El dominio de Ashleigh Barty se agranda cada día más con su presente dentro del circuito. Tiene asistencia perfecta en finales de Grand Slam: ha ganado título en cada una de las tres definiciones que disputó: Roland Garros 2019, Wimbledon 2021 y, ahora, el Australian Open 2022. La victoria sobre Danielle Collins (30ª del ranking) significa, además, el fin de una sequía para el tenis del país oceánico. 44 después de la última alegría en manos de Chris O'Neill, la N° 1 del mundo volvió a alegrar a su público.
A fines de la temporada pasada, Barty ingresaba en la historia como la quinta jugadora en finalizar como N° 1 del mundo por tercer año consecutivo, uniéndose en una lista estelar encabezada por Steffi Graf, Martina Navratilova, Chris Evert y Serena Williams. Su triunfo en casa frente a la norteamericana Collins por 6-3 y 7-6 (2) la deposita nuevamente en una posición privilegiada al convertirse en una de las dos jugadoras activas, junto a la menor de las Williams, que han ganado títulos de Grand Slam en las tres superficies disponibles.
Su llegada a la final le garantizó la permanencia en la cima del ranking, lugar que habrá ocupado, desde el próximo lunes, a lo largo de 113 semanas, convirtiéndose nuevamente en la segunda jugadora activa con mayor tiempo allí, detrás de Serena Williams (319 semanas) y octava desde la puesta en marcha del listado femenino mundial.
Una consagración emotiva gracias al apoyo de su gente pero también históricamente consagratoria. En una definición en la que parecía tenerlo todo bajo control, debió afrontar un 5-1 abajo en el segundo parcial, demostrando una vez más, su calidad de líder dentro del circuito femenino a la hora de chocarse con momentos de tensión. Una de las tantas cualidades que la sitúan como la mejor jugadora del momento.