Serán 23 años los que finalmente se cumplan para que ni el Big 3 forme parte de la foto oficial de las Finales ATP. Novak Djokovic anunció su baja del torneo final de temporada y, con ello, el fin de una Era. Roger Federer retirado y Rafael Nadal en plena despedida, obviamente, completan el trío del ayer.
Pero en aquellos tiempos, un 12 de noviembre de 2001, Lleyton Hewitt tocaba el cielo con las manos como local. En Sídney, el australiano se coronó campeón de las ATP Finals (llamada Masters Cup en ese entonces) tras vencer al francés Sebastien Grosjean en la final y, a los 20 años, se acercaba al número uno del ranking mundial.
Arribó al evento como el preclasificado número dos tras haber ganado cinco títulos en esa temporada (el ATP justamente de Sídney, Queen´s, Hertosgenbosch, Tokio y Flushing Meadows). El máximo cabeza de serie era el brasilero Gustavo Kuerten, campeón del torneo en Lisboa la temporada anterior. Hewitt, en ese 2001, llevaba 77 victorias y como local cumplió un sueño.
En su primera presentación, el por entonces joven de 20 años derrotaría a Grosjean por 3-6, 6-2, 6-3. Días más tarde dio un nuevo paso al imponerse ante nada más y nada menos que el estadounidense Andre Agassi, tercer preclasificado y campeón del Abierto de Australia ese año, por 6-3, 6-4. Para cerrar un round robin perfecto, con tres triunfos, vencería a su gran amigo Patrick Rafter, con quien soñó durante todo el año clasificarse a ese torneo, con parciales de 7-5, 6-2.
El sueño estaba cada vez más cerca y su próxima víctima fue el español Juan Carlos Ferrero; lo eliminó por 6-4, 6-3. Finalmente, Hewitt se alzaría con la gloria en una fabulosa actuación en la final, haciendo delirar a sus compatriotas que lo alentaron durante todo el torneo: 6-3, 6-3, 6-4 ante Grosjean para que la copa llegue a sus manos.
Una semana después, el australiano se convertía en el número uno del mundo y al año siguiente, en Shanghai, defendería con creces su corona.