Nota del editor: Esta historia se publicó originalmente para celebrar el 25 aniversario de la pelea de Julio César Chávez-Meldrick Taylor.
MÉXICO -- Es, para muchos, el triunfo más grande que haya tenido el boxeo mexicano en toda la historia. Es la victoria que encumbró a Julio César Chávez a lo más alto del firmamento. Pero, a 25 años de aquel glorioso nocaut a Meldrick Taylor, el 'César del Boxeo' mantiene ese sabor agridulce que le dejó aquella noche del 17 de marzo de 1990 en el Hilton de Las Vegas.
Fue la mejor pelea del año. A Chávez le quedaban pocos segundos para mantener el invicto en 68 peleas (68-0, 56 KO) con el que había llegado al esperado combate, Meldrick Taylor, la nueva joya del boxeo estadounidense, prácticamente estaba a punto de conseguir su triunfo más notable desde que había conseguido el oro olímpico en Los Ángeles 1984.
Taylor doblaba la cantidad de golpes conectados en la pelea, tenía el rostro lacerado más tenía clara ventaja en las tarjetas (107-102, 104-105 y 108-101). Pero la historia cambió. El 'César del Boxeo' le cruzó con una mano derecha portentosa, de esas que nunca se olvidan, y envió a la lona a Taylor con apenas 15 segundos del duodécimo round.
Se levantó casi heroico Meldrick, que había llegado invicto en 25 pleitos profesionales (24-0-1, 14 KO), pero al no responder las preguntas del réferi Richard Steele, fue declarado perdedor a los dos minutos y 58 segundos del último round.
'JC' conservó su invicto y unificó los títulos de peso súper ligero del Consejo Mundial de Boxeo y Federación Internacional de Boxeo. Después de esa noche, nada volvió a ser igual, ni para Chávez, ni para Taylor, ni para Steele.
A un cuarto de siglo de la hazaña, el gran JC Chávez recuerda, con lujo de detalle, lo que pasó esa noche, revive los últimos segundos del histórico pleito y hasta revela, que, por momentos, perdió la noción del tiempo y estuvo a punto del desmayo. Pero al final, terminó levantando la mano, celebrando un triunfo que le dio a México la más grande alegría que haya tenido en el deporte de los puños.
-¿Cuándo le hablan de esa pelea con Taylor, qué es lo primero que se le viene a la mente?
Que si no hubiera sido por las palabras del Búfalo (José Martín Muñoz), que en ese momento me gritó, '¡Hazlo por México, por tus hijos, tú puedes noquearlo!' quizá eso no hubiera pasado. Fue algo muy grande para mí, ya son 25 años, parece que fue ayer. Nada más de acordarme me siento cansado, la neta, porque ha sido la pelea más cansada de toda mi carrera.
-¿Esa pelea lo marcó?
La recuerdo con mucho sentimiento, porque creo que esa pelea se quedó en el recuerdo de todos los mexicanos, de todo el mundo que la vio, es una pelea que marcó mi época, es una pelea que me encumbró a las grandes bolsas, a ser considerado el mejor peleador del mundo, fueron muchas cosas.
-En especial, ¿cómo recuerda los últimos rounds?
A mí nunca, peleando, se me ha ido el rollo, pero si ven el décimo round, cuando le conecto una derecha y él me conecta como 50 (golpes) ahí se me fue la noción del tiempo, de la pelea. Entonces, en ese momento, como que perdí el conocimiento, lo único que recuerdo es que quería pegarle sin importar que me pegara. Yo creo que en ese round, a pesar de que perdí el conocimiento, ahí gané la pelea. ¿Sabes por qué? Porque como no me importaba que él me golpeara, le conecté los golpes más sólidos, los más fuertes. Y ya desperté en el doceavo round, cuando 'Búfalo' me empieza a gritar, afortunadamente en ese round pude noquearlo, pero yo no quería ni festejar, quería bajarme del ring, acostarme en agua helada.
-¿No le importaba entonces su invicto?
La verdad no, sinceramente no, me valía madre (sic) perder, o ganar, lo único que quería era que sonara la campana porque estaba sumamente agotado, sentía que me iba a desmayar, lo que más me preocupaba es que sentía que iba a vomitar, ¿sabes que cuando uno vomita arriba del ring se le viene a uno un derrame cerebral por el esfuerzo?, entonces si hubiera vomitado, a lo mejor ahorita no lo estuviera contando, si hubiera vomitado, me hubiera pegado un derrame cerebral, incluso cuando me bajé del ring me quisieron llevar al hospital pero yo no quise, lo único que les dije es, déjenme descansar, me bañé con agua helada, estuve media hora en mi cuarto reposando y ya que me sentí bien, les dije, 'vámonos a festejar'.
-¿Por qué se le complicó tanto Meldrick Taylor?
Era un peleador muy completo, tenía todo, era rápido, fuerte, pegaba, no tenía una pegada que te noqueara de un solo golpe, pero era muy rápido, tiraba muchos golpes y sí pegaba, pero por su misma rapidez no asentaba bien el golpe, era un peleador muy completo la verdad, es el peleador más completo con quien peleé yo. Meldrick estaba considerado a ser el próximo Sugar Ray Leonard, la próxima estrella del boxeo estadounidense, pero esa noche se cayó su figura.
-Cuando le conecta y o ve en la lona ¿pensó que ganaría?
Yo cuando lo tumbé recuerdo que me fui a mi esquina, estaba yo pensando que sonara la campana, no me importaba perder o ganar, yo vi que se habrían prendido los focos rojos y ahí pensé que Richard Steele sí iba a dejarlo seguir porque faltaban tres segundos, pero como le habló dos veces y no reaccionó, paró la pelea.
-¿Qué sintió cuando pararon la pelea?
Me dieron ganas de dejarme caer ahí, me decían, ganaste, y yo les decía sí pero ya me quiero ir a descansar, me voy a desmayar, sí pero ganaste, y yo de sí pero ya me quiero bajar, y ellos querían que celebrara mientras yo casi me desmayaba.
-Hace poco tiempo vio a Richard Steele, ¿qué se dijeron?
Él me considera uno de los mejores de toda la historia y dice que le criticaban, pero a la vez fue muy reconocido porque no se fijó en el reloj, sino en la salud del peleador, del boxeador, eso fue lo más importante. Ya después bromeamos con él, de que yo le dije que le iba a dar un millón de dólares para que parar la pelea (entre risas), pero nada, no aceptó (continuó, y terminó riendo).