El español Rafael Nadal no pudo tener su esperado Roland Garros, donde cayó ante un sólido Alexander Zverev en la primera ronda, en un duelo que tuvo aires de despedida pese a que el 14 veces ganador no ha descartado regresar el año próximo.
El resultado, 6-3, 7-6 (5) y 6-3, fue tan apelable como el partido, que tuvo un único dominador, salvo un intento del español en el segundo set y en el inicio del tercero, que acalló el germano elevando el nivel para no dar esperanzas a su rival y a la grada que lo aclamaba.
Aunque Nadal se negó a decir adiós, abundaron los síntomas de que era una despedida. Las tribunas llenas en una primera ronda, algo que nunca antes se había visto, la congregación de los fieles del español, reunidos para asistir a un milagro o a un final de ciclo.
Fue lo segundo, aunque Nadal, que por primera vez en toda su carrera encadenó dos derrotas consecutivas sobre arcilla, dejó algún destello de que no está tan lejos de la primera clase del tenis.
Al final se despidió del público, aseguró que "seguramente" será su último baile en la Central, aunque reiteró que no lo asegura al 100%, agradeció el apoyo y dijo adiós: "Lo que siento ahora es difícil de describir, es algo muy especial que siempre llevaré en mi corazón".
Nadal aseguró que le queda todavía para poder rivalizar contra jugadores como Zverev, pero demostró que su apuesta por seguir un año más, a punto de cumplir los 38, no era tan ilusa como algunos pretendían y que su sueño de volver a París para los Juegos dentro de dos meses es posible.
El alemán, al que este triunfo propulsa a la categoría de favorito de la edición más incierta de los últimos años, lleva tiempo queriendo pedir paso, pero a sus 27 ve pasar el tiempo sin levantar un grande.
Es el único de los tenistas en activo que ha encadenado semifinales en París los tres últimos años. La de 2022, dramática contra Nadal, la abandonó en silla de ruedas tras quebrarse un tobillo.
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