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Ryan Fitzpatrick, Tua Tagovailoa y el arte de ser el mentor de tu competencia

El veterano cumple una nueva función en Miami y a veces, cuando es necesario, regresa al campo para ganar partidos

El mejor momento de Ryan Fitzpatrick en los últimos cuatro meses, el que encapsula en su totalidad lo que sea que haya experimentado, fue fácilmente el más preciso simbólicamente: quedaban 19 segundos, segunda oportunidad contra Las Vegas Raiders el sábado por la noche, la eliminación de Miami Dolhpins de los playoffs a la vista, el ala defensiva Arden Key tirando de su mascarilla como un tren fuera de control, el receptor Mack Hollins descubierto a 34 yardas en la línea lateral, el balón de alguna manera dejó la mano de Fitzpatrick con suficiente fuerza y precisión pese el fuerte jalón de Key. Además de la jugada, terminó en una sanción de 15 yardas y, en última instancia, un gol de campo ganador.

Fitzpatrick ha visto algunas cosas esta temporada. Ha tenido su espíritu flotando y su corazón roto y su confianza puesta a prueba. Perdió su trabajo a favor del novato Tua Tagovailoa no por su culpa, y ha hecho todo lo posible para recuperarlo, solo para tenerlo en otro lugar. Ha sido, y esto parece seguro afirmarlo incluso a la distancia, un estimulante y desconcertante momento.

Comenzó la temporada como titular de un inesperado equipo competitivo, haciéndolo con un estilo salvaje, en contra de las voces internas de su cuerpo de 38 años. Fue despedido (su palabra) durante la Semana 7 que fue de descanso para el equipo, aparentemente sin previo aviso, y justo cuando su equipo encontró tracción. Fue sacado del banco en la Semana 11 en la derrota contra Denver después de un partido malo de Tagovailoa. Inició en la Semana 12 mientras Tua se reponía de una lesión en el pulgar y se fue de 39-39 con dos anotaciones en la victoria sobre Jets. Regresó a la banca por tres semanas más antes de volver para lograr la victoria del sábado.

Obviamente, Fitzpatrick sabía que llegaría este momento. Tagovailoa fue la quinta selección en el draft de 2020; él es el mariscal de campo fotogénico y comercial en el futuro de Dolphins. Pero según cualquier métrica disponible, estadísticamente, místicamente, Fitzpatrick le dio a Miami su mejor oportunidad de ganar en todos los partidos de la temporada. En cambio, no solo se le pidió que renunciara a su trabajo, sino que hiciera la transición a uno nuevo. No solo de respaldo, el más prescindible y despreciable de los títulos, sino de mentor. ¿Recuerdas el trabajo que hacías tan bien? Así está la cosa: necesitamos que dejes que este otro tipo lo haga, y necesitamos que lo ayudes a ponerse al día rápidamente.

Y ahora, después de un milagroso final solo posible gracia a él (182 yardas aéreas en los 9:47 finales después de que Tagovailoa tuviese 94 en los primeros 50:13), Fitzpatrick regresa a la banca este domingo cuando los Dolphins de 10 victorias intentarán concluir una improbable carrera a los playoffs.

“Si hay un agujero en la pared de su casa en este momento debido a un puñetazo”, señaló el ex mariscal de campo de la NFL Matt Hasselbeck en octubre, después de que Fitz fuese enviado a la banca, “digamos que no lo culpo”.


La posición de mariscal de campo se ha cargado de un sobrecargado significado y un simbolismo fantástico que apenas se reconoce como un esfuerzo atlético. Con demasiada frecuencia se eleva para parecer más una deidad secular. Y, sin embargo, escuche esto, la saga de Fitzpatrick/Tagovailoa trae a colación un aspecto de la posición, tal vez el único aspecto de la posición, que podría estar poco examinado: la dinámica ente el titular y el suplente. El título del trabajo, mariscal de campo, sigue siendo el mismo, pero la distancia entre los dos es inconmensurable.

Un examen de esta dinámica parece particularmente relevante esta temporada, con mariscal de campo y suplentes intercambiando trabajos a una cadencia suficientemente rápida como para parecer aleatorio. En Washington, Kyle Allen reemplazó a Dwayne Haskins y Alex Smith a Allen y ahora Taylor Heinicke podría reemplazar a Smith. Carson Wentz fue enviado a la banca por Jalen Hurtz en Philadelphia. Taysom Hill y no Jameis Winston reemplazó al lesionado Drew Breesz en New Orleans, y Chicago cantó el pegadizo himno Trubisky-Foles-Trubisky durante toda la temporada.

