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¿Qué convierte a Ichiro en un Salón de la Fama?

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¿La tercera oportunidad será la vencida para Carlos Beltrán? (3:08)

El oriundo de Puerto Rico tiene grandes posibilidades de ingresar a Cooperstown. Enrique Rojas da las últimas novedades al respecto y sostiene que Beltrán merece tener una placa en el Salón de la Fama. (3:08)

Los números de Ichiro en más de dos décadas de grandeza en Japón y MLB, hacen su ingreso indiscutible, pero hay mucho más allá


Ichiro Suzuki se convertirá en miembro del Salón de la Fama —y posiblemente sea la segunda elección unánime de la historia— cuando la Asociación de Escritores de Beisbol revele sus votos el martes por la noche. Las estadísticas de Ichiro a lo largo de más de dos décadas de excelencia, primero en Japón y luego en MLB, hacen que su ingreso sea indiscutible, pero la leyenda de Ichiro es mucho más que sus 3,089 hits en las Grandes Ligas y su promedio de .311 durante 19 temporadas con los Seattle Mariners, los New York Yankees y los Miami Marlins.

Mientras el emblemático jardinero recibe su convocatoria para Cooperstown, hemos pedido a antiguos compañeros de equipo, rivales y otros grandes de la MLB que describan cómo fue jugar con Ichiro, lanzarle y simplemente ser testigo de su legendaria carrera.


Primeras impresiones de Ichiro

Cuando Ichiro llegó a las Grandes Ligas, había mucho escepticismo sobre cómo le iría a un bateador japonés en la MLB, ya que nadie había dado el salto. Empezando por sus compañeros de los Mariners, encontró la manera de llamar la atención desde el principio.

John OIerud, compañero de equipo con los Mariners de 2001 a 2003: "Escuché a Bobby (Valentine) hablar de un tipo que era realmente bueno y que podría jugar aquí, en las Grandes Ligas". Ichiro fue el primer jugador de posición japonés en venir, así que nadie sabía si iba a poder tener éxito aquí en las Grandes Ligas. Recuerdo que la primera vez que me encontré con él en el clubhouse de Seattle, él sabía quién era yo y yo no sabía muy bien quién era él. Hablando con Tom Robson, que es el entrenador de bateo, me dijo que Ichiro era más grande que Elvis en Japón, sólo para darme un marco de referencia. Y a pesar de lo importante que era en Japón, seguía existiendo la duda sobre si los jugadores de posición podían competir aquí de la misma manera".

Mike Cameron, compañero de equipo con Mariners de 2001 a 2004: "Mi anécdota favorita fue su primer año en los entrenamientos de primavera. Nuestro entrenador era Lou Piniella. Ichiro bateaba bolas de foul por encima del dugout de tercera base y por encima del tercera, y conseguía muchos de sus batazos entre primera y segunda, el short y tercera, y por encima de la cabeza del torpedero. Y un día Lou se enfadó. Estaba en el último escalón e Ichiro volvía al dugout. Creo que había dado un rodado o algo así. Y Lou siempre vociferaba todo lo que quería decir, y hablaba tan alto -- estoy seguro de que Ichiro lo oyó -- que le preguntó a nuestro entrenador de banca, '¿Puede este tipo sacar la pelota una vez?'. Y efectivamente, en el siguiente turno al bat, se levantó y bateó un jonrón hacia banda derecha.

“Llegó a las bases sin ninguna expresión de nada, con la misma cara seria de siempre, con las gafas de sol puestas, se quitó el casco, se quitó los guantes, puso el bat en su batera personal que estaba en el banco, y se sentó y dijo: '¿Cómo estuvo eso?'.

"Y todo el mundo comenzó a reír".

Brett Boone, compañero de equipo con los Mariners de 2001 a 2005: "Al principio, no teníamos ni idea de cómo tratarlo. Ahora tenía un compañero de equipo con su nombre de pila en la espalda. Nadie lo había visto antes. Tenía su propio programa y su propia BP y todo el mundo conocía sus credenciales en Japón, pero no teníamos ni idea de cómo se iba a traducir eso aquí. Pasó los entrenamientos de primavera como un profesional. Los chicos le pedían que hiciera esto y aquello. Y él te miraba como diciendo: "No, yo sé lo que estoy haciendo". Tuvo una buena primavera, todavía todo el mundo esperaba ver lo que iba a hacer y salió, y dio el batazp. Y ésa fue la primera temporada -- fue bastante impresionante. Me daba bolas de arroz todos los días. Fue genial y realmente encajó en esa dinámica. Quiero decir, fue un año extraño para todos nosotros porque la prensa japonesa estaba aquí y era casi como tener una rueda de prensa de postemporada todos los días".

