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Austin Proehl busca seguir los pasos de su famoso padre en la NFL

ORCHARD PARK -- Austin Proehl siempre había querido dar el paso hacia la NFL.

El hijo del ex receptor abierto de la NFL, Ricky Proehl, asistió a su primer partido a semanas de haber nacido en 1995 y solía acompañar a su padre al vestidor no mucho tiempo después de que aprendiera a caminar.

Y cuando Ricky --quien jugó para los Seattle Seahawks en 1995 y 1996, los Chicago Bears en 1997 y los St. Louis Rams a partir de 1998-- pidió a su esposa, Kelly, mantener a Austin afuera del vestidor luego de un juego perdido, el pequeño protestó.

"Se ponía completamente molesto", dijo Ricky Proehl a ESPN la semana pasada. "Amaba estar en el vestidor, amaba estar rodeado de todo eso, incluso a los 3, 4 años de edad. Desde el momento en que comenzó a caminar, amaba estar viendo a los chicos, el casco, las hombreras. Estaba completamente allí".

Más de dos décadas después, Austin Proehl intenta nuevamente hacerse camino a un vestidor de la NFL, esta vez como el penúltimo recluta de draft del pasado mes de abril, por los Buffalo Bills.

A diferencia de su padre, un recluta de tercera ronda de los Phoenix Cardinals en 1990 que jugó 17 temporadas, el Proehl joven intenta salir de una relativa oscuridad al final de su carrera en North Carolina para ganare una plaza de plantilla en Buffalo como el recluta N° 255 global del draft.

Austin impuso marcas personales con 43 recepciones para 597 yardas y tres touchdowns en el 2016 como junior, pero sufrió una lesión de hombro en el cuarto partido de los Tar Heels de la temporada pasada que lo mantuvo marginado hasta los dos encuentros finales del 2017. Finalizó la campaña con 21 atrapadas para 337 yardas y un touchdown.

No hubo invitaciones a partidos de estelares y no hubo viaje al Combinado de la NFL. Austin fue ranqueado como el receptor abierto N° 52 de la clase del 2018 por NFL Draft Scout y estaba fuera del radar, lo que condujo a Ricky a hacer su mejor esfuerzo para tratar de ayudar a su hijo alcanzar su sueño de jugar en la liga.

"Contacté a todo el que conocía, desde [el gerente general de los Bills] Brandon [Beane], a [el gerente general de los New York Giants, Dave] Gettleman, a [el gerente general de los Carolina Panthers] Marty Hurney, a [el entrenador en jefe de Arizona] Steve Wilks, a [el entrenador en jefe de los Miami Dolphins] Adam Gase", explicó Ricky Proehl. "Todos mis contactos en la National Football League. Armé un video de Austin corriendo las 40 [yardas], mostrándoles lo veloz que era, haciendo el shuttle [de 20 yardas]. Hicimos nuestro propio Combinado, y conseguimos a otras personas para cronometrarlo.

"Porque sabía que, si Austin llegaba al Combinado, mostraría a las personas de lo que era capaz. Y no pudo hacer eso. No tuvo esa oportunidad. Así que creé mi propio video del Combinado y lo envié a todos y a cualquiera para que lo mirara".

Para el día final del draft, el 28 de abril, Austin estaba escuchando de varios equipos respecto a firmar como agente libre. De acuerdo a su padre, el mayor interés llegó de los Philadelphia Eagles, cuyo head coach, Doug Pederson, llamó a Austin para expresar interés en firmarlo.

Luego, minutos antes de que concluyera el draft, los Bills usaron su turno de séptima ronda para elegir a Austin.

"Fue una sensación asombrosa", dijo Ricky Proehl. "Solamente nosotros sabemos como familia lo que ha atravesado Austin".

Austin, cuya biografía oficial en North Carolina lista su empleo de ensueño como "jugar en la NFL", ha sido atraído hacia el juego desde que se ausentaba de la guardería provista por el club para seguir todos los juegos de su padre desde las tribunas.

Los domingos mirando a su padre en el estadio pronto seguían a los sábados en las instalaciones de los Rams como parte de los entonces días de familia del entonces entrenador en jefe Dick Vermeil, a finales de los 1990s. Cuando Ricky estaba ocupado en juntas, el personal de utilería le echaba un ojo al inquisitivo Austin, cuya curiosidad se convirtió en un empleo puliendo los cascos antes de los partidos.

