¿Es, o no es, un “match”? Es una de las frases que más se usa en Estados Unidos por analistas y miembros de los medios que cubren el fútbol americano, para TRATAR de anticipar lo que podría suceder en un partido.
¿Qué significa? En pocas palabras, que lo que hace bien un equipo, en cuestiones de estrategia, duelos individuales, y personal en general, le crea muchos problemas al rival.
El sábado, antes del primer partido divisional entre Tennessee y Baltimore sólo escuché comentarios de analistas que anticipaban una paliza de los Cuervos a los Titanes. Me sorprendió leer todo eso porque habiendo visto ambos equipos, Tennessee era un “match” favorable contra Baltimore. La defensiva terrestre de los Cuervos había tenido problemas defendiendo acarreos contra equipos que corrían con poder. Por otro lado, Tennessee tenía siete frontales de muy buen nivel, y a un quarterback suplente, Marcus Mariota, que asumiría el papel de Lamar Jackson en las prácticas.
Cuando enfrentaron a Baltimore, Bill Belichick declaró que era muy difícil prepararse para el estilo de juego de Lamar, y que no tenía a alguien en su plantel con, facultades similares, para ser parte del “scout’ team. Mariota no tiene el nivel de Jackson atlético de Jackson, pero el esquema ofensivo de Baltimore es muy semejante al que usó en Oregon. Tennessee llegaría mejor preparado para defender los “Zone-Reads” y “RPOs” de Baltimore que muchos otros equipos. No sabía si Tennessee iba a ganar, pero estaba seguro que serían más que competitivos, como sucedió en el partido.
Tennessee cerró fuerte la temporada, y la fórmula ha sido simple: darle el ovoide a Derrick Henry, controlar el ritmo del partido, y evitar errores a la defensiva. Sufrieron un par de derrotas contra Houston y New Orleans jugando en su casa. Contra Houston, Henry estaba disminuído por un tirón en la corva y aunque pudo jugar, no lo utlilizaron como normalmente lo hacen. Tuvo sólo 21 acarreos. A pesar de tal limitación, estuvieron en posición de ganar el partido. Henry no jugó contra New Orleans y el equipo fue otro. En playoffs, Ryan Tannehill ha lanzado 15 y 14 pases contra New England y Baltimore respectivamente, pero los ha hecho valer. Cuando su equipo ha necesitado que complete un pase en situaciones críticas, lo ha hecho.
Kansas City tardó en entrar en ritmo contra Houston, y aprovechó dos decisiones cuestionables de Bill O’Brien. La primera fue el no jugársela en cuarta y 1 de la yarda 13 de los Jefes en el segundo cuarto. De primera instancia iban por el primero y 10, pero hubo confusión y pidieron tiempo fuera. Equipos élite no cometen ese tipo de errores. Después de esa pausa, optaron por un intento de gol de campo que convirtieron.
Más tarde, en el mismo período, Houston trató de sorprender a Kansas City jugándosela en cuarta y 4 desde su yarda 31, quedando cortos. O’Brien explicó que en cuarta y 1 fue por el gol de campo porque “no tenía una jugada ideal para lograr la conversión”. Me sorprendió tal declaración porque un equipo normalmente tiene una lista LARGA de jugadas disponibles para situaciones especiales como esta. Además, la jugada que eligieron en la finta del despeje fue más que deficiente por no tener a nadie que bloqueara a Daniel Sorensen quien tacleó a Justin Reid.
A partir de ese momento, Houston desapareció del encuentro y Patrick Mahomes, quien demostró su calidad y liderazgo cuando perdían 0-24, llevó a su equipo a una victoria cómoda.
La situación de Houston es preocupante. Hipotecaron su futuro entregando dos primeras selecciones por Laremy Tunsil, una tercera, que recibieron de Seattle en el canje de Jadeveon Clowney, para obtener a Gareon Conley, y una tercera por Duke Johnson. Todo fue con el objetivo de ganar esta temporada. La línea ofensiva fue mediocre y la defensiva de pase un desastre. O’Brien tiene el control total de las decisiones de personal y no hay indicaciones que vayan a contratar a un gerente general que sea su contrapeso. Cal McNair, el dueño del equipo, tiene poca experiencia y muy poco “callo” tomando en decisiones de fútbol americano. Esta derrota podría retrasar a Houston en sus aspiraciones de campeonato varios años, lo cual es una lástima dado el talento de Deshaun Watson.
San Francisco recuperó jugadores clave en su defensiva, en particular Jaquiski Tartt, su “strong safety” que estuvo ausente las últimas cuatro semanas de la temporada en la cuales les anotaron un promedio de 32 puntos por partido. Kwon Alexander también regresó. Vio poca acción, pero anticipo que verá más acción en el juego de campeonato y en el Super Bowl si logran avanzar. Otra vez el ataque terrestre fue devastador con el monstruo de tres cabezas compuesto por Raheem Mostert, Matt Breida y Tevin Coleman. Jimmy Garoppolo sigue siendo el punto menos fuerte de este equipo, pero juega en el sistema favorable de Kyle Shanahan.