El chef, Jeremy Bryant, comenzó una etapa de más de 20 años con los Mariners en 1999, cuando se inauguró lo que ahora se llama T-Mobile Park. Le dijeron con un año de antelación que Ichiro se incorporaría al equipo, un miembro del personal se refirió a él como 'El Michael Jordan de Japón', así que Bryant pasó un verano aprendiendo cocina japonesa. Cuando Ichiro llegó, Bryant estaba preparado – con el refrigerador repleto de comida japonesa gourmet y su mente lista para prepararla al gusto del superestrella. Entonces, Ichiro entró en la habitación con una pregunta que Bryant no esperaba.

"¿Tienes una hamburguesa con queso?".

Bryant: "No tenía una hamburguesa con queso. Ni siquiera pensé que querría eso. Estaba sugiriendo todas estas cosas y le digo: '¿Qué tal alitas?'. Y me dijo: '¡Ah, sí, alitas! Muy bien'. Empecé a marinarlas al estilo mexicano. Les puse un poco de jugo de limón, ajo, y antes de ir demasiado lejos, les puse un montón de salsa teriyaki, y entonces bromeé con él, 'Estas son mis alitas mexi-yaki'. Salió, tuvo su día de apertura, todo fue bien. Y al día siguiente me dijo: "Alitas otra vez, por favor". Dejé el estadio para ir a comprar más alitas, volví, las hice otra vez, y luego tercer día, otra vez. Lo juro por Dios, hombre -- durante 10 años, comió esas alitas. Cada partido que jugábamos por la noche, Ichiro comía esas alitas. A la misma hora, a las 17:05 todos los días, porque era el primero en salir de la práctica de bateo. Se las comía exactamente en la misma silla. Nunca se sentaba en un sitio diferente en nuestro pequeño comedor. Y usaba el mismo plato. Incluso las cocinaba en la misma sartén. Y en los días que salían, cuando el equipo volaba, no quería alitas. Quería dos corndogs. Sólo dos, y tenían que ser los básicos, los comunes --los compraba en Costco, los congelados. Yo tenía todas estas cosas gourmet listas para este hombre, y a él le encantaban dos corndogs en los días que salían".

Aunque no tardó en convencer a sus compañeros --y a los miembros del equipo--, Ichiro tuvo que demostrar su valor al resto de la liga. Por supuesto, batear .350 en su camino hacia el MVP de la Liga Americana y los honores de Novato del Año en 2001 ayudaron inmensamente.

Tim Salmon, rival con los Angels de 2001 a 2006: "Recuerdo haberlo visto por primera vez y lo delgado que era. No era un hombre grande. Pensé: 'Bueno, será interesante ver cómo se desarrolla esto'. Es un jardinero derecho. La mayoría de los jardineros derechos son grandes y potentes.

“Tenía una complexión muy delgada pero un talento increíble, y podía ser lo que quisiera. Además, su brazo era fenomenal. Tenía un cañón en el campo y la gracia con la que hacía las cosas era genial, ya fuera cargando la pelota o con su juego de pies, y era capaz de hacer ese lanzamiento perfecto cada vez que lo deseaba o corriendo las bases. Se deslizaba y lo hacía todo con elegancia. Era realmente raro de ver".

Joe Maddon, manager rival de los Rays y los Cubs (y coach de banca de los Angels en 2001): "Realmente, creo que podía mirar el campo y decidir dónde quería colocar la pelota y luego la golpeaba de manera que cayera frente a los jardineros. Aunque tenía explosión en el bat, sabía cómo golpearla por encima de los jardineros --casi como si su bat fuera un fungo-- y como si el pitcher simplemente la lanzara al aire y él la golpeara en alguna parte, era realmente enloquecedor defender eso".

Mike Sweeney jugó con y contra Ichiro durante muchos años en la Liga Americana. También compartieron vestuario en el All-Star en varias ocasiones. Sweeney recuerda la primera vez que se encontró con Ichiro, cuando Sweeney jugaba en primera base con los Royals en 2001.

Sweeney: “Empezó el juego con un batazo entre el jardín central y el izquierdo y llegó a la primera base, y todo lo que podía pensar era que cuando estaba en Japón jugando contra los All-Stars japoneses, cada vez que un estadounidense conseguía un batazo de base, en la pantalla gigante aparecía un gran gráfico, parecido a un gráfico de los años 50 y 60 de Batman y Robin. Los que decían, "¡Pow!" o "¡Boom! Y decía: 'Buen batazo'. Y por los altavoces, escuchabas al cronista decir, "Buen batazo". Y se veían esos grandes gráficos en la pantalla gigante.