Algunos de los movimientos se hicieron por necesidad, algunos por esperanza, algunos por desesperación con las palmas al cielo. Todos se hicieron sabiendo que podían cambiar no solo el destino de una temporada sino también una franquicia. Y lo notable es cuántos de ellos funcionaron.

Hill había completado solo seis pases en sus primeras tres temporadas en la NFL y, sin embargo, fue elegido por encima de Winston, la selección número uno de 2015 que lideró la NFL con más de 5 mil yardas y 30 intercepciones en 2019, para reemplazar a Brees en cuatro juegos.

El entrenador en jefe de los Saints, Sean Payton, descartó cualquier preocupación sobre el estilo poco refinado de mariscal de campo apuntando: “El trabajo es ganar”. El corolario, en lo que respecta a la decisión que tomó Payton, es obvio: el trabajo no es perder, y el conjunto de habilidades de Hill, limitado pero predecible, les dio a los Saints una mejor oportunidad de no perder que las de Winston. Payton tenía razón; los Saints ganaron tres de cuatro con Hill.

En Chicago, Mitchell Trubisky comenzó la temporada, estuvo en la banca durante siete juegos y regresó para hacerlo lo suficientemente bien como para poner a los Bears en la persecución de los playoffs que era impensable hace un mes. Siete semanas al margen le dieron a Trubisky, un ávido lector de libros de liderazgo, una actitud más contundente respecto lo que debería estar haciendo la ofensiva de los Bears cuando él está a cargo.

“Una de las cosas más importantes es que puede ser positivo durante una situación negativa”, subrayó el entrenador de Bears, Matt Nagy. “Realmente lo ha asumido”.

Y en Miami, los Dolphins están 8-2 desde que Tagovailoa se hizo cargo (con la asistencia ocasional de Fitzpatrick). Definitivamente es poco convencional y contradice todos los principios conocidos en el canon del marisjcal de campo. ¿Es un sistema de dos mariscales de campo, o Fitzpatrick es solo un bombero? “Si tenemos que acudir a un lanzador de relevo en la novena, eso es lo que haremos”, dijo el entrenador Brian Flores después de la victoria sobre Raiders. “Fitz siempre está listo para empezar”.

Quizás el movimiento más audaz ocurrió en Philadelphia, donde la exasperación de Eagles con Wentz alcanzó su punto máximo cuando completó seis pases y tomó cuatro capturas en la derrota de la Semana 13 ante Packers. Fue reemplazado por el novato Hurts, cuyo carisma y adaptabilidad dieron vida a un equipo sin vida y tuvo un efecto predecible en Wentz, quien, según fuentes, indicó que no está interesado en ser suplente.

Hay un montón de historias locas en ese gran mundo, historias de celos y mezquindad, así como altruismo y apoyo. Los juegos se ganan y se pierden, las carreras se proyectan y se destruyen. La sala de mariscales de campo es un ambiente optimista y armonioso donde se venera al titular y los novatos apenas son visibles, o es un pozo de víboras.

(Ya sea la distancia emocional creada por la televisión o la visión utópica de los deportes como la última gran meritocracia del mundo, la idea de que hay un nivel de decoro victoriano en los vestidores y las reuniones, es absurda. Una vez en Seattle me mandaron a la bacna por Trent Dilfer”, recuerda Hasselbeck, ahora analista en ESPN. “Todo el estadio lo animaba y abucheaba. Me gustaba Trent, éramos amigos, peor estaba tan enojado. En ese momento, quería pelear a golpes con Trent”).

El veterano mariscal de campo de la NFL, Charlie Batch, quien comenzó su carrera de 15 años como titular en Detroit y la terminó como suplente en Pittsburgh, comparte: “He escuchado historias. Algunos suplentes no quieren ayudar al titular, porque quieren jugar. En algunos casos, no comparten información, o retienen información y no la transmiten, no quieren que el motor de arranque tenga éxito”.

