River Plate y Boca Juniors chocarán este domingo por los cuartos de final de la Copa de la Liga, lo que constituye una prueba de alto riesgo para sus entrenadores, Martín Demichelis y Diego Martínez, por tratarse de un Superclásico que tiene el aliciente de ser de eliminación directa.
A casi dos meses del último enfrentamiento, el 25 de febrero en el Monumental, donde en 90 minutos jugaron más de un cotejo y repartieron puntos, el Millonario y el Xeneize se volverán a encontrar en el Estadio Mario Alberto Kempes de Córdoba, buscando un lugar en las semifinales del primer certamen del año.
Ese partido, en el que Boca empezó siendo asediado y dominado por River, algo habitual en los Superclásicos durante los últimos años, particularmente en Núñez, terminó marcando un antes y un después en la era Martínez. Porque si bien los de la Ribera ya mostraban algunos destellos de lo que buscaba el DT, les costaba mantenerlos en el tiempo.
Y aquel domingo, de la mano de un mediocampo efectivo, marcado por la simpleza de Equi Fernández y Cristian Medina, el autor del 1-1, y por la presencia de un Kevin Zenón que se afirma como figura del equipo, pasó a controlar el juego. A partir de ese empate, los de azul y oro levantaron y entraron en una buena racha (seis triunfos, una igualdad y una derrota).
Aunque no lució en el Monumental, Edinson Cavani también creció. Cortó la mala racha que lo agobiaba y, merced al eje puesto en el protagonismo de los volantes, fue mejor abastecido y no tuvo que retrasarse tanto para buscar la pelota, algo que sufrió en el partido ante River.
Porque el conjunto de Martínez es, ante todo, simple, pragmático. Boca se afirmó en un esquema, el 4-4-2, con Cavani y otro punta (Miguel Merentiel o Luca Langoni) fijados como delanteros, un doble cinco que sale de memoria (una de las grandes tareas será reemplazar a Cristian Medina, expulsado en La Bombonera vs. Godoy Cruz), con Equi más posicional y Medina más ligado a la generación de juego, y dos volantes que crean fuertes tándems con los laterales, particularmente el de la izquierda, conformado por Zenón y Lautaro Blanco, siendo este clave en las subidas del equipo.
Aunque en los apartados estadísticos no están tan alejados, River y Boca construyen sus dominios de maneras diferentes. El Xeneize, por ejemplo, es el cuarto equipo con mayor posesión, un 55.6% por encuentro, pero tampoco tiene inconvenientes en ceder esa iniciativa al ponerse en ventaja, haciéndose fuerte en defensa y quedando agazapado para golpear de contra con los laterales como dos flechas.
El Millonario, por su parte, es el equipo que más tiene la pelota (61.5%), un factor que no resigna cuando va ganando. Quizás por eso también sea el más goleador (26, contra 20 de su rival): eso queda en evidencia al analizar la cantidad de remates totales y, a su vez, las largas secuencias de pases. Boca figura alto en distintos rubros, pero River le saca ventaja.
No obstante ese protagonismo, una marca de Demichelis, así como lo fue otrora de Marcelo Gallardo, los de la banda roja cambian mucho. Tanto de nombres como de sistema, demostrado en las constantes modificaciones de una semana para la otra. El propio DT ha dicho en más de una ocasión que se adapta a lo que propone el rival, aun manteniendo la idea de dominar el partido a partir de un marcado manejo del balón.
A lo largo de esta temporada, el elenco de Núñez sufrió partidos que, con el correr de los minutos, ya sea por individualidades (ambos tienen de gran calidad) o cambios positivos del mismo entrenador, resolvió. Pero, a diferencia de lo que propone Boca, parece más un partido a partido, una oda a cierta improvisación o espontaneidad que, de alguna manera, también identifica a este equipo, uno que de a ratos es el mejor del país, pero en otros sufre tanto defensivamente como en la creación.
Demichelis es, en definitiva, más complejo que Martínez. Ambos buscan cosas parecidas, controlar el balón y el juego, pero uno llega a ese fin arriesgando y mutando, y el otro afirmándose sobre una zona de confort, posibilitada por un par de volantes que hacen jugar al equipo y unas bandas que llegan hasta el fondo, una cualidad en la que River también tiene fuerza.
En defensa, River sufre más, aunque recibió dos goles menos (10, contra 12). Franco Armani ha sido más protagonista que Sergio Romero (o Leandro Brey, su reemplazante en un par de fechas). El Millonario achica lejos de su arco, muchas veces mano a mano en mitad de cancha (el equipo queda bastante corto), y así como ataca con mayor decisión, también parece ser más endeble en el fondo. Boca, por su parte, cede la pelota en determinados momentos y se resguarda para evitar sobresaltos.
Pero mucho de lo que pase desde las 15:30 de este domingo en el Kempes, en un partido que contará con transmisión de ESPN Premium, tendrá que ver con quién puede tomar el protagonismo del encuentro.
Aunque claro, la jerarquía e inventiva de ambos equipos (resta ver si Miguel Borja, el goleador del campeonato, y Paulo Díaz, el gran bastión defensivo, llegan a ser de la partida, en tanto Martínez le buscará reemplazo a Cristian Medina) podrá tener gran incidencia y la mano de los DTs durante la tarde también podrá torcer el destino inicial. Y, como todo Superclásico, será clave para el futuro de ambos conjuntos y entrenadores, pero con el condimento especial de tratarse de un mata-mata.