"Como soy un chico del sur de California que no habla japonés, no sé qué decirle a Ichiro. Ni siquiera sé si sabe inglés. Acababa de llegar durante los entrenamientos de primavera. Así que lo miro, le doy una palmada en la espalda y le digo: "Ichiro, buen batazo". Y no sé qué tipo de respuesta voy a recibir. Y él me mira --nunca lo había visto antes-- y me dice, 'Mike Sweeney, buen trasero'. Empecé a morirme de risa. Pensé, Dios mío, su inglés era perfecto. Sin acento. Y no paraba de pensar, Dios mío, este tipo va a ser genial".

Con una carrera de casi dos décadas en las Grandes Ligas, Ichiro terminó jugando con los mismos hombres que lo miraban con asombro desde lejos cuando irrumpió con los Mariners.

Chris Rusin, lanzador de los Rockies que permitió el hit 3,000 de Ichiro: "Lo vi crecer. Fui a un par de partidos de los Tigers y casualmente jugaban contra Seattle. Nunca pensé que jugaría contra él o que lanzaría contra él, y mucho menos que le daría el hit número 3,000".

Christian Yelich, compañero de equipo con los Marlins de 2015 a 2017: "Crecí viendo a Ichiro de niño. En la primaria, en la secundaria. Así que cuando lo firmamos por primera vez, no podía parar de pensar, 'Oh m---, voy a jugar con Ichiro. Es una locura'. Y no tienes muchos momentos como ése. Por lo menos, yo no los tuve en las Grandes Ligas, donde juegas a atrapar la pelota con un tipo en el campo y dices: 'Diablos, estoy jugando a atrapar con Ichiro en este momento'. Es una sensación extraña. Pero también era muy normal. Era un gran compañero de equipo y un buen amigo y fue una experiencia increíble jugar con él y verlo alcanzar un montón de hitos, porque ya era tarde en su carrera, así que parecía que en cada juego superaba a alguien o empataba".


Un asiento en primera fila para el espectáculo de Ichiro

Randy Winn jugó 115 partidos bateando un puesto por detrás de Ichiro en la temporada 2004, en la que estableció un récord de la MLB en una sola temporada, con 262 hits. Winn se refería a su puesto en el orden como un "placer" porque se beneficiaba de la energía que Ichiro absorbía de los lanzadores rivales, ya fuera durante largos turnos al bat o presionando constantemente en las bases.

Winn: "Tuvo tres meses de 50 hits. Yo tuve la suerte de tener uno en mi carrera, y parecía que me levantaba de la cama cada día con dos hits en el bolsillo. Fue increíble. Lo digo en serio. Ibas al estadio todos los días diciendo: 'Oh, ¿ya tengo dos hits? Vaya, este juego es fácil'. ¡Lo hizo tres veces en un año! No puedo ni imaginarlo. Eso para mí es tan alucinante, que ni siquiera puedo expresarlo con palabras".

Cuando Winn llegó a Seattle en 2003, le preocupaba la posible barrera del idioma al compartir el outfield con Ichiro. Winn no tardó en darse cuenta de que no iba a ser un problema: Ichiro hablaba un inglés mucho más fluido de lo que él pensaba. Winn tenía la intención de darle a Ichiro su espacio, pero a menudo buscaba oportunidades para aprender de los grandes jugadores. Una primavera, vio una oportunidad con Ichiro. Winn se acercó a él en la sala de gimnasio para preguntarle sobre su mentalidad en los juegos.

"Randy", respondió Ichiro, "quiero cinco".

"¿Qué?", respondió Winn.

"Cinco", dijo Ichiro en perfecto inglés. "Todos los días, quiero cinco hits".

"Ésa es la expectativa", dijo Winn. "'Me pongo en una posición en la que espero conseguir cinco hits. Espero ejecutar y conseguir cinco hits'. Y entonces me dije: 'Bueno, ahora entiendo por qué consigues 262'".


Momentos inolvidables

Mucho después del frenesí inicial de su llegada en 2001, Ichiro volvió a cautivar al deporte a los 42 años en busca de su hit número 3,000 en las Grandes Ligas (además de los 1,278 que consiguió en Japón). Alcanzó ese récord mientras jugaba para los Marlins en 2016, con un triple en el Coors Field de Colorado.

