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Yamamoto sigue engordando su corta leyenda

MIAMI -- El derecho hawaiano Jordan Yamamoto ha sido la sorpresa más agradable para los Miami Marlins en la presente temporada.

Yamamoto lanzó cinco entradas, en las que permitió cuatro hits y tres carreras, una de ellas sucia, a los San Diego Padres, para apuntarse su cuarta victoria sin derrota, al imponerse con pizarra de 12-7 en el inicio de una serie de tres partidos en el Marlins Park.

“Este fue mi primer choque con la adversidad, pues tuve un segundo inning malo, en que me anotaron las carreras, pero por suerte logré recuperarme y darle al equipo la posibilidad de ganar”, explicó Yamamoto.

El serpentinero de 23 años fue la cuarta pieza que llegó a los Marlins procedente de los Milwaukee Brewers en el canje por Christian Yelich en enero del 2018.

Fue casi que una contra, una ñapa, un extra o como quieran llamarle, en una transacción que levantó mucha polémica, más en Milwaukee, que en Miami.

Yelich no quería formar parte de la reconstrucción del equipo de la Capital del Sol, recientemente adquirido por Derek Jeter y compañía, así que pidió que lo cambiaran.

Así, los Marlins consiguieron a Lewis Brinson, el prospecto número uno de la organización de los Brewers, además de al también jardinero Monte Harrison, al segunda base puertorriqueño Isán Díaz y a Yamamoto.

¿Van a soltar a Brinson por el peloterito ese de Yelich? Ese fue el reclamo de la fanaticada de Milwaukee a la gerencia, en lo que parecía un cambio descabellado.

Pero no pasó mucho tiempo para que el jardinero zurdo llegado de Miami empezara a encantar con su juego que le valió el premio de MVP en la Liga, mientras Brinson no pasaba de ser una promesa incumplida.

El intercambio había sido pérdida total para los Marlins, hasta que el 12 de junio pasado, contra todo pronóstico, fuera llamado de las Ligas Menores, donde tenía un pobre registro de 3-5, con 3.58 de efectividad en 12 aperturas en AA.

Su debut no pudo ser mejor: siete entradas en blanco, con tres hits y cinco ponches ante los St. Louis Cardinals.

Seis días después repitió la dosis ante los Cardinals con otros siete episodios sin carreras, dos cohetes y siete abanicados.

Ya no era casualidad y se fue al descanso por el Juego de las Estrellas con balance de 3-0 en cinco salidas y efectividad de 1.24, sin ser ese pitcher supersónico sobre las 95 millas por hora, sino con un trabajo basado en el control de su envíos sobre las esquinas y la acertada mezcla de sus lanzamientos para sacar de balance a los rivales.

Ahora exhibe un récord de 4-0 y 1.59 en seis aperturas, en que la mayor cifra de hits permitidos es cuatro, para convertirse en piedra angular de la prometedora rotación de Miami, mientras que Brinson sigue hundido estrepitosamente en una mediocridad que lo persigue hasta nuestros días y Harrison y Díaz todavía esperan por debutar algún día en las Grandes Ligas.