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Un error para los Cachorros llamado Jason Heyward

Si usted fuera gerente general de un equipo, ¿le pagaría 21 millones 666 mil 666 dólares por una temporada a Kevin Pillar, el jardinero central de los Azulejos de Toronto?

¿Qué tal 184 millones por ocho años?

¿No? ¿Incluso tratándose de uno de los mejores defensores de su posición en la actualidad, capaz de saltar espectacularmente sobre las cercas para robarse jonrones inminentes? ¿Tampoco?

¡Claro que no!

Entonces, por mucho que los sabermétricos le busquen la quinta pata al gato y escudriñen en las más intrincadas estadísticas para defender sus tesis y tratar de reinventar el béisbol, el contrato que los Cachorros de Chicago le dieron al jardinero Jason Heyward es dinero al inodoro.

O al menos lo ha sido en este, el primero de los ocho años del pacto por un total de 184 millones de dólares.

En el 2016, el salario de Heyward es de 21 millones 666 mil 666 dólares.

Demasiado dinero para un hombre improductivo en la caja de bateo, que promedia para .234, (105 imparables en 449 turnos), apenas suma seis cuadrangulares, un triple y 22 dobletes, con 38 carreras impulsadas y 50 anotadas.

Incluso el promedio de embasamiento (OBP), una de las estadísticas preferidas por los sabermétricos, es bajo, apenas .307, mientras su slugging es un mediocre .327.

Ello le da un OPS de .635, que no es más que la suma del OBP y el slugging, otro dato que aman los que ven el béisbol a través de la pantalla de una computadora.

Estos números más o menos son similares a los de Pillar, quien incluso supera a Heyward en hits (119), dobles (30), triples (2), jonrones (7), impulsadas (46), average (.264), slugging (.386) y OPS (.680).

Ambos tienen 50 anotadas y Heyward supera a Pillar solamente en bases por bolas (43 a 14). Ah, y en ponches (82 a 75).

Son dos peloteros del montón, que lo único que tienen a su favor es que a los 27 años, podrían no haber alcanzado aún el pico de su carrera y tal vez llegado ese momento -- -si es que llega -- deberían mejorar sus números ostensiblemente.

Lo usual es que los grandes contratos a los agentes libres se concedan sobre la base del historial del jugador y la esperanza de que mantenga la misma o parecida proyección en el tiempo de su nuevo pacto.

El pasado de Heyward, aunque algo mejor que el presente, no dejaba de ser mediocre, por lo que medio mundo se quedó sorprendido cuando los Cachorros lo firmaron por semejante cifra de dinero.

Entonces no entiendo el afán de sabermétricos de intentar defender lo indefendible, en lugar de aceptar el disparate que significó darle a un pelotero promedio, por llamarlo de alguna manera, un contrato de superestrella.

La suerte de Theo Epstein, el presidente de los Cachorros, es la tremenda temporada que está teniendo el equipo, su mejor desde 1935, suficiente para enmascarar por ahora ese error llamado Jason Heyward.

Ah, por cierto, sus números en postemporada son un reflejo de su verdadero nivel como jugador: .208 de average y 18 ponches, con dos jonrones y seis remolcadas en 53 turnos, aunque nada importará si los Cachorros consiguen de una buena vez romper la maldición de la cabra.