Rusin: "El ambiente fue una locura. Podías sentir que la multitud estaba esperando algo porque para un juego Miami vs. Colorado había bastantes fanáticos allí, y se puso bastante ruidoso cuando él llegó a la caja de bateo. Se podía sentir un poco.

"Creo que quedé 2-0 en la cuenta con él y luego lancé una recta cortada al centro del plato. Él se movió, chocó con la punta del bat, y la pelota viajó más lejos de lo que pensé que iba a llegar, y el jardinero seguía y seguía. Yo pensaba, 'Por favor, no salgas. Que no sea un jonrón. Aceptaré cualquier cosa, menos un jonrón'. Y superó la pared y terminó consiguiendo un triple, y creo que terminé saliendo de la entrada. Pero sí, cada vez que te enfrentas a un bateador así en una gran situación donde hay algo en juego, tú no quieres ser parte de ello, pero mientras no sea demasiado malo, está bien. No es tan malo ser parte de eso.

"Después del partido, estaba sentado en mi vestidor y tenía a todos los medios de comunicación a mi alrededor queriendo hablar sobre ese hit, se los expliqué y al final dije: 'Lo único que les pido es que vuelvan y le pidan un bat autografiado. Cuando se vaya, que me lo envíe'. Y cuando salí del estadio, ya había enviado el bat y lo había firmado. Un gran hombre".

Yelich: "Después de que lo recibió, estábamos juntos en el outfield jugando a atrapar la pelota en la siguiente media entrada, calentando para la parte baja de lo que fuera contra los Rockies en Coors Field. Recuerdo que jugábamos a atrapar la pelota con él y yo pensaba: 'No te atrevas a lanzar esta pelota por encima de la cabeza de Ichiro y hacer que corra hacia la pared para atraparla o algo así'. Con todas esas cámaras y toda esa gente viéndolo ahora mismo, en todo el mundo, no quieres lanzarla al aire en el outfield y hacerlo correr. Eso es lo que recuerdo haber pensado".

No se trataba sólo de alcanzar esos logros, sino de la capacidad de Ichiro para convertir cualquier momento en extraordinario. Quizá no haya mejor ejemplo que su maravilloso lanzamiento de abril de 2001 desde el jardín derecho para dejar fuera de juego al jardinero de los A's, Terrence Long, en tercera base.

Long: “Cuando me lanzó a tercera, a principios de año, estábamos en Seattle, el mismo escenario, pelota bateada al jardín derecho, pero era un poco más hacia el hueco, y yo pasé de primera a tercera, sin problemas. Así que esta vez estoy pensando, 'OK, ya fui de primera a tercera una vez', pero esta vez iba directa a él. Y vi la repetición. Yo ya estaba a tres o cuatro pasos de la segunda antes de que él lo consiguiera. Así que pensé que era imposible que me sacara, corrí, y entonces miré a los ojos del tercera base y vi que miraba la pelota. Y me dije a mí mismo, 'OK, esta pelota está a punto de pasarme'. Y pensé, dos cosas van a suceder, pero de cualquier manera, vas a estar en ESPN para siempre. Así que lo más inteligente es deslizarse, sólo para que parezca cerca. Lo peor que podría haber hecho era entrar y pararme, hubiese sido aún más vergonzoso. Así que pensé: "voy a barrerme". Pero tan pronto como me preparé para hacerlo, veo que la pelota pasa justo por delante de mí. Yo sólo pensé, 'Dios, es imposible que haya hecho ese lanzamiento'".

Incluso las jugadas rutinarias se convirtieron en leyenda cuando Ichiro entraba en el campo de juego.

Salmon: "Un año jugábamos en Seattle, y allí el césped siempre está húmedo. De todos modos, vino un batazo". Esto lo digo para ilustrar la fuerza con la que golpeaba la pelota. Salió disparada de su bat. Iba a ser un tiro fácil. Y me acerqué a tomarla, y golpeó el suelo y saltó muy fuerte. No bajé el guante a tiempo, y me golpeó en los testículos. Y literalmente, hice todo lo que pude para no rodar o lo que fuera. Recogí la pelota, la lancé y pensé: "Dios mío". Caminaba por el campo y juro que me ardía mucho ahí abajo. Pensé que debía estar sangrando. Y seguí tratando de mirar hacia abajo preguntándome si estaba sangrando.

"Me encontraba a 200 pies de distancia. Esa pelota golpeó el suelo. Parecía un golpe normal, de un solo salto, y me saltó encima --pero le pega tan fuerte que tienes que estar alerta. Recuerdo haber oído a los jugadores de campo hablar de ello. Golpeaba de tal manera que la pelota pasaba por encima del jugador, porque salía de forma diferente".

