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El desmantelamiento de los Jets

Adam Gase no sabe explotar talento y la salida del corredor es la última evidencia de ello

La saga en torno a Le’Veon Bell llego a una rápida pero esperada conclusión este martes por la noche.

Un par de días después de que le diera “me gusta” a una publicación en redes sociales donde se argumentaba que los New York Jets debían tratar de canjearlo al no emplearlo de modo ideal en su ofensiva, el equipo pasó la tarde de este martes tratando, infructuosamente, de traspasar al talentoso corredor.

El tamaño del contrato de Bell probo ser un obstáculo insalvable, y al final, el club decidió liberarlo, anunciando la movida en un comunicado que circuló en redes sociales.

El primer instinto del fanático es y será siempre culpar al jugador. De algún modo, la organización nunca tiene la culpa cuando un jugador exige una mejora salarial, o exige mejores condiciones de trabajo. Este ha sido el caso de Bell desde que estaba con los Pittsburgh Steelers. Fue, por algún tiempo, el mejor corredor de la NFL, y comprensiblemente buscó ser compensado como tal. Pittsburgh quería retenerlo a cambio de altas rentas anuales, en otras palabras, la etiqueta de jugador franquicia, que no hace nada para salvaguardar la estabilidad a largo plazo del jugador --la lesión del fin de semana de Dak Prescott es evidencia suficiente del por qué los jugadores no quieren aceptar esa designación.

Los jugadores de la NFL, incluyendo a Bell, tienen un plazo de vida útil muy corto en la liga. Son contadas las oportunidades en que pueden sentarse en la mesa de negociaciones en igualdad de términos, y cuando llega el momento, deben aprovecharlo al máximo. Bell se quedó sin jugar un año, forzó su salida de Pittsburgh, y encontró un contrato que le gustaba en New York.

El problema de Bell en los Jets se llama Adam Gase, un head coach que prioriza sistema sobre talento. Gase es el responsable principal de la crisis histórica por la qué pasa el equipo. Su sistema ha sido incapaz de desarrollar a Sam Darnold como quarterback, del mismo modo en que no pudo desarrollar a Ryan Tannehill como quarterback.

Gase no estuvo de acuerdo en la cara contratación de Bell y partiendo de esa premisa, era difícil pensar que iba a aprovechar su talento, como ha sido el caso con otros jugadores.

Los coaches que priorizan de la manera en que hace Gase, sistema sobre talento, creen básicamente que su esquema es lo suficientemente bueno como para insertar a casi cualquiera y habrá resultados. El menosprecio del talento puro, ese que logra trascender sistemas, llevó a los Jets a deshacerse de su mejor jugador, el safety Jamal Adams, hace unas semanas, y ahora, de su segundo mejor jugador, Bell. Antes, en el receso de temporada, perdieron a su mejor receptor abierto, Robby Anderson.

Si vamos a la lista de talento despilfarrado por Gase con los Miami Dolphins, su parada previa como head coach, nombres como Devante Parker y Kenyan Drake acompañan al de Tannehill.

Las formas cuentan, y en el caso de Bell, no han sido las mejores, es cierto. Pero, toda relación humana es una avenida de dos vías, y claramente, Gase no ha sabido responder a sus jugadores, ya sea en New York o Miami.

La inusual situación de los Jets, con su dueño principal Woody Johnson lejos del club sirviendo como embajador en la Gran Bretaña, sustituido temporalmente por su hermano Christopher Johnson al frente de la organización, probablemente le han dado más paciencia a Gase de la que hubiera gozado bajo circunstancias normales.

De cualquier modo, no hay que desviar la atención del trabajo históricamente malo que está haciendo Gase al frente de los Jets, o, y esto es un rubro por separado, del trabajo tan malo que hace en términos de gestión de talento.

El talento puro es el elemento más difícil de reemplazar en el fútbol americano, y un buen head coach entiende que la fórmula ganadora es crear sistemas que exploten al talento, no tratar de embonar al talento en un sistema rígido como piezas de un rompecabezas fuera de lugar.

Finalmente, después de ser liberado por los Jets, vale la pena reconocer que Bell no se queda descubierto financieramente a corto plazo, gracias justamente al contrato que consiguió cuando pudo, con las garantías que logró obtener en la mesa de negociaciones. Se trata de un ejemplo más del por qué los jugadores necesitan maximizar su valor cada vez que se sientan en la mesa a negociar.