En ‘Mi Deseo’ de ESPN, Canelo Álvarez tuvo un junte emocional con un joven aficionado que sufre de fibrosis quística.
Ser un campeón mundial de boxeo es más que ponerse un título en la cintura y recibir los aplausos de la multitud. Ser campeón mundial es entender el sacrificio, derramar lágrimas y sobre todo, dejar una huella en los demás. Y Canelo Álvarez no solo se ha preocupado por brillar y dejar un legado sobre el ring, sino también para servir de inspiración hacia otros.
Tal como sucedió con Alejandro Merino un adolescente de 14 años que, a pesar de tener fibrosis quística, enfermedad hereditaria que ataca los pulmones y páncreas, decidió desafiar su propio destino y rescribir su historia al entregarse a la ‘noble arte’, siguiendo los pasos de su ídolo, Canelo.
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Alejandro soñaba con conocer a Canelo, pero para el joven de Río Rico, Arizona, se veía imposible. Antes de poner como prioridad a Canelo, Alejandro debía enfocarse en el día a día, siguiendo su disciplina de boxeador, entregándose por completo a los entrenamientos, alimentación y, paralelamente, lidiar con su enfermedad que lo atacó desde que era un bebé y lo hospitalizó por primera vez con seis meses.
Una gripe que para cualquier persona sería algo tan sencillo de tratar, para Alejandro es una ruleta, sus pulmones se deterioran, llega la tos, la flema y en ocasiones debe ser hospitalizado. La ‘simple gripe’ para él es un peso enorme que tarda tres o cuatro semanas en desaparecer.
Ante dicho escenario, Canelo, a pesar de estar en pleno campamento para su combate contra Edgar Berlanga en el cual defendería sus tres títulos mundiales de las 168 libras el 14 de septiembre en Las Vegas, mostró su lado humano y lo que significa ser un verdadero campeón mundial: recibió en su gimnasio en Lake Tahoe, California a Alejandro, regalándole un día de entrenamiento junto a él y todo su cuerpo de entrenadores como parte de la serie "Mi Deseo de ESPN" en colaboración con el “Make a Wish Foundation”.
“Si está llorando de felicidad, llore. Llore lo que tenga que llorar”, fueron las primeras palabras de Canelo al ver a Alejandro desbordado de emoción por haberse cumplido el deseo de conocer en persona a su ídolo el ring.
El llanto significaba la confirmación que haber desafiado con mucha valentía su condición médica tendría recompensa, el llanto representaba la alegría de haber nadado contracorriente ante todos los que le decían que no podría ser boxeador y también el llanto era la expresión genuina de un adolescente que había quedado sin palabras por descubrir al 'otro' Canelo.
“No digas nada, nomás disfruta y entrena cien por ciento”, la respondió Canelo.
Alejandro se sentía sobre una nube entrenando y aprendiendo de los mejores y, además de las lecciones boxísticas, también se llevó lecciones de vida que jamás olvidará: “Mientras que tú creas en ti, eso es lo que vale… Mi frase que más recuerdo que me dijo Eddy y Chepo cuando empecé, me dijo que yo iba a llegar hasta donde yo quisiera llegar… Y tienes que estar dispuesto a correr los sacrificios que conlleva la disciplina”, aconsejó el monarca mexicano.
Esta experiencia marcó un antes y un después en la vida de Merino. Recargó sus baterías motivacionales. Cada vez que se levante a las 5 de la mañana a realizar sus ejercicios de cardio, vaya a la escuela y luego pase al gimnasio tendrá en mente las palabras de su ídolo, y cuando le toque colocarse el chaleco que le ayuda a liberar la flema de sus pulmones entenderá que su presente es tan solo el tránsito a su futuro ilimitado, porque “llegará hasta donde quiera llegar”.