Joe Girardi, manager de los Yankees de 2012 a 2014: "Mi historia favorita de Ichiro es en realidad cuando jugó con los Mariners contra nosotros. Recuerdo que se llevó por delante a Mariano Rivera (en un walk-off) en un partido, lanzando la recta cortada hacia el interior. Tenía la habilidad de meter las manos y batear la pelota fuera del estadio. Y cuando lo veías batear en las prácticas, golpeaba una bola tras otra y las sacaba. Pero sabía que su juego era llegar a la base y robar. Así que nunca trató de ser algo que no era. El terreno que cubría era increíble y la gente no corría sobre él, o probablemente habría tenido muchas más asistencias. Y es un jugador que sumó más de 500 bases robadas. Así que no sé si realmente se le podría pedir a un jugador que hiciera mucho más que eso".


Habilidades legendarias y ética de trabajo

Ninguno de sus logros hubiera sido posible sin una combinación de habilidades en el beisbol y ética de trabajo que distinguen a Ichiro de sus contemporáneos.

Cameron: "Él era mi compañero de clubhouse y fue mi jardinero derecho durante los tres años que jugamos juntos. Lo que sobresale es su consistencia. Su consistencia y su ética de trabajo. Él lo llama con una palabra en japonés: se llama Kaizen, y en japonés significa interminable (o mejora continua). Así que nunca estaba satisfecho. Y no creo que realmente trabajara con los números, más allá del hecho de que le encantaba la idea de conseguir hits. El tipo estaba motivado por conseguir hits y obviamente eso es evidente en el hecho de que vino aquí y jugó todos esos años y consiguió 3,000 y algo de imparables y tiene el récord de todos los tiempos en una temporada. Así que estaba motivado por eso, aunque tenía la capacidad de pegar el jonrón, algo que no creo que todos supieran realmente.

"El chico solía ir incluso en los días libres y entrenar. Era todos los días para él. Eso era todo lo que sabía. Siempre le preguntaba: '¿Qué te motiva a hacer este tipo de cosas?' "En primer lugar, su nombre significa 'el único'. Así que está destinado a ser esa persona. Y también era muy particular en todo lo que hacía, desde sus bats hasta tener su propio estuche especial para bats con un humidificador. Era un competidor".

Mark Teixeira, compañero de equipo en los Yankees, 2012 a 2014: "Pude ver a Ichiro en su mejor momento. Solo había un puñado de jugadores en el beisbol que pensé que tenían más impacto en el juego. Simplemente, pensé que era uno de los cinco mejores jugadores de todo el beisbol cuando jugué contra él.

"Lo que más me impresionó es que trabajaba más duro, se tomaba su trabajo más en serio que cualquier otra persona con la que haya jugado. Y éste es un tipo que fue miembro del Salón de la Fama, una leyenda en Japón. Podría haberse ido cabalgando hacia el atardecer. Ni siquiera jugaba todos los días, pero, sin embargo, se tomaba su oficio más en serio que nadie".

Girardi: "Creo que su durabilidad fue absolutamente increíble. Llegó aquí a los 27 años y jugó todos los días hasta los 41. Fue asombroso. Estoy mirando sus estadísticas cuando tenía 41 años. Apareció en 153 juegos y trabajó muy duro. Hay tres facetas del juego y él era realmente bueno en todas ellas. Ofensivamente, sólo sus habilidades con el bat eran absolutamente increíbles y (él) tenía la capacidad de conectar un jonrón, en cierto sentido, cuando el equipo lo necesitaba".

Más allá de todos sus otros dones, fue ésa habilidad incomparable de poner el bat en la pelota lo que más se destaca para aquellos que vieron a Ichiro, o intentaron vencerlo.

Mark Buehrle, oponente de muchos años de los White Sox, Marlins y Blue Jays (Ichiro bateó .409 en 66 turnos al bat en su carrera contra él): "Era tan bueno haciendo contacto y simplemente poniendo la pelota donde quería. Recuerdo un juego, creo que él tuvo todos los hits durante ese juego, llegó a primera base después de su tercer hit, y yo había corrido para cubrir. Fue como un hit por el lado derecho del cuadro interior. Y fui a cubrir y él estaba parado en primera base y simplemente levanté mis brazos. '¿Me estás fastidiando?' Y él simplemente hizo lo suyo todo el tiempo, 'Mi culpa', encogiéndose de hombros. Pero era tan bueno poniendo la pelota donde quería. Juro que la ponía donde los otros no estaban.