Mientras veía el partido entre Seattle y Green Bay, una y otra vez pensaba “que jugadorazo es Russell Wilson”. Con un equipo diezmado a la ofensiva y defensiva, Seattle no tenía NADA que hacer frente a Green Bay, pero estuvieron en posición de dar la sorpresa gracias a la actuación de Russell. Za'Darius Smith y Preston Smith lo presionaron constantemente. A pesar de sufrir cuatro capturas y ocho golpes de este par, Wilson no desistió en su afán de competir.
Al final, sin opciones en la defensiva secundaria, la defensiva de pase de Pete Carroll tuvo que marcar a Davante Adams con Ugo Amadi, un novato cuya posición es “free safety”, tercero del equipo. Fue “pan comido” para Aaron Rodgers y Adams para convertir un 3 y 8 de su yarda 22 y así liquidar el partido. A la distancia “escuchamos” un suspiro de alivio de los fans de San Francisco quienes no querían un tercer partido contra los Halcones Marinos.
Aún sin haber tenido un partido dominante, Green Bay continúa con una temporada sorprendente y está en el campeonato de conferencia. Seattle superó las expectativas este año y de encontrar un jugador que presione, y reforzar la defensiva secundaria, serían un candidato a llegar al próximo Super Bowl.
Se llenaron los cinco puestos vacantes de entrenador en jefe. Ron Rivera ya había sido confirmado hace unas semanas y es un entrenador que establecerá disciplina en Washington. Tuvo éxito en Carolina y anticipo lo tendrá también con los Pieles Rojas. La semana pasada hablé a fondo acerca de la contratación de Mike McCarthy por parte de los Vaqueros de Dallas. Kevin Stefanski será el head coach de Cleveland y Joe Judge el de NYG. Ninguno tiene experiencia de entrenador en jefe en su carrera.
Stefanski trabajó para Brad Childress, Leslie Frazier y Mike Zimmer, todos buenos entrenadores, pero ninguno excepcional. Tendrá la responsabilidad de “meter en cintura” a todos los rebeldes, pero talentosos jugadores ofensivos de los Cafés. Judge tiene la escuela de Nick Saban y Bill Belichick y una personalidad fuerte. Es difícil anticipar si se tendrán éxito o no. Cleveland espera que Stefanski dé resultados similares a los de Matt LaFleur en Green Bay, aunque LaFleur aprendió de mejores entrenadores. En New York, esperan que Judge sea otro John Harbaugh. Una vez que arme su grupo de asistentes tendremos una mejor idea del futuro que le deparará a New York.
La contratación que más me gustó fue la de Matt Rhule por Carolina. Rhule fue discípulo de Tom Coughlin con los Gigantes, y siendo oriundo de New York, era su ilusión estar al frente de esta franquicia. Después de recibir el contrato de 60 millones de dólares por siete años, contactó a David Gettleman para darle la opción de igualarlo. Gettleman declinó la oferta. No soy fan de Gettleman. Pienso que las decisiones que ha tomado han sido detrimentales para su equipo. Quizás la historia lo vindique, pero dudo que así sea. Rhule se ha caracterizado por revivir programas mediocres (Temple) o dados por muertos (Baylor). Tendrá como coordinador ofensivo a Joe Brady, quien hizo de Joe Burrow el ganador con más votos en la historia del trofeo Heisman, y quien estuvo al frente de la imponente ofensiva de LSU que los llevó al campeonato de la NCAA.
Finalmente, hablando de Burrow, siguen la comparaciones, ahora no sólo con Tom Brady, sino también con Joe Montana. Burrow llegará, seguramente a Cincinnati, con grandes expectativas a un equipo que no carece de talento ofensivo, pero que tendría que retener a A.J. Green y reforzar el lado derecho de su línea ofensiva. Zac Taylor emplea la ofensiva “pro spread” que Burrow manejó magistralmente en LSU. Burrow tiene las tres cualidades principales que debe tener un QB: 3) precisión y toque en sus pases; 2) buena toma de decisiones; y 1) competitividad compulsiva. Esta última es la más importante. Significa NO ACEPTAR la derrota en ningún momento del partido sin importar cuál pueda ser la desventaja.
Parece algo trivial, pero no todos los quarterbacks, o deportistas, la tienen. No quieren decir que sean invencibles. Quiere decir que jamás se darán por vencidos y pelearán hasta el último centímetro del campo. De los quarterbacks que han demostrado esta carcterística, además de los mencionados Montana y Brady, incluyo a Otto Graham, John Unitas, Roger Staubach, John Elway, Peyton Manning, Brett Favre y Russell Wilson, y en el colegial, a Vince Young.
¡Hasta la próxima!