Por el tono de Batch, está claro que no solo ha escuchado historias, sino que ha sido un personaje en ellas. Presionado, acepta: “en ese momento era joven y no sabía lo que estaba pasando. Cuanto más crecía y más veía el juego, miré hacia atrás y pensé: ‘¿de verdad? ¿Eso es lo que pasaba?’”, se detiene, sube la bilis y dispara, “no pondré a nadie bajo fuego, pero…”.

Batch podría seguir todo el día sobre las rarezas y la política. Mientras su racha de cuatro años como titular llegaba a su fin, el equipo ungió a Mike McMahon una selección de quinta ronda de Rutgers, como su sucesor. Para facilitar el trabajo de McMahon, el equipo decidió darle una serie predeterminada, generalmente la tercera o cuarta, en cada partido. "Sería su turno, pero si empezábamos en nuestra propia 10, gritaban, ‘Charlie, entra’”, remata Batch riendo. “¿En serio? Si esta es su serie, ¿por qué no entra? Entonces, lo que digo es que entiendo la frustración de Fitz”.


“Primero, tiene que haber confianza”, dice el entrenador de los Colts, Frank Reich, quien con Jim Kelly formó una de las combinaciones más famosas de titular y suplente en la historia de la NFL. “No querrás sentir ninguna tensión en la sala de reuniones. No querrás que nada cree ningún tipo de vibras negativas allí. Si el respaldo no es para el titular, y por eso me refiero a celebrar su éxito, puedes sentirlo. Los jugadores son muy inteligentes; los titulares saben cuándo el respaldo es realmente para ellos y cuándo no lo son”.

Reich pasó su año de novato en Buffalo como suplente de Vince Ferragamo y otro cuyo nombre se le escapa. Era 1985, los Bills eran temibles y Reich tuvo un momento en el campo: contra los jets durante el segundo partido de diciembre, con un clima por debajo de los 20 gradas y vientos de más de 20 mph. Fue tercera oportunidad, otro tipo (no Ferragamo) resultó herido y Reich tuvo que salir.

Se quitó la chamarra, dio un brinco para aflojar las piernas, giro el brazo un par de veces, se sopló las manos y corrió hacia el grupo. Llamó a la obra, sus labios congelados ocultaron el temblor de su voz, tomó el balón y lanzó a través del viento al corredor Greg Bell en una ruta de esquina para completar 19 yardas.

Esto era lo que Reich esperaba. Se sentía bien. Puedo hacer esto, pensó. El Rich Stadium de Bufflo cobró vida. Reich se permitió un momento para mirar a su alrededor antes de meterse en el grupo para dar la siguiente jugada. “Y justo cuando estoy a punto de dar la jugada, sea cual sea su nombre”, era Bruce Mathison, “asoma la cabeza en el grupo y dice: ‘estoy listo… sal de aquí’”.

Reich es uno de los pocos en la historia de la NFL para quien la suplencia es un honor. Jugó 13 temporadas en la NFL y comenzó solo 20 juegos, pero su actuación en un partido de comodines en enero de 1993, cuando salió de la banca y llevó a los Bills a una victoria después de ir perdiendo 35-3, es un hito en mayúsculas en Buffalo: EL REGRESO.

Y la culminación de la experiencia de Reich ese día en Buffalo y durante esa década en uniforme se puede encontrar hoy en Indianapolis, donde Jacoby Brissett es, junto con Hill de New Orleans, el suplente más usado en la NFL. (“¿Quién dice que el mariscal de campo titular tiene que jugar todos los días?”, preguntó Reich a un periodista del Indianapolis Star a principios de temporada). Un titular la campaña pasada, después de que Andrew Luck se retirara y antes de que Philip Rivers fuera contratado en la temporada baja, Brissett tiene su paquete de jugadas que Cols emplean cerca de la línea de gol y en situaciones de tercera y cuarta oportunidad.

“En el fondo siento que uno de los motivadores intrínsicos de la vida es que quiero contribuir y tener algo que dar”, señala Reich. “Como padres, mi esposa y yo hemos enseñado a nuestros hijos que se trata de contribución y no de crédito. Realmente valoro un enfoque colaborativo que involucre a todos. Todos trabajan muy duro, y es por eso que en nuestra ofensiva distribuimos tanto el balón. Ty Hilton es realmente bueno; podríamos tirárselo todo el tiempo y luciríamos bastante inteligentes, pero todos mercede la oportunidad de ser parte de esto. El mariscal de campo no es una posición en la que puedas hacer mucho rotando, pero sé que Jacoby puede hacer una contribución para mejorar este equipo, y eso nos ayuda a todos”.

