"Si Dios quiere estaré aquí de nuevo el año que viene". La frase que dijo Aroldis Chapman tras concluir la Serie Mundial fue sólo eso, una frase.
Difícilmente, el lanzador más intimidante de todo el béisbol, con su recta supersónica de hasta 105 millas por hora estará salvando juegos para los flamantes campeones Cachorros de Chicago en el 2017.
Theo Epstein lo tomó en alquiler para cumplir un objetivo y lo logró. Ganó la primera corona para los Cachorros en 108 años, con Chapman como factor imprescindible en la postemporada.
Pero desde que el cubano se cambió el uniforme de los Yankees de Nueva York por el de Chicago el 25 de julio en canje por cuatro prospectos, la gerencia de su nuevo equipo dejó en claro que no le ofrecería un contrato a largo plazo.
Claro, que los conceptos podrían haber cambiado después de la victoria y ahora que los Cachorros intentarán repetir la corona en el 2017, el lanzallamas entraría en la ecuación como una pieza clave en el futuro inmediato.
Pero la realidad financiera del equipo es otra. La plantilla del equipo al inicio de la campaña era de poco más de 116 millones de dólares, con lo que se ubicaba en el lugar 14 entre las 30 franquicias del béisbol.
Pasó poco tiempo para que la gerencia se percatara del disparate que fue el contrato de 184 millones para un pelotero mediocre como Jason Heyward y difícilmente abrirán los Cachorros el bolsillo de par en par por el cerrador cubano.
Tal vez convenga más repetir la movida del 2016: esperar a mediados de temporada para buscar un refuerzo antes de la fecha límite.
Chapman estaría en camino de convertirse en el relevista mejor pagado de la historia, con un contrato de al menos seis campañas que rondaría los 90-100 millones de dólares.
Aunque la mayoría de los equipos quisiera tener a un cerrador como él, es muy probable que Chapman vuelva a ponerse el uniforme rayado de los Yankees.
Si los Yankees consiguen firmarlo, habrían completado una jugada magistral, que se inició cuando Dodgers de Los Angeles lo rechazaron luego del caso de violencia doméstica en que se vio envuelto.
Nueva York se lo llevó cuando estaba, digamos, moralmente depreciado y lo canjearon a Chicago en julio a cambio de cuatro de los mejores prospectos, lo que le permitió a los Yankees rearmar su granja.
Si lo traen de vuelta sería una jugada magistral de Brian Cashman, quien aspira a armar un bullpen de lujo, con el dominicano Dellin Betances, el cubano Chapman y posiblemente Greg Holland, quien viene de una operación Tommy John.
Ya el equipo de la Gran Manzana anunció que enviaría observadores a la exhibición de Holland este lunes, con un interés más que especial.
Con Betances para lanzar el séptimo inning, Holland el octavo y Chapman cerrando el noveno, los Yankees volverían a tener un trío de lujo para los finales de cada juego, lo cual aliviaría considerablemente el trabajo de sus abridores.
Los Yankees, además, tienen ahora mismo flexibilidad financiera, tras salir de varios contratos que pesaban más que un piano en una escalera y han hecho disminuir en 66 millones su nómina proyectada para el 2017, en comparación con la que tuvieron este año.
Obviamente, otros equipos tratarán de hacerse de los servicios del supersónico zurdo, pero ya Chapman probó el sabor de estar en la franquicia más laureada de la historia y le gustó, mucho más ahora que el futuro se ve promisorio.