Ryan García se ha visto envuelto de escándalo tras escándalo y en los últimos años ha hecho más ruido por sus acciones fuera del ring que dentro, pero ¿cuándo se transformó?
Ryan García nos tiene cautivado en el recuerdo, enredados con su presente y confundidos con su futuro. Parecía haber nacido envuelto en una capa de héroe del pugilismo. Creció en el seno de una familia de bajos recursos, ganador de 15 títulos nacionales amateur, dejó el colegio por el boxeo, y a medida que fue evolucionando se volvió carismático, modelo, con millones de seguidores y se le vaticinó rápidamente como el nuevo Oscar De La Hoya (Golden Boy), por su capacidad de conectar con aficionados más allá del deporte.
Pasó de subir al ring con canciones cristianas de Hillsong United (Oceans) que decían: “Espíritu, guíame donde mi confianza no tiene fronteras”, la cual utilizó contra Gervonta Davis en el T-Mobile Arena en Las Vegas a El rey de José Alfredo Jiménez: “Con dinero y sin dinero, hago siempre lo que quiero y mi palabra es la ley”; de mostrarse como un esposo ejemplar a ser acusado de causar destrozos en la casa de su pareja, arrasar como un tornado la habitación de un hotel en Beverly Hills; de enviar mensajes motivadores en sus redes sociales a insultar a personas de raza negra y musulmanes (luego se disculpó); de admirar a su promotor De La Hoya a demandarlo para pedirle su libertad y hasta acusarlo de malos manejos (siguen juntos).
Frases como: “no debí tomar alcohol antes de la pelea con Haney”, “soy el villano”, “a la gente le encanta el antihéroe. Es un tipo malo, pero, caray, a mí me cae bien”, son el reflejo de que el personaje devoró al artista de tan solo 26 años, y digo artista porque su boxeo es impresionante: pegada, técnica, movimientos y posee un estilo que enamora sobre el ring, en su mejor momento García no ganaba, sino destrozaba a los oponentes.
Pero ¿en qué momento se transformó en su propia antítesis? Solo García sabrá la respuesta exacta, o no, sin embargo hay indicios de qué lo empujó a la otra orilla. Tomando como referencia las declaraciones del propio peleador y familiares coinciden en dos aspectos: el alcohol y la salud mental.
Después de ganarle a Luke Campbell y anunciar que haría una pausa en 2021, dijo a DAZN: “Diría que todo empezó tres semanas después de la pelea con Campbell. Sentí que el mundo se me venía encima. Realmente destruyó mi salud mental. Estaba perdido. No hay palabras para describir cómo me sentí, pero es como estar en un laberinto y no saber dónde ir”.
Según diferentes reportes previo a la pelea con Devin Haney, que luego confirmó el peleador, se le vio tomando alcohol y hasta en el pesaje tomó una cerveza. Su papá, Henry García, en una entrevista con Fight Hub TV confesó que ‘King Ryan’ no hablaba con él desde hace tiempo y por eso le preocupaba que su hijo no pudiera controlar el consumo de bebidas alcohólicas, a pesar de que le había dicho que podía: “me encantaría que recibiera algún tipo de terapia en lo que respecta a su consumo de alcohol”.
Más tarde, tras reconciliarse con su progenitor, Ryan afirmó: “Quiero que la gente sepa que he reflexionado sobre mí mismo y que estoy mejorando mental y físicamente, sobre todo con el alcohol”, confirmando las sospechas.
¿Restaurado?
“Ryan García está de vuelta, baby, mejor que nunca, véanlo cómo está de fresco, me gusta lo que veo”, decía su promotor Oscar De La Hoya en la conferencia de prensa en donde anunciaron el combate del 2 de mayo en Times Square.
‘King Ryan’ mantenía la compostura, agradeció a Dios, no atacó a Rolly Romero, su oponente, pero cuando se refirió a Devin Haney soltó un cargamento de “palabrotas” y de un momento a otro estalló. Segundos más tarde hizo una pausa y volvió a verse calmo… luego explotó otra vez: “Todos piensan que soy un payaso, yo no soy un payaso”, y regresó a la compostura con un pronóstico sobre su rival: “voy a noquear a Rolly con un gancho al hígado”.
Restaurado o no, los mensajes de García son confusos y aunque su actuar deja niebla en su presente y marea en su futuro, solo el tiempo dirá la verdad: si continúa siendo un villano o regresa a la senda del heroísmo.