Este domingo, River Plate y Boca Juniors se medirán en cuartos de final de la Copa de la Liga menos de dos meses después del último Superclásico. Aquel cercano empate 1-1 está muy a mano para revisarlo y aprender algunas lecciones de cara a este duelo de eliminación directa.
Si un rasgo marcó el camino de ambos en la primera fase del campeonato, fue la irregularidad. En cuanto a resultados no hay mucho que discutir: ambos se clasificaron a cuartos recién en la última fecha y en el entretiempo de sus partidos estaban eliminados. Pero también en el juego: por diversas razones, ninguno pudo sostener un funcionamiento destacado a lo largo de los 14 partidos y esa falta de constancia se vio en la tabla.
Esto quedó en evidencia en el último choque disputado el 25 de febrero en el Monumental. River salió a comerse a Boca y hasta los 25 minutos fue absoluto dominador, con una actitud voraz y valiente. Pero con el pasar de los minutos perdió intensidad y entonces creció el visitante, más por esa falta de regularidad del rival que por las propias intenciones. El empate los calificó, porque para ganar a ambos les faltó sostener su idea en el tiempo.
Entonces, lo primero que deben buscar Martín Demichelis y Diego Martínez el domingo en Córdoba es firmeza en su plan de juego. Creer en sus propias virtudes y apoyarlas en el trabajo físico y estratégico. Está claro que tanto River como Boca han tenido buenos momentos de juego colectivo en la Copa de la Liga. Cada uno, con sus argumentos, ha exhibido cualidades de sobra. Pero no han sacado más ventaja en el campeonato porque les faltó regularidad.
Cuando River se planta en campo rival con la pelota y aire para los movimientos, es el mejor equipo del país. Nacho Fernández, Claudio Echeverri, Esequiel Barco, Miguel Borja, Facundo Colidio y Pablo Solari fueron titulares en el Monumental y brillaron en aquel comienzo. Se asociaron, mezclaron muy bien, y superaron a un Boca acorralado. Esa es la gran virtud del equipo de Demichelis: la potencia ofensiva. Y desde allí debe pensar el partido, con los primeros 25 minutos de febrero como guía.
En tanto, Boca ha hecho gala de, tal vez, el mejor mediocampo del fútbol nacional. Es cierto que no tendrá a una pieza clave como Cristian Medina, pero el resto de la línea media ha sido su principal virtud en la Copa de la Liga. Ezequiel Fernández es, por inteligencia y categoría, un mediocampista central de lujo, y Kevin Zenón ha sido una solución tras varios años en los que le faltó un creador de juego con personalidad y talento. En el Monumental, cuando ellos se hicieron cargo del partido, le quitaron la iniciativa a River y se hicieron dueños del encuentro.
Entonces, River debe apuntalar su juego ofensivo y Boca crecer desde el talento de sus mediocampistas. También está claro que deberán mejorar en el retroceso y ser más atentos para cubrir espacios en defensa. Sobre todo River, que sufrió el empate de Medina por la banda derecha, donde volverá a estar una pieza clave de Boca, Lautaro Blanco. En ese sector puede estar la clave para ambos: quien prevalezca puede sacar ventajas. Boca, si Blanco vuelve a lastimar, y River, si logra anular esa banda.
Como en cada Superclásico, el aspecto anímico volverá a ser fundamental. Y más aún en un choque de eliminación directa. En febrero, ambos al final se conformaron con el punto, algo que esta vez no ocurrirá. Quien esté más fuerte en lo mental estará más cerca de la victoria. En ese campo siempre se disputan este tipo de partidos.