Los Steelers jugaron contra los Colts la temporada pasada en Pittsburgh, donde Batch fue miembro de la transmisión antes y después del juego. Reich corrió por el campo antes del juego para ver a Batch, quien fue respaldado por Reich durante dos años en Detroit. Se abrazaron (hace tanto tiempo), y Batch le dijo: “Han pasado 20 años, pero nunca aproveché la oportunidad para agradecerte. Me enseñaste a cómo ser un profesional”.

¿Qué importancia tiene la relación entre el titular y el suplente? Batch pasó a ser un valioso suplente en Pittsburgh, detrás de Kordell Stewart y luego de Ben Roethlisberger, y cuando le pregunto cuántos de sus 15 años en la NFL atribuye al ejemplo de Reich, responde: “Al menos ocho. Jugué 15, y más de la mitad de ellos se los debo al profesionalismo de Frank”.


La demostración de Fitzpatrick en octubre condujo a una de las conferencias de prensa más notables en la memoria reciente: en parte un video de rehenes, en parte una sesión de terapia de telesalud (una escena extremadamente de 2020). Fitzpatrick, con la barba como un arbusto desatendido, se sentó frente a la pantalla de una computadora, con la voz rígida, miró fijamente el vasto vacío electrónico y descubrió su humanidad durante 6 minutos y 48 segundos. “Esta profesión es interesante porque básicamente me despidieron ayer y mi día de trabajo de hoy consistió en que en reuniones de Zoom escuchara al tipo que me despidió”, dijo. “Y luego me encerraron en una habitación separada con mi reemplazo durante cuatro horas. No hay muchos trabajos como este”.

Esta no es la típica charla en el podio, ese ejercicio de caloría vacías de evasión verbal y ofuscación. Esto era algo más, algo raro y fugaz: una mirada libre al interior del alma de un hombre. “Tuvo 24 horas para pensar en esto y estar tranquilo, averiguar lo que quería decir”, ilustra Hasselbeck. “Esa fue la versión, ‘está bien, ahora estoy tranquilo’. Eso es lo que lo hizo tan notable”.

Tenía ramificaciones fuera de la sala. Como dijo Fitzpatrick, no hay muchos trabajos como ese. La creencia de que estas decisiones no siempre se toman por razones puramente futbolísticas, o por los tipos puramente futbolísticos, como Flores, que, no obstante, tienen que hacerlo, puede generar disensión.

“Crearon la situación en la que los muchachos en el vestidor tenían la oportunidad de resentirse con Tua”, calculó Hasselbeck. “Pueden mirarlo y decir: ‘esto es una meritocracia y no te la ganaste’. Para los muchachos en el vestuario, la lealtad a la calcomanía en nuestro casco es mucho menor que la lealtad hacia los muchachos que están a tu lado. Los entrenadores lo entienden, pero los dueños no. Pueden juzgar mal la importancia de esa hermandad”.

El hecho de que no fuese así es un testimonio del profesionalismo de Fitzpatrick y de la simpatía de Tagovailoa, de 22 años. “Apuesto a que no hay un mariscal de campo vivo que no entienda y no se identifique con todo lo que Fitz ha psado”, recalca Reich. “No lo conozco, peor lo que sé de él, la frustración que sintió, cuando él y Tua volvieron a trabajar juntos, todo estaba bien”.

Después de que Fitzpatrick llevó a los Dolphins a remontar de último segundo sobre los Raiders, sonó como una persona diferente a la que habló 24 horas después de perder su trabajo. “Para mí, él fue, ‘oye, vamos, ve por ellos’”, dijo a NFL Network cuando se le preguntó acerca de reemplazar a Tagovailoa. “Pensé que fue algo muy maduro. Después de las series, fui a la banda a simplemente hablar con él. Oye, este es el tipo de juego que ha sido. Estos son algunos de los lanzamientos que estoy haciendo y por qué. Sigo enseñando y él sentado allí aprendiendo”.