"Solía limpiar el casco de [el ex corredor de los Rams] Marshall Faulk todos los sábados y lo abrillantaba", dijo Austin Proehl a ESPN el mes pasado. "Le llamaba el beso de la buena suerte".

La relación con los Rams dio un giro memorable cuando Austin pudo montar los hombros de su padre luego de una victoria de 23-16 sobre los Tennessee Titans en el Super Bowl XXXIV.

"Ser capaz de estar allí, y luego después del Super Bowl, ser capaz de ir sobre sus hombros, era como una de esas cosas, todo era en cámara lenta", dijo Austin. "Solamente mirar alrededor, cayendo el confetti. Fue surreal. Simplemente estar en ese momento, estar en esa situación. Todo por lo que trabajó, todo lo que se ganó, estar allí con él y ser parte de ello con él, y ver lo feliz que estaba, realmente no se puede poner en palabras".

Cuando Ricky dejó St. Louis para firmar con los Panthers en el 2003, la admiración de Austin y el entonces receptor abierto de los Rams, Isaac Bruce, morfó en él uniéndose a su padre en la sala de video para observar a los entonces receptores abiertos de los Panthers, Steve Smith y Muhsin Muhammad.

"Me hacía preguntas, '¿Qué estás haciendo aquí?'. '¿Por qué haces eso?'", recuerda Ricky Proehl. "Estaba muy interesado en aprender el juego y comprender las cosas que estábamos haciendo. Muy intrigado por el juego y deseaba aprender. Una esponja".

Ricky, entonces de 38 años de edad, decidió retirarse luego de pase Navidad solo en Indy en el 2006, su única temporada con los Indianapolis Colts y su campaña N° 17 de la NFL. Regresó a Carolina para enfocarse en su negocio de entrenamiento deportivo, Proehlific Park, y pasar más tiempo con Austin, su hijo Blake y su hija Alex.

Ricky más tarde pasó seis temporadas, del 2011 al 2016, como coach asistente para los Panthers, antes de decidir nuevamente pasar más tiempo con su familia.

Austin, en la preparatoria mientras su padre comenzaba su paso como coach, a menudo pasaba por las instalaciones de los Panthers por las tardes.

"Yo le preguntaba, 'Ey papá, sé que has estado aquí por 12 horas, pero ¿podemos ver algo de video? ¿Podemos entrenar?'", rememoró Austin el mes pasado. "Eso fue algo que realmente me mostró cuánto le importaba yo y mi éxito, porque nunca dijo que no. Siempre quería ayudarme, a pesar de que se alargaba su día.

"Pensé que estaba en las nubes siempre que ingresaba a ese edificio, simplemente oler la superficie del campo techado, sin importar lo que fuera. Llegar aquí y jugar solo y actuar como si me clavara por los conos y cosas así".

Fue en Carolina donde Austin se familiarizó con el head coach de los Bills, Sean McDermott, quien sirvió como coordinador defensivo de los Panthers del 2011 al 2016, así como Beane, quien laboró en operaciones para los Panthers desde 1998 hasta que fue contratado por Buffalo el año pasado.

Beane encuentra similitudes entre padre e hijo a la hora de recorrer rutas.

"Ambos son muy instintivos para la posición", dijo a ESPN hace unos días. "Conocer el interior [del campo], esa sensación para encontrar huecos y zonas. ... Su padre no tenía medida en los instintos. Desde el inicio aquí, lo ves [con Austin] y lo viste en colegial".

Austin, en 5 pies con 10 pulgadas y 175 libras, es más pequeño en estatura que su padre Ricky, quien medía 6 pies y pesaba 190 libras. Pero Ricky cree que su hijo, quien corrió las 40 yardas en el rango bajo de los 4.4 segundos en un Combinado regional durante la primavera, es más rápido y más veloz.

Austin tiene la oportunidad de hacerse un nicho en la plantilla de 53 hombres de los Bills en este campamento de entrenamiento en medio de una abierta batalla posicional detrás de los probables titulares Kelvin Benjamin y Zay Jones, pero no siente la presión de igualar la producción y longevidad de su padre en la liga.

"No, para nada", dijo. "Él hizo lo que tenía que hacer. Todos y cada uno de los días fue a trabajar y probó que era uno de los mejores. Es lo que yo debo hacer, y eso depende de mí. Él se ganó del derecho de ser uno de los mejores y yo debo hacer lo mismo".