"Creo que la única vez que moví a algún jugador de posición en el cuadro interior fue contra él. Hubo un juego, él consiguió dos hits entre tercera y el shortstop. Y recuerdo el tercer turno al bat. Miré a Joe Crede (tercera base) y le dije: 'Corre hacia el campocorto, siempre le pega a la pelota justo ahí, corre hacia el campocorto'. Entonces le señalé que se moviera hacia el campocorto y ¿qué hizo Ichiro? Le pegó justo por la maldita línea, justo donde habría estado Crede. Y me dije: 'Está bien, nunca más moveré a nadie'".

Quienes han sido testigos de su práctica de bateo a lo largo de los años juran que hay otro elemento en el juego de Ichiro que desafía los modestos 119 jonrones de carrera.

Long: "Él batea, batea, batea, pero lo que más me impresionó de ese tipo fue la práctica de bateo. En sus primeras dos rondas, solo está trabajando en sus líneas y luego en su última ronda de práctica de bateo, batea pelotas lo más lejos que nadie haya visto. Y hasta el día de hoy, la gente no lo cree. Lo he visto tomar práctica de bateo muchas veces. "Él batea las pelotas más lejos que cualquiera de los grandes jugadores que puedas nombrar en esa época en la práctica de bateo".

Olerud: "Lo ves practicar bateo y yo lo compararía con cualquier bateador de jonrones de las Grandes Ligas porque conectaba una pelota de jonrón tras otra y muy, muy lejos. Era impresionante lo lejos que podía batear la pelota para que fuera jonrón y luego entrar al juego y golpear la pelota hacia el otro lado y salir corriendo de la caja. Era tan diferente. Así que para mí, siempre era, 'Oye, practicas como juegas'. Y nunca le pregunté realmente a Ichiro qué pensaba sobre la práctica de bateo, pero de alguna manera desmintió esa teoría".

El primer trabajo de manager de Bob Melvin fue en 2003 con los Mariners. Ichiro era un megaestrella en Estados Unidos en ese momento, y sin embargo Melvin lo llamó el jugador más fácil que jamás haya entrenado. Estaba tan comprometido, tan disciplinado, que Melvin a menudo bromeaba diciendo que su único trabajo era informar a Ichiro a qué hora comenzaba el juego. Pero cuando Melvin se incorporó por primera vez, se le asignó una tarea diferente: programar días libres para Ichiro tan a menudo como pudiera. Ichiro nunca quiso tomarlos, pero a menudo los necesitaba. Así que Melvin identificó una fecha temprana en el calendario que, en su mente, tenía sentido: el sábado 3 de mayo, en medio de una serie de fin de semana contra los White Sox.

Melvin le informó a Ichiro a principios de esa semana que no estaría en el lineup titular para ese juego y se lo recordó el día anterior. Le dijo que no tomara práctica de bateo y que se asegurara de llegar al estadio más tarde de lo normal. Si lo necesitaba, dijo Melvin, no sería hasta la octava o novena entrada, de todos modos. Luego Melvin entró al dugout media hora antes del primer lanzamiento y vio a Ichiro sentado en el banco con el uniforme completo, con los guantes de bateo puestos, el bat a un lado y una de sus rodillas temblando incontrolablemente.

"Estoy listo", declaró Ichiro.

Melvin: "En ese momento, pasó un chico con una camiseta de Ichiro. Me miró y asintió con la cabeza. Y me di cuenta de que la gente viene a verlo jugar y él es muy consciente de ello. Además, es un artista y quiere dar un espectáculo. Y aquí estamos en Chicago, la única vez ese año que jugamos contra los White Sox, él no está allí, y fue casi su manera de decirme: 'Ésa es una de las razones por las que no quiero días libres'. Simplemente lo miré y dije: 'Lo entiendo'".


Una personalidad única

Dos cosas estaban claras sobre la personalidad de Ichiro fuera del terreno de juego: le gustaba mucho la moda y su sentido del humor era impecable.

Esos dos rasgos chocaron una tarde a mediados de la década de 2000. Se estaba celebrando un juicio sin fundamento y uno de los jugadores de los Mariners propuso multar a Ichiro con 500 dólares por llevar otro de sus excéntricos y vanguardistas atuendos de inspiración italiana que parecían más apropiados para una pasarela europea que para un vestuario de las Grandes Ligas.

Raúl Ibáñez, compañero de equipo de los Mariners de 2004 a 2008 y de los Yankees de 2012: "Ichiro se pone de pie con mucha calma y empieza a hablar en japonés con mucha elocuencia, con una cadencia tranquila y muy distinguida. Y entonces el traductor dice: 'Ichiro-san quiere saber con cuánto te vamos a multar por obligarlo a ver toda la mie--- que ustedes usan todos los días'. Fue en algún momento de septiembre, creo que todos los que estaban en el roster de 40 hombres estaban allí, y toda la sala estalló".

