BARCELONA -- A la sombra de la actualidad, con el equipo del 'Tata' Martino preparando el inicio de la temporada y la dupla Messi-Neymar prometiendo toda clase de alegrías para la afición culé, el Barcelona celebra hoy un aniversario especial: 40 años del fichaje del Johan Cruyff futbolista por el club.
La tarde del 13 de agosto de 1973, en un hotel de Amsterdam, Armand Carabén, en representación de la entidad azulgrana, cerró con el presidente del Ajax el traspaso más trascendente del momento. Tras cerca de dos meses de difíciles negociaciones y gracias a la terquedad del propio holandés, el Ajax acabó cediendo a sus deseos.
El fichaje de Cruyff, tan lejano hoy en el tiempo, puede considerarse el primer gran 'culebrón' en la historia del fútbol moderno. El holandés estaba en la agenda del Barça desde tres años antes, cuando en el Camp Nou entrenaba el inglés Vic Buckingham (quien le había dirigido en sus primeros años en el Ajax), pero su incorporación era imposible por no permitirse en aquel tiempo la presencia de futbolistas extranjeros.
Cuando en la primavera de 1973 la Federación Española de Fútbol aprobó la posibilidad de fichar a dos extranjeros por club, la directiva encabezada en aquel entonces por Agustí Montal no dudó en convertir a Johan en su estrella. Pero las trabas, múltiples, llegaron a hacer dudar del éxito en la negociación.
Tal es así que, fichado ya el peruano Hugo 'Cholo' Sotil, el Barça inició una negociación paralela con el Bayern Munich para incorporar al alemán Gerd Müller, pero la cabezonería de Cruyff cambió la historia.
El Barça tenía cerrado un acuerdo con el holandés por el cual le aseguraba un contrato de tres años a razón de 60 mil euros de la época, una cifra hoy ridícula pero entonces excepcional. Pero el presidente del Ajax, Michael van Praag, no aceptó la propuesta de 360 mil euros por el traspaso.
A principios de agosto, el gerente del Barça, Armand Carabén, viajó personalmente a Amsterdam para desatascar una negociación enquistada. Mano a mano con Cor Coster, suegro y representante de Cruyff, el dirigente catalán inició una presión sobre el Ajax que acabó siendo definitiva.
NO AL REAL MADRID
Pero que que se vivió en los siguientes días, fueron capítulos curiosos. De hecho, la tarde del sábado 11 de agosto, Van Praag recibió una llamada personal de Raimundo Saporta, mano derecha de Santiago Bernabéu, en la que el dirigente del Real Madrid le trasladaba una oferta superior a la del FC Barcelona y le animaba a convencer al jugador de aceptar la propuesta.
Cruyff, ya enfrentado a la directiva del Ajax y decidido a fichar por el Barça, dio un paso al frente en una decisión hoy olvidada pero que fue decisiva en ese momento.
"Soy un hombre de palabra y se la di al Barça. No jugaré en otro club", le dijo Johan al presidente del Ajax, recordando a quien quisiera escucharle que el club azulgrana había sido el primero en interesarse por él. "Hace tres años que espero este momento".
Presionado por su directiva, Van Praag amenazó a Cruyff con no venderle si no aceptaba la propuesta del Real Madrid y Johan reaccionó amenazando al Ajax con declararse en rebeldía si no firmaba su traspaso al Barça.
Por fin, el lunes 13 de agosto, los abogados del holandés y Cor Coster firmaban el acuerdo de traspaso en un hotel de Amsterdam. En una habitación contigua recibió la noticia Carabén. Y a primera hora de la tarde de aquella jornada se cerró el traspaso más caro de la historia.
La carrera futbolística de Cruyff en el Barça no se dibujó precisamente por los éxitos. Aterrizó a lo grande, liderando a un equipo que rompió una sequía de 14 años sin ganar la Liga con una temporada de ensueño, con noches inolvidables y convirtiendo el campeonato en un paseo. Marcó un gol legendario al Atlético de Madrid que le valió el apodo de 'El holandés volador' y guió al equipo que logró el inolvidable 0-5 en el Bernabéu en febrero de 1974, pero la gloria, en forma de títulos, fue efímera.
En sus cinco años de azulgrana Cruyff solamente sumó una Liga y una Copa de España, pero su trascendencia en la indiosincracia del club fue más allá de esa sequía. Llenó el Camp Nou, siendo el primer crack global de este deporte y su calidad como jugador consiguió una unanimidad hasta entonces nunca contemplada por el aficionado del Barça.
"Cambió muchas cosas, en el campo y en el vestuario", admitió muchos años después Charly Rexach, amigo íntimo del holandés hasta 1996 y que reconoce en su personalidad arrolladora la clave de lo que acabó por convertirse después el Barça, cuando en 1988 regresó para resucitar al club desde el banquillo.
En sus cinco temporadas como futbolista del Barcelona, Johan Cruyff jugó 227 partidos y marcó 85 goles. En 1978, con 31 años y coincidiendo con la llegada a la presidencia de Josep Lluís Núñez, se convirtió en la estrella de los Washington Diplomats, con un corto paréntesis en el Levante y antes de volver a Holanda, donde se reincorporó al Ajax.
En 1983, enfrentado otra vez a Van Praag, Johan dio el golpe pasando al máximo rival, el Feyenoord, con el que ganó el doblete holandés para, entonces sí, retirarse por la puerta grande.
Cinco años después, en mayo de 1988, Cruyff regresó al Camp Nou como entrenador para iniciar una etapa que aún hoy mantiene su sello. Pero esa es otra historia.