Cantó el juglar que el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos. ¡Cuánta razón en una línea! No hay excepciones. Nadie se salva. El tiempo es insaciable e implacable. Y el boxeador cubano Guillermo 'El Chacal' Rigondeaux (16-0-0, 12 KOs) debería saberlo mejor que nadie. Su carrera continúa gravitando en un limbo. Y lo peor del caso, no se ven indicios de que llegará la ansiada eclosión que le permita el crédito deportivo y monetario que realmente merece.
Ya van más de seis meses de inactividad. No pelea desde que derrotó deslucidamente al filipino Drian Francisco (28-4-1, 22 KOs) el 21 de noviembre de 2015. Y tampoco aparece el próximo contendiente oficial, al menos por ahora, aunque suenan los nombres de James Dickens (22-1-0, 7 KOs) y Jamie McDonell (28-2-1, 13 KOs).
Esta situación dejó de sorprender hace tiempo a quienes han seguido la carrera del doble monarca olímpico (Sydney 2000 y Atenas 2004) en la versión rentada del pugilato. Pero no por común deja de llamar la atención la pasividad del Chacal y su entorno para presionar y enderezar su camino.
Recientemente el cubano de 35 años fue reinstalado -en noviembre fue declarado campeón en receso debido a su inactividad- como súper campeón supergallo de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB); ello fue posible gracias a un pleito legal que interpuso junto con su equipo en contra del organismo para que revirtiera la decisión.
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— BoxeoCubano (@boxeocubanocom) 11 de mayo de 2016
Bien por ellos, pero las batallas en este deporte se ganan en el cuadrilátero. Su reinstalación no es más que una victoria pírrica. Los cinturones de la AMB y de la Organización Mundial de Boxeo (OMB) para bien poco le han servido hasta ahora. Ser campeón unificado no le ha garantizado grandes combates.
'El Chacal' siempre ha sido el lado débil de la cadena. Es una especie de rechazado en este deporte.
Después de enseñarle a boxear al filipino Nonito Donaire (37-3-0, 24 KOs) y ostentar dos de las cuatro fajas de las 122 libras, el resto de los peleadores de la división, incluidos los campeones del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) y la Federación Internacional de Boxeo (FIB) simplemente decidieron evitarlo.
Primero "huyó" el mexicano Abner Mares (29-2-1, 15 KOs) -lógico, ya había recibido una paliza del cubano en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo 2003-, el español Kiko Martínez (35-7-0, 26 KOs) hizo otro tanto, también el azteca Leo Santa Cruz (32-0-1, 18 KOs) utilizó todos los subterfugios posibles para continuar su carrera sin vérselas con El Chacal. Y por último, los británicos Carl Frampton (22-0-0, 14 KOs) y Scott Quigg (31-1-2, 23 KOs) prefirieron que dijeran aquí corrió...que no aquí murió.
"Pelearé con él en cualquier parte. (...) Para dejar un legado, necesitas vencer a los mejores, y Rigondeaux es el mejor. Carl Frampton y Scott Quigg le rehuyeron, entonces qué clase de logro sería si voy allí y lo venzo. (...) Tengo el estilo para vencerlo y la estatura. Sigo siendo grande para el peso supergallo. Desde que se mencionó esa posibilidad no he parado de vibrar" Jamie McDonell, campeón gallo de la AMB
La gran mayoría, no importan las nacionalidades, reconocen que Rigondeaux es el mejor peso supergallo del mundo, pero a la vez le recriminan ser tan mezquino para dar espectáculo.
Antes pensaba que el fanático estaba equivocado, y no es así. Los fanáticos tienen la razón. El boxeo profesional es un espectáculo. Y si no le gusta, pues que se dedique a la danza.
Si Rigondeaux quiere aprovechar el poco tiempo que le queda en la cresta de la ola debe brindarle al respetable lo que pide. No digo que cambie totalmente su estilo elusivo, sino que sea más frontal y no se limite a marcar golpes para ganar.
Si criticamos a los promotores por armar las peleas que ellos quieren hacer y no las que el público quiere ver, entonces debemos exigirle a los boxeadores que brinden el espectáculo que los fans quieren degustar. Si alguien en el pugilismo tiene el talento natural para complacer y seguir ganando ese es Guillermo Rigondeaux.
Una luz al final del camino es palpable. Jamie McDonell no le teme al Chacal. Y así lo hizo saber a Sky Sports: "pelearé con él en cualquier parte. Es ideal traerlo aquí, pero he peleado en América dos veces e hice el trabajo contra Tomoki Kameda. Para dejar un legado, necesitas vencer a los mejores, y Rigondeaux es el mejor. Carl Frampton y Scott Quigg le rehuyeron, entonces qué clase de logro sería si voy allí y lo venzo. Estaría realmente haciendo una declaración. Tengo el estilo para vencerlo y la estatura. Sigo siendo grande para el peso supergallo. Desde que se mencionó esa posibilidad no he parado de vibrar".
Si se concreta esa ecuación, esperemos que Rigondeaux acabe de mostrarle al mundo de lo que es capaz y deje de escudarse, él y su entorno, en que lo quieren perjudicar. Si papelitos callan bocas, los puños también.