Cuando Ichiro regresó a Seattle con 44 años en 2018, fue el presidente de operaciones de beisbol de los Mariners, Jerry Dipoto, quien orquestó el acuerdo con el agente de mucho tiempo John Boggs a principios de marzo, en medio del entrenamiento de primavera. Pero Dipoto nunca había conocido a Ichiro.

Se programó una conferencia de prensa en las instalaciones de los Mariners en Peoria, Arizona. Dipoto y Boggs acordaron que la gente de la oficina principal podría usar playeras polos y pantalones en color caqui e Ichiro, probablemente, realizaría su conferencia de prensa con su uniforme de beisbol. Entonces, un evento informal. Luego, esa mañana, una fila de SUV negros se detuvo en el estacionamiento. Ichiro saltó de uno de ellos.

Dipoto: "Sería conservador al decir que creo que llevaba un traje de unos $ 20,000, su cabello perfectamente arreglado y negro azabache, y tiene lo que calificaría como el mejor par de anteojos de sol que he visto en mi vida. Entra, extiende los brazos y dice: '¡Jerry!'. Lo miré y mi primer instinto fue darle una palmada en el pecho con el revés de la mano. Le dije: 'pensé que íbamos a ir de forma casual'. Y él me miró y se rió. Dijo: '¡Esto es casual para mí, amigo mío!'"

La capacidad de Ichiro para sorprender con su estilo e ingenio fue evidente desde el principio, así fuera con un árbitro...

Boone: "Uno de mis momentos favoritos fue éste: estaba corriendo en el Día Inaugural y el árbitro de segunda base (Kerwin Danley) lo estaba siguiendo hasta el jardín derecho y todos pensaron que [Ichiro] no hablaba inglés. Y creo en lo que dijo porque Danley vino hacia mí y me dijo: 'No puedo creer lo que me acaba de decir Ichiro'. Yo dije: '¿Qué?' Dijo que estaba corriendo junto a Ichiro y le dijo algo como: 'Oye, buena suerte', algo así. E Ichiro lo miró y le dijo: '¿Qué pasa, barrida en home?' y siguió corriendo hacia el jardín derecho. Eso se me quedó grabado. Fue divertido. Así era él".

... o cuando encantó a los mejores jugadores de beisbol en su primer Juego de Estrellas en 2001.

Sweeney: "(El manager de la Liga Americana) Joe Torre da este hermoso discurso, ya sabes, 'ustedes son los mejores del mundo en este clubhouse. Echen un vistazo alrededor. Están en una clase de élite. Hay sólo 70 personas en el mundo que van a jugar aquí esta noche, y ustedes son uno de ellos'. Y miras alrededor, ves a Derek Jeter y Mariano Rivera, y estás mirando alrededor de la sala diciendo, 'Dios mío, esto es genial'. Así que al final, todos tenemos esa especie de sensación de que estás en una catedral, pero, sin embargo, estás en un clubhouse de beisbol al mismo tiempo, y piensas, ¿hacia dónde vamos desde aquí? Y Joe Torre dice, '¿Alguien tiene algo que agregar?' Y pensamos, ¿cómo puedes superar a Joe Torre? Y miramos a nuestro alrededor e Ichiro se levanta, levanta la mano, ¿a dónde quiere llegar con esto? Y dice, 'Vamos a patearles el mal--- trasero'. Y el lugar estalló, todo el vestuario.

"Fue algo que nunca olvidaré. Entonces, cada año en los Juegos de las Estrellas que siguieron, simplemente era algo como decir, OK, quien sea el manager, puedes decir lo que quieras, pero el número 51 siempre tiene la última palabra. Y era algo tácito: miras y ves a Jeter, el mejor jugador de nuestro tiempo. Y cuando el manager terminaba, era algo como, ok,, eso fue bueno, pero espera a escuchar lo que Ichiro tiene que decir. Él tiene la última palabra".


No siempre fue fácil

El primer año de Sweeney jugando con Ichiro fue 2009, justo después de que Ichiro había llevado a Japón a un título del Clásico Mundial de Beisbol. Llegó con mucho estrés, en medio de informes de problemas entre Ichiro y algunos de sus compañeros de Seattle y una úlcera sangrante.

