El 18 de julio de 2015, el fútbol argentino vivió uno de esos únicos momentos que quedan grabados a fuego por siempre en la historia grande. Boca recibió a Quilmes en la fecha 17 del campeonato y lo hizo con un invitado de lujo, quien tuvo su estelar regreso a casa después de una exitosa trayectoria en el fútbol europeo: Carlos Tevez.
El Xeneize atravesaba una instancia cúlmine en su año, uno que había quedado marcado por la dura eliminación en octavos de Libertadores ante River, aparición del "Panadero" mediante, que sepultó la ilusión de la séptima una vez más pero con un sabor diferente, ya que quedó pendiente por jugarse el segundo tiempo y con los Millonarios apenas ganando por un gol de diferencia.
Era la segunda eliminación que Boca sufría a manos de River en años consecutivos, recordando también que en 2014 el equipo de Gallardo dejó afuera al del Vasco en semifinales de Copa Sudamericana.
Con este contexto, la dirigencia encabezada por Daniel Angelici siguió confiando en Arruabarrena, que lideró al equipo en 2015 y no hizo un mal trabajo, logrando buena cantidad de puntos en el ámbito local y avanzando en Copa Argentina con, en ese entonces, Daniel Osvaldo como principal figura.
La ya mencionada eliminación de Libertadores ante River sin dudas fue un duro impacto. Uno del que el Xeneize tardó en recuperarse y que le costó dos partidos en el campeonato argentino, el cual peleaba con San Lorenzo.
Primero, cayó goleado 3-0 ante Aldosivi en La Bombonera. Luego, Vélez le dio otro golpe en el Amalfitani, ganándole 2-0 y complicando el panorama llegando ya a la mitad del torneo.
Para el segundo semestre, a Boca llegó un refuerzo estrella, impensado y que hasta parecía utópico: se trató de Carlos Tevez, quien en julio de 2015 disputó la final de UEFA Champions League con Juventus y que un puñado de días después ya estaba luciendo la flamante azul y oro en La Bombonera y ante Quilmes. Un cambio radical, impactante y que dejó claro el sentimiento de Carlitos por su amado Boca Juniors.
Aquella tarde, Boca jugó a las 16:10. Una tarde de sol ideal para el fútbol, de esas que hoy en día se extrañan ya que el Xeneize suele jugar casi siempre a partir de las 18:00 en casi todas sus competiciones, salvo extrañas situaciones.
El equipo del Vasco ya prácticamente salía de memoria, con un esquema sólido pero que con la incorporación de Tevez debía ajustar la táctica para aprovechar al crack al 100%. 4-3-1-2, un 'número telefónico' clásico en la historia de Boca y que permitió al ex-Juventus colocarse detrás de Sebastián Palacios y Jonathan Calleri, una dupla clave para los de Arruabarrena.
La Bombonera, como no podía ser de otra manera, estuvo a reventar, con banderas, pancartas y un sinfín de gestos de los hinchas hacia Tevez, que hacía su re-debut con la camiseta de Boca en un duro momento para el club y con el objetivo en mente de conseguir el título para volver a pelear por Libertadores.
Carlitos no demoró mucho en demostrar su jerarquía en cancha, con toques sutiles de calidad que hacían la diferencia entre los 22 jugadores que estaban en cancha. En su primera intervención, el '10' la paró de pecho, esperó a su rival y tiró un sombrerito, elevando el grito de los cuatro costados de La Bombonera.
Eso solo fue el principio del show, con un primer tiempo en el que las distancias físicas y futbolísticas ya no tenían palabras para ser descritas.
Con cada pase, cambio de velocidad o control, la presencia de Carlos Tevez marcaba una ruptura en el desarrollo del juego y dejaba sin recursos defensivos a Quilmes, que hasta tuvo que recurrir a la doble o triple marca para intentar frenar a un Apache desenfrenado.
La primera emoción del la tarde fue convertida por Seba Palacios, quien abrió el marcador para allanar el camino del triunfo. Durante el segundo tiempo, Boca consiguió el 2-0 parcial ante el Cervecero y de la manera menos pensada, con un gol que intentó opacar la vuelta de Tevez y que sigue siendo recordado a día de hoy.
El reloj marcaba 53' y Boca salió de contra. Era un 2 vs. 1, con Calleri dominando la pelota y encarando hacia el arco rival. Por el medio, Tevez esperaba la asistencia que iba a permitirle gritar su primer gol en el regreso. El pase salió, pero una intercepción de la defensa rival fue la llave para lo inesperado.
Con la pelota nuevamente en sus pies tras el rebote, Calleri ejecutó una acción que sorprendió a toda La Bombonera: remató de rabona y la picó por encima de Walter Benítez (sí, el mismo que estás pensando) marcando uno de los goles más bonitos en toda la historia del estadio.
Tras el 2-0, Tevez buscó intensamente su gol, que estuvo cerca de caer. En primer lugar fue Benítez quien tapó un potente remate de media distancia. Eso no frustró al Apache, que minutos después intentó con otro potente disparo que esta vez fue rechazado por el travesaño. No era el día.
Para ponerle emoción al partido, Quilmes terminó descontando con más de media hora por disputarse, llenando de nerviosismo a una Bombonera que no quería que el primer juego de Carlitos no sea con un resultado distinto al triunfo.
Afortunadamente, el marcador se mantuvo y Boca celebró por duplicado: la vuelta del ídolo, el hijo de la casa, y también 3 puntos que fueron fundamentales en la carrera por el título, que terminó llegando de la mano de un Tevez que en ese segundo semestre voló y fue el plus determinante para gritar campeón.
Hoy, a 10 años de ese icónico partido, Boca podría volver a festejar el regreso de un hombre de la casa: Leandro Paredes. El campeón del mundo está entre los concentrados para el juego ante Unión en La Bombonera y, cosas del destino, su vuelta podría coincidir con la de Carlitos, leyenda del club.