Se descarta la competitividad de los atletas profesionales al asumir que están programados para aceptar una degradación y seguir adelante: golpear una pared un día, hacer la transición de líder de muchos a maestro de uno al siguiente. Pero en el caos de Fitzpatrick, podría ser cierto. Después de correr para un tochdown contra los Patriots, Tagovailoa con micrófono se sentó en el banco y le pidió a Fitzpatrick que criticara la seguridad de su jugada, a lo que Ryan contestó: “No importa, llegaste a la zona de anotación”. Y después del lanzamiento milagros de Fitzpatrick a Hollins, Tagovailoa dijo: “En cierto modo, no fue realmente tan impactante. Los llaman FitzMagic por una razón”.

Tagovailoa ha ido tan lejos en describir la relación con Fitzpatrick como la de “padre e hijo”, lo cual es casi notable dada la cantidad de veces que uno ha estado en la banca por el otro esta temporada. Sin duda, cualquiera que tenga un conocimiento superficial de la historia (Montana-Young/ Favre-Rodgers) sabe que estas situaciones no suelen presentarse como extra clases especiales. Hasselbeck no puede contar la cantidad de veces que le preguntaron qué le enseñó Brett Fravre cuando jugaron juntos en las dos primeras temporadas de Matt. A él se le ocurría una respuesta, inocua e imposible de verificar, principalmente por cortesía. Pero la verdad era que Hasselbeck entraba y salía del equipo de prácticas y Favre, MVP, apenas y sabía que Hasselbeck estaba allí.

“Se me permitió estar en la sala mientras Andy Reid y Mike Holmgren dirigían a Favre”, recuerda Hasselbeck. “No era el trabajo de Brett enseñarme”.

Pero aprender de alguien no es mutuamente excluyente de ser enseñado por ellos, y Hasselbeck puede desgranar una lista de atributos que obtuvo de Favre. Cómo habla con los chicos del grupo. Lo importante que es saber el nombre de todos en las instalaciones. Cómo pararse y asumir la culpa luego de una derrota. Cómo intimidar al oponente. “Lo que sea que experimente un mariscal de campo al principio en la NFL, eso es lo que se vuelve normal”, describe Hasselbeck, por lo que fue un gran impacto para él cuando llegó a Tennessee como veterano de 12 años y entró a su primera reunión con Titans y fue recibido con, “’Oye, gracias por venir. Gracias por estar aquí a tiempo’… me impactó”, dice Hasselbeck. “De dónde vengo, Green Bay y Seattle, era normal que mi auto estuviera allí antes que nadie n la mañana. ¿Gracias por llegar a tiempo? Soy tu mariscal de campo titular”.

Dos años después, Hasselbeck firmó con Indianapolis para ser suplente de Andrew Luck. Antes de un entrenamiento en el verano de 2013, Luck preguntó a sus receptores: “¿Todos quieren que lancemos después de correr y hacer nuestros ejercicios?” Cuando llegó el momento, Hasselbeck vio cómo un tipo equipado corría hacia el campo con una bolsa de balones de futbol, un entrenador alineaba un carrito de agua y dos trabajadores de video se alineaban para grabar. Era una rutina que le resultaba familiar a Hasselbeck, quien había visto a otro mariscal de campo de los Colts dirigir el mismo ejercicio.

“Todos en la misma página. Era como si Peyton Manning nunca se hubiese ido”.


Batch tiene historias, y esta podría ser su favorita:

Hace cinco años, en un juego de mediados de noviembre entre Steelers y Browns, Landry Jones comenzó como mariscal de campo mientras Roethlisberger descansaba por un tobillo torcido. Nueve jugadas después, Jones sufrió una lesión considerada peor que la de Ben, por lo que Roethlisberger salió y completó 22 de 33 pases para 379 yardas y tres anotaciones para la victoria.

Batch ya estaba retirado y entrevistó a Roethlisberger después del juego. Fuera de cámara, Big Ben comentó: “Charlie, no sé cómo haces esta mie…”.

Batch estaba justificadamente confundido. Acababa de ver al hombre salir de la banca con una lesión de tobillo y lanzar todas esas yardas y anotaciones y ganar un partido que se supone ni debía jugar.

“¿De qué hablas?” preguntó Batch.

En ese punto, la voz de Batch, -trayendo todos esos años en el que fue desechado como un suplente- asume un nuevo nivel de orgullo, porque Roethlisberger negando con la cabeza dijo:

“Sin saber cuánto vas a jugar, pero sabiendo que tienes que estar listo. ¿Eso que hice? Es lo más duro que haya hecho jamás”.