Sweeney: "Había oído que Ichiro estaba distanciado de sus compañeros de equipo. Algunos de ellos estaban celosos de él, algunos de ellos no lo estaban integrando al equipo como debían. Y yo estaba en shock. Pensé, este tipo es el mejor bateador de todos los tiempos. ¿Cómo puedes no acoger a este jugador increíble? Entonces, entramos al entrenamiento de primavera, Ichiro está en el vestidor de la esquina justo al lado de Griffey Jr. Luego estoy al lado de Junior y estoy sentado en el vestidor mirando y diciendo, hombre, tenemos cuatro futuros miembros del Salón de la Fama en este vestuario. Son Ichiro, Griffey Jr., Adrián Beltré y Félix Hernández. Y yo digo, hombre, ¿cómo podemos no ganar aquí? Tenemos que encontrar una manera de unificar este vestuario.

"Así que durante el entrenamiento de primavera, hicimos pequeñas cosas para unir a nuestro equipo. Nos reuníamos para cenar y hacíamos cosas divertidas juntos en el vestidor. Y aproximadamente a la mitad del entrenamiento de primavera, comenzó el Clásico Mundial de Beisbol. Entonces, obviamente, Ichiro estaba en el equipo de Japón y ganaron e Ichiro se presentó de nuevo cinco días antes del Día Inaugural en Minnesota. Y fue a ver al médico de nuestro equipo y le dijo: 'Mira, no me siento nada bien'. Entonces descubren que tiene una úlcera sangrante y que está gravemente enfermo. Lo tratan en el hospital. Pero Ichiro estaba decidido a estar listo para el Día Inaugural. Pero el estrés de poner a su país sobre sus espaldas, literalmente lo hizo, puso al país de Japón sobre sus espaldas al representarlos en el WBC. Deseó que el equipo japonés ganara el campeonato del WBC en 2009, y luego regresa a un equipo que solo seis meses antes le había dado la espalda y lo había marginado y puesto en una isla. No lo aceptaron.

"Y tiene todo ese estrés interno, lo que lo lleva a una úlcera sangrante. E Ichiro se reunió con el médico y le dijo: 'Voy a jugar para el Día Inaugural'. Y el médico llamó al dueño y le dijo: 'Ichiro está decidido a jugar para el Día Inaugural, que es en unos cuatro días, y yo no estoy en posición como médico del equipo para permitir que eso suceda'. Ichiro le preguntó qué es lo peor que podría pasar. Y el médico le dice: 'Si esta úlcera sangrante, que está activa, se rompe, podrías morir'. E Ichiro lo miró directamente a los ojos y dijo: 'Correré el riesgo'. Y el dueño del equipo tuvo que intervenir.

"Así que cuando fuimos a Minnesota, Ken Griffey Jr., yo, Adrián Beltré, Félix Hernández, reunimos al equipo y dijimos: 'Oigan, miren, en el pasado, éste es un compañero de equipo al que todos ustedes han dejado de lado, pero esto es lo que él estaba dispuesto a hacer por ustedes. Él está dispuesto a morir para que ustedes jueguen en el partido de esta noche'. Así que fue muy emotivo. Éste es un momento para honrarlo. Éste es un momento para abrirle los brazos y realmente incorporarlo al equipo. Así que esa noche en Minnesota, a nuestro gerente de vestidor, Teddy Walsh, le pedimos la camiseta de Ichiro y la colgamos en el dugout, en el Metrodome. E Ichiro me dijo que cuando vio el partido esa noche desde una cama de hospital en Seattle, supo que había algo diferente. Tenía compañeros de equipo por primera vez desde su año de novato, sintió que lo amaban.

"Así que el equipo terminó quedándose a las puertas de los playoffs. El último día de la temporada, cargamos a Griffey sobre nuestros hombros pensando que se iba a retirar y navegar hacia el atardecer. Carlos Silva (un lanzador de los Mariners, que supuestamente tuvo problemas con Ichiro) estaba tan conmovido por su amor por Ichiro, que pensó: "Qué diablos, voy a poner a Ichiro sobre [mis] hombros y lo voy a llevar.

"Hay una hermosa imagen de nosotros cargando a Griffey Jr. fuera del campo como en un éxodo de héroe, y luego Carlos Silva levantando a Ichiro sobre sus hombros, cargándolo solo porque ama a su compañero de equipo. E Ichiro me dijo que ésa fue la mayor diversión que tuvo en Ligas Mayores desde su año de novato. Dijo que la forma en que sus compañeros de equipo lo amaban, la forma en que sus compañeros de equipo lo celebraban le trajo una gran alegría nuevamente en el beisbol por primera vez desde su año de novato".