NEW YORK -- Escena de conferencia de prensa en Flushing Meadows:
-¿Tú no tienes contrato de ropa con ninguna firma?, pregunta el periodista italiano.
-No. Mi ropa la diseña mi mamá, responde Camila Giorgi.
-Pero si viene ahora un sponsor y te dice: aquí hay 100 mil dólares para que uses mi ropa, ¿qué dirías?
-Eso lo puede responder mi papá.
Desde atrás de la Sala de Conferencias 3 del Billie Jean King National Tennis Center, Sergio Giorgi vigila lo que ocurre en la rueda de prensa de su hija. Suele hacerlo cada vez que puede, para ver qué preguntas debe responder la actual Nº 136 del ranking mundial. Camila es la jugadora con peor ranking en acceder a la tercera rueda de este US Open 2013. Y ahora enfrentará a la danesa Caroline Wozniacki, ex número uno del mundo, en esa instancia.
-¿Pero cuánto vale Camila?, le pregunta el periodista a Giorgi padre.
-No te puedo decir cuánto vale. Pero no vale eso. Vale más, responde Sergio. Y en un instante, vuelve a recordarle al mundo del tenis que ellos, los Giorgi, no se rigen por las mismas reglas que el resto.
La historia de Sergio, argentino, ex combatiente en la guerra de las Islas Malvinas, y Camila, su hija tenista nacida en Italia, fue contada por primera vez en ESPNtenis.com a fines de 2010.
Desde ese entonces, Giorgi padre se negaba a manejar la carrera de su talentosa niña como lo hacía el resto. Nada de firmar contratos de representación con empresas como IMG, Octagon o Lagardere. Distanciamiento con la Federación Italiana de Tenis, como consecuencia de constantes desencuentros. No a la llegada de un coach tradicional para entrenar a Camila. Padre e hija, y a la vez coach-pupila, eran un vínculo inseparable que navegaba evitando a los tiburones que merodean las peligrosas aguas del tenis.
"¿Qué cambió? No mucho ha cambiado", me dice Sergio Giorgi, mientras conversamos ahora en los jardines que están pegados al Estadio Arthur Ashe, por donde entran los tenistas al club. "En realidad sí cambió algo. El año pasado, después de Wimbledon, firmamos con Octagon. Pero duramos un mes. No cumplieron nada de lo que nos habían prometido. Y no querían disolver el contrato. Tuvimos que ir a pedir ayuda a WTA".
Ahora, cuenta Sergio, los agentes ya ni se le acercan. Allí están, apenas a unos metros de donde transcurre la charla. Giorgi los mira, y no puede evitar fastidiarse. "No hacen nada por las jugadoras, que son las que se rompen corriendo y jugando adentro de la cancha. Tienen todo arreglado con las empresas para venderlas barato, quedarse con una comisión y alimentar el negocio. ¿Por qué ninguna compañía de la que están involucradas en el tenis viene por afuera a ofrecer algo? Porque todas están conectadas con esta gente", explica.
Camila, de todas maneras, sigue teniendo un potencial de estrella más que atractivo. La ítalo-argentina, que llegó a ser 73 del ranking mundial en febrero de este año, apenas está empezando a hacer experiencia a nivel WTA. Con 21 años, ha llegado dos veces a 8vos de final de Wimbledon (2011 y 2012). Y éste es su segundo acceso consecutivo a una 3ra ronda de Grand Slam. Su tenis es explosivo. Y su belleza también aporta al paquete.
Escena de conferencia de prensa, toma II:
-¿Tú tienes una estrategia cuando entras al court?, pregunta otro periodista italiano.
-Yo trato de ser siempre agresiva, y buscar el winner, responde Camila.
-¿Pero tú juegas los puntos de manera diferente, según cuál sea el momento del partido?
-No. Yo juego todos los puntos iguales.
Existe en la prensa italiana un descrédito casi general a las capacidades de Sergio de guiar a su hija a los niveles de elite del tenis femenino. Y ello también tiene algo de lógica: Giorgi padre no jugó el deporte, no enseñó, y no luce como los demás coaches. "Probamos trabajar con otros entrenadores, pero Camila no se siente cómoda. Y me pide que yo vuelva a entrenarla", explica Sergio. "Su juego es muy instintivo. No hay que complicarlo, porque perdería su esencia".
Pero a pesar de no tener un coach "externo", los Giorgi ahora no están más solos. Luego de Wimbledon, limaron asperezas con la Federación, y toda la familia mudó su residencia de Miami a Tirrenia, centro de operaciones del tenis italiano. Allí Camila comenzó a trabajar con un preparador físico y un médico, que la han ayudado a recuperarse de la bursitis y tendinitis en el brazo derecho que arrastraba desde hace 9 meses.
Según pudo averiguar ESPNtenis.com, el acuerdo entre los Giorgi y Federtennis incluye un pago retroactivo de apoyos y un compromiso de sponsorización vía Supertennis, el canal multimedia de la institución. Una de las condiciones puestas por parte de la jugadora es que Sergio se mantenga como el coach. A cambio, Camila estará disponible para jugar Copa Fed para su país de nacimiento. La opción de que representara a Argentina, entonces, se desvanece.
Escena final, ya fuera de la sala de conferencia:
-Sergio, ¿dónde ubicas potencialmente a Camila? ¿Ella tiene nivel para estar en qué ranking?
-Camila tiene potencial de top-5.
Entonces, tiene sentido que el precio de su talento esté por encima de los 100 mil dólares. Eso fue lo que Octagon le había ofrecido a los Giorgi. Y ellos dijeron: no, gracias. Ahora es doble o nada. Toda la apuesta es a ganador. Los outsiders contra el sistema. Esta noche, en el Ashe y contra Wozniacki, tendrán la oportunidad de demostrar que ellos tienen razón.