop nos obligó a ir a cenar todos juntos. Yo no podía mirar a mis compañeros... estaba con vergüenza".
El golpe fue devastador, pero también formativo: "Esa dureza te ayuda a mejorar como persona… si no hubiésemos ganado en 2014 todavía estaríamos puteando por aquella derrota".
Un año después, frente al mismo rival, todo cerró.
La revancha de 2014 fue la consagración perfecta y una ficha que cae en familia
El título de 2014 de San Antonio Spurs tiene un peso emocional único para Manu. "Fue increíble... Termina el partido, me abrazo con mi técnico y compañeros y salgo a buscar a mi esposa y mis hijos. Ahí me cayó una ficha muy grande".
Era su tercer campeonato como parte del Big Three, ya con los tres veteranos, y con un estilo de juego que quedó en la historia. "Lograrlo tantos años después, los tres veteranos, fue impresionante... sacarse la espina del año anterior no es poco".
Y, sobre todo, significó algo impensado en su niñez: "Llevar la bandera argentina a ese nivel... yo también era el fan que miraba a Michael Jordan".
Tim Duncan, Tony Parker y Manu: un Big Three irrepetible
Ginóbili no lo disfraza de falsa modestia: aquel trío cambió la NBA. "Nuestra historia hubiese sido distinta sin ese campeonato... Fue un hermoso momento. No pasa muy seguido y ya los tres veteranos".
Gregg Popovich, por su parte, fue su padre deportivo. Un viejo gruñón adicto a la genialidad.
No hay Manu sin Pop. No hay Pop sin Manu. "Viejo gruñón, hincha pelotas como pocos… pero preparado, un buen tipo. Quería lo mejor para vos y para el equipo".
Al principio, confiesa, fue un martirio: "2003 y 2004 fue una tortura. Pensabas: o me odia o es psicópata". Pero con los años entendió todo: "Después entendés que las razones eran puras... estuvimos 16 años juntos".
Popovich los moldeó a él y a Parker, incluso cuando todo parecía un experimento. "Supo escucharnos. Supo apretar ciertos botones. Ahí está su genio".
El murciélago atrapado por Manu Ginóbili y la leyenda con los sub-12
Manu reconoce que pocos momentos superaron ese episodio a nivel de fama infantil. "Los sub 12 no les importa que haya salido campeón: les importa que capturé un murciélago. Es lo más importante que hice para los más chiquitos".
Fue en 2009, en un estadio acostumbrado a los murciélagos. El video se volvió icónico. Y Manu lo revive con humor: "Me paré, un idiota total, ¿en qué cabeza cabe que iba a agarrarlo con la mano? Pero pasó cerca, le di un manotazo y lo agarré".
El reconocimiento de sus hijos: el día en que papá apareció en un cartel
Ginóbili recuerda cuándo sus hijos empezaron a entender quién era él en el mundo. "Lo primero fueron los carteles de la vía pública... preguntaban: ‘¿por qué está papá ahí?’ ‘¿Yo puedo estar ahí?’".
La respuesta fue simple: "Dijimos que cualquiera podía estar ahí... un día estaba yo, otro día podía estar otro papá".
El paso del tiempo hizo el resto. Las fotos, los fans, los partidos. El genio de Manu Ginóbili en la NBA abrió el camino para los demás y rompió, definitivamente, un molde.
