NUEVA YORK -- Tras ceder el primer set, Stan Wawrinka tomó el control de las acciones y se impuso por 6-7 (1), 6-4, 7-5 y 6-3 ante el serbio Novak Djokovic, N°1 del mundo, en la final del US Open. El suizo ganó su tercer título de Grand Slam, tras sus conquistas en Roland Garros y el Abierto de Australia.
Wawrinka fue de menor a mayor. En este partido, en el torneo, en su carrera. El suizo volvió a mostrar un gran nivel, como en sus recientes victorias ante Kei Nishikori y Juan Martín del Potro y supo cómo doblegar a Djokovic, defensor del título y que venía de una semana atípica por varios retiros de sus rivales. Stan tuvo un comienzo con dudas, pero logró sobreponerse a la adversidad y tomó el control de las acciones con sus potentes golpes. Para el final, además, fortaleza mental para no ceder ante los problemas físicos de su rival. Festejo suizo en Nueva York.
En el inicio, todo de Djokovic. El serbio comenzó con solidez y se aprovechó al máximo de las imprecisiones de Wawrinka, que en un abrir y cerrar de ojos se vio 1-4 abajo. El N°1 del mundo tuvo todo en sus manos, con un 0-30 desde la devolución y, poco después, dos set points en el 5-2. Pero dudó y tuvo trabajo extra.
Wawrinka empezó a sentir mejor los impactos y pasó, con menos errores no forzados, a dominar con la potencia de sus golpes. Achicó cifras, se puso 5-5 y acto seguido llevó la definición al tiebreak. Ahí, lo mejor del partido. Dos grandes puntos seguidos rompieron el molde: primero, el suizo; y luego, el serbio, con un passing tremendo de revés para ponerse 3-1. Y no soltó más el dominio. El primer set, para Djokovic.
Después del oasis del desempate, el juego volvió al control de Wawrinka. El suizo apoyado en su potencia se quedó con el servicio de Nole y en el siguiente game levantó un 0-40 para ponerse 4-1 al frente. Sin embargo, despertó Djokovic y hasta tuvo tiempo para el desahogo con un gran grito tras ponerse 3-4 al recuperar el break.
Intenso, cambiante y con buen nivel desde ambos lado de la red. A la altura de las circunstancias. Pero en el juego de las emociones, un paso al frente para Wawrinka: bancó su servicio para el 5-4 y le pasó la presión a Djokovic, que dudó de más y dejó correr el set con una derecha invertida ancha.
Los primeros tres games del tercer set fueron bien gráficos al partido. Con Djokovic desaprovechando oportunidades y Wawrinka sacándole la máxima tajada posible. El serbio no pudo cerrar cuatro puntos de quiebre entre los primeros dos games (2 de 12 hasta ahí) y en el medio recibió una rotura: 3-0.
¿Más problemas para Nole? Con el saque, 30-30. Pero ante la adversidad, su mejor versión. Reaccionó, levantó un punto clave para evitar un 1-4 y poco después puso el marcador 3-3. Los nervios fueron en aumento y el juego pasó a ser un poco deslucido por un momento, sobre todo en el game que desencadenó para el 5-4 para Wawrinka.
Y otra vez, en un pasaje tenso, el suizo salió mejor parado. Ganó su servicio con autoridad y quebró para el 7-5. Dedo en la sien en su ya clásico festejo en Nueva York. Y un claro mensaje en cancha.
Wawrinka tomó impulso con la ventaja y tuvo un inicio estupendo. Un quiebre y un game bárbaro con el saque, con ace y tiros ganadores, para el 3-0. Encima, Djokovic con problemas físicos y dos doble falta en un game clave (que de todas maneras terminó sacando adelante) para irse directo a la silla para tratarse con el médico por inconvenientes en sus pies.
Al regreso, 30-0 y un Nole con dificultades para correr. Pero Wawrinka pasó a ser un manojo de nervios y quedó en break point en contra: los sacó adelante los tres. Y después cerró el game con un winner de derecha para el 4-1. Pasó el temblor. Y luego, autoridad con el saque (5-2) y dolores en aumento para Djokovic en su pie, con nueva atención del trainer.
No todo estaba dicho. Un espacio para los nervios, con dos decisiones apresuradas y un 0-30 en el marcador. Pero el servicio salió al rescate. Y después de dejar correr un match point, con un Djokovic totalmente dolorido después de un puntazo en el que Wawrinka le hizo conocer cada sector de la cancha, Stan vio cómo la pelota del N°1 del mundo se iba larga. Brazos en alto, festejo medido y nuevo título de Grand Slam, el tercero en su cosecha tras Roland Garros y el Abierto de Australia.