Sinónima de vigencia y constante evolución. El serbio Novak Djokovic (6°) volvió a quedarse con uno de los puntos de la actual edición de Roland Garros, en esta ocasión frente al italiano Jannik Sinner (1°) en semifinales, demostrando que aún tiene hilo en el carretel para competirle a los mejores del mundo.
Luego de adueñarse de un soñado peloteo contra el alemán Alexander Zverev (3°) en la ronda previa, el legendario balcánico terminó nuevamente exhausto y con los brazos en jarra sobre el polvo de ladrillo francés de la Philippe Chatirer, en una clara muestra que la edad es tan solo un número en aquellas oportunidades en que el deseo, el talento y la preparación son aún mayores.
Pese a cerrar la cuenta en 26 impactos, 15 menos que versus el nacido en Hamburgo, el 24 veces campeón en torneos Grand Slam, que había fallado 6-4 en el primer set, dejaría una vez más boquiabiertos a todos los fanáticos presentes en la cancha principal, no solo por su asombrosa capacidad atlética sino también por el rival al otro lado de red, salvando una ventaja en el inicio de la segunda manga de un modo galático al combinar derechas, drops y voleas para culminar agotado y sonriendo socarrónamente.
La gente enloquecería instantáneamente para reconocer la labor del dueño de 100 títulos en el circuito masculino, así como la entrega del vigente líder del ordenamiento, quienes luchan palmo a palmo para enfrentar al español Carlos Alcaraz (2°) en la definición del evento parisino.
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