14 de septiembre de 2009. Roger Federer, de 28 años, se enfrentaba en el Arthur Ashe por la final del US Open ante un jovencísimo Juan Martín Del Potro de tan solo 20 años. De un lado se encontraba el suizo que venía de ser campeón en las cinco ediciones pasadas (2004, 2005, 2006, 2007 y 2008) y que era número uno del mundo mientras que del otro estaba la sensación juvenil del circuito que en ese entonces llegaba a la final con seis títulos ATP en su palmarés y siendo el número seis del planeta.
¿Pero quien iba a imaginarse, solo unos días atrás, que el (casi) imbatible Federer iba a perder aquel trofeo que parecía destinada a irse otra vez a sus vitrinas? Para contextualizar al Roger de ese entonces, más allá de su historial en Nueva York y su reinado como número uno del mundo, el suizo arribaba al último torneo de Grand Slam de la temporada con cuatro títulos ganados (Madrid, Roland Garros, Wimbledon y Cincinnati) y habiendo hecho final también en el Abierto de Australia. Además, los únicos tenistas que lo habían podido derrotar en esos nueve meses de temporada solo habían sido: Andy Murray, Rafael Nadal, Novak Djokovic, Stan Wawrinka y Jo-Wilfried Tsonga.
Hay que sumar, además, que las cinco coronas consecutivas en la Gran Manzana fueron un hecho sin precedentes en la Era Abierta. Los únicos que habían podido enarbolar títulos semejantes de manera seguida habían sido John McEnroe (1979, 1980 y 1981) e Ivan Lendl (1985, 1986 y 1987). Pero nadie los había podido superar nunca. Hasta la llegada de Su Majestad. Para ver una gesta similar a lo que venía haciendo Federer hay que ir a la década de 1920 con Bill Tilden ganando seis torneos seguidos: 1920, 1921, 1922, 1923, 1924 y 1925. Es decir, que de haberle ganado a Del Potro, el suizo hubiese igualado una marca imposible que ya lleva casi 100 años.
El encuentro entre el argentino y el ex número uno del mundo duró 4 horas y seis minutos con victoria para el sudamericano por 3-6, 7-6 (5), 4-6, 7-6 (4) y 6-2. Y a partir de ese momento, la historia fue otra. Federer se quedó sin su hexacampeonato en Nueva York (de hecho, nunca más pudo ganar el US Open después de aquella caída) y Del Potro se erigió como el último campeón sudamericano de un major.
Pasan los años y la gesta de Juan Martín Del Potro sigue sin repetirse y será inigualable. Por el contexto, por el rival, por el récord que tenía Federer por romper y porque enfrente no tenía a un tenista cualquiera, tenía a una